Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

13 de septiembre de 2012

Sobreviví al disturbio [Parte XI]

Nos subimos a un taxi, intenté memorizar el camino de algún modo, imposible; me es desagradable no saber regresar cuando quiera, cuando me de la gana ¡demonios! Dejé mis cosas en la habitación que me indicaron, junto a las cosas de los dos acompañantes serenenses que quedaban, intenté hacer contacto visual con cada uno, pero estábamos cansados de estar juntos, sobrepasados por las presencias de las otros, supongo que cada uno era una persona triste en un lugar triste. La novia, la chica de los fideos, preparó lo que había comprado, chorizos, pan, mayonesa. No recuerdo qué bebimos, no tengo idea del por qué. Comí, tenía hambre, pero al acabar el primer pan ya estaba más que satisfecha, no era ni una tercera parte de lo que como siempre, había algo que me molestaba. En aquella casa había dos pequeños perros, café con negro, más pequeños que un gato; ambos me simpatizaron, aliviaron un poco la ansiedad que sentía. Tristeza. Nuestro anfitrión nos invitó a visitar un bar cercano a su casa, un lugar agradable, sin muchas personas, objetos del cine, fotografías. Uno de ellos se quedó sentado en un banco, dos cuadras atrás, no volví a verlo hasta mucho después. Conversamos, nos reímos, bebimos, fumamos. Ah, el intenso sopor melancólico, la pena, la angustia, el cansancio, el cansancio.

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