Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

1 de julio de 2022

Te extraño.

He estado bastante apartada de todo: de las visitas a mis amigxs (por salud mental), de las salidas sin planificación (para salir de la rutina), de las salidas al patio (para distraerme con el jardín); cosas así, detalles que pasaron a ser insignificantes en la memoria de las personas que me conocen -tan insignificantes, que quizás olvidaron que disfruté mucho de todo eso tan simple-.

Dudar de las capacidades propias, aún cuando tienes años de experiencia en algo (una labor, una pega) ha sido un tormento constante los últimos meses: me pasa con talleres, con libros, con ferias, con gestión, con formularios, con conversaciones. Me llama la atención porque si bien me había pasado en algún momento, no con tanta frecuencia ni tampoco para generarme preocupación y mucha ansiedad. 

Por necesidad he aceptado pegas sin sentirme lo suficientemente capaz para hacerlas bien, por necesidad y nada más, porque necesitaba sentir que tenía algún tipo de control sobre algo y nada más, porque necesitaba sentir cierta independencia (aunque jamás he sido independiente del todo) y nada más. A estas alturas me parece tonto escribir de esto, por eso les dejo una analogía en vez de explicarlo: tener una bicicleta y poder usarla cuando no te gusta caminar, sí que hace la diferencia.

No quiero que alguien venga, después de leer esto, a hablarme como si supiera de lo que escribo porque las entradas de este blog son resúmenes de pensamientos vagos, implícitos y latentes, sumados a que no soy capaz de hablar con nadie (porque, de verdad, creo que no puedo ser completamente sincera con alguien)... no, no quiero que nadie me hable después de leer esto.

Recuerdo que en varias oportunidades he dicho de mí (me he referido o he escrito) que soy negligente y es cierto. Ahora noto que también me insulto -con palabras diversas en connotación y grado de violencia- con bastante frecuencia (aunque pueda solucionar o subsanar el error); cuando uno se insulta constantemente, te haces daño. Estoy más allá del "saberlo", primero porque me lo hicieron notar y, luego, porque aprendí a ponerle atención; muchos años después -ahora- entiendo que lo aprendí de alguien cercano y es como una forma de desviar o canalizar mejor la frustración porque no está permitido fallar (pensando en la lógica dentro de este mismo aprendizaje). No, no me agrada. 

Por segunda vez, un profesional, me mandó a una evaluación con otro profesional. No puedo precisar las veces en que amigos me han sugerido lo mismo. Hasta ahora no le hice caso a ninguno. 

Me llené de pega por necesidad, no sólo de dinero, sino como un modo fiable de ocupar la mente; no puedo leer (como pasatiempo) y tampoco puedo escribir como antes (en mis libretas de asuntos importantes), se me hace esquivo disfrutar de una película o serie, se me hace complejo disfrutar la comida aunque sea algo que me guste comer, se me hace difícil decidir ir a dormir porque despierto como si hubiera estado toda la madrugada viendo pesadillas que no soy capaz de recordar; algunas sí y son feas; y no recuerdo la última vez que tuve un sueño grato o mínimamente tranquilo. 

No quiero que alguien venga, después de leer esto, a hablarme como si supiera de lo que escribo porque las entradas de este blog son resúmenes de pensamientos vagos, implícitos y latentes, sumados a que no soy capaz de hablar con nadie (porque, de verdad, creo que no puedo ser completamente sincera con alguien)... no, no quiero que nadie me hable después de leer esto.

Extraño a Guise, la extraño mucho aunque sí estoy juntándome con ella, pero la necesito más, necesito más tiempo con ella, verla por más tiempo, beber más tazones de café amargo y comer más postres caseros sin azúcar, arreglar más lámparas, atar más pantallas, parchar alguna weaíta, saber que puedo ayudarla en algo para que se me olvide todo en esa casita tan lejana y colorida, llena de objetos para ver, llena de detalles en otros idiomas, llena de palabras. Es porque me escucha, me ha escuchado siempre, me escuchó sin importarle sus propios pensamientos, juicios o preguntas.  

Si estás leyendo esto, lo escribí hace meses; recuerda que se pueden programar entradas para que se "autopubliquen" en el futuro.

29 de abril de 2022

Recuerdos que había olvidado

Cuando comencé este blog, no tenía muy claro sobre qué deseaba escribir (teniendo en cuenta que quedaría en internet dando vueltas un buen rato o hasta que decidiera eliminarlo -pero llegó un punto en que sería doloroso perder todo esto-). Escribía mucho sobre lo que me sucedía porque todo lo que viví era nuevo y maravilloso, como que hasta que comencé a escribir no había vivido o quizás no me gustaba lo que viví antes. Me cuesta escribir de mis recuerdos antes de vivir acá, aunque me han recomendado "sacarle jugo" a todo eso que vi, que sé, que recuerdo, que he intentado olvidar. 

No tengo claro cuál es la razón de comenzar a recordar cosas que no quiero recordar, pero me pasa mucho en los últimos meses; la mayor parte de los recuerdos son malos recuerdos. ¿Qué puedo hacer con todo esto si me cuesta mucho escribir? Antes lo ponía en cuentos o proyectos, usaba los recuerdos (malos recuerdos) para crear escenarios o adornar lo que escribía. Hay malos recuerdos que se mezclan con asuntos presentes y tengo sueños inquietos, muchos sueños inquietos. 

Me cuesta hacer las cosas, me cuesta dedicar tiempo a mis pegas, me costó un montón lidiar con la feria del libro (y eso que apenas pude cumplir con algunas jornadas), me costó levantarme y acostarme, me costó conducir la moto una y otra vez a lo largo y ancho de la ciudad para cumplir con todo lo que debía cumplir. 

El apoyo emocional de mis amigxs ha sido fundamental, poder hablar con ellxs, poder hablar con ellxs sin ocultar piezas o partes, sin miedo de que se me juzgue. Gracias. Quiero más valor, quiero sentirme valiente.

Yo creía que estaba sanando, que estaba mejor, que estaba bien... quizás porque no me perdía en emociones cuando hablaba con mis amigxs... nah, bastó con que hablara con alguien y que me insistiera e insistiera más allá de lo cómodo, para que se escurriera fuera de mí todo el pesimismo, ira, tristeza, frustración, cansancio... 

Los recuerdos -los malos recuerdos-, pienso, habían sido olvidados porque eran malos recuerdos; ahora regresan para atormentarme porque siento preocupación y cansancio, es como si hubiera perdido el control o la llave de ese cofre tan sucio que había enterrado tan bien (y que ahora está abierto). 

Tengo mis registros y conozco el modo de volcar recuerdos -para olvidar y superar-, pero tengo dificultades para escribir, para recordar aquello de lo cual necesito deshacerme; sin embargo, recuerdo aquello que es doloroso y que debió desaparecer hace décadas. 

15 de febrero de 2022

La teterita

Cuando llegué al lugar en donde vivo ahora, si bien había hartas cosas (que mi familia mandó), faltaban muchas otras de primera necesidad. En ese tiempo trabajaba en talleres y recibía un sueldo mensual; compré hartas cositas que necesitaba en este lugar. Mi primera tetera era pequeña, lo justo para una persona, era redondita y fácil de limpiar (incluso era fácil sacarle el sarro y pulir el exterior). Pasaron los años y mi tetera seguía impecable, la limpiaba con cierta regularidad y continuaba prestado un buen servicio hirviendo agua todos los días. Cuando llegó mi familia, la tetera no alcanzaba para hervir el agua necesaria para servir cinco tazas de té después del almuerzo y mucho menos para hacer más de siete por la tarde; me cambiaron mi tetera por una mucho más grande y ni me avisaron (porque las necesidades de aguar hervida para la familia era mucho más importante que conservar la tetera que yo había comprado para cubrir la necesidad de agua hervida para mis tecitos diarios). Mi tetera está en el patio, se me ocurrió que -para no botarla, porque estaba en muy buen estado- podía transformarla en algo más para conservarla, aunque no fuera en la cocina; le puse tierra dentro y puse una plantita. Esa tetera era algo muy lindo, tenía el tamaño perfecto y funcionaba bien, la forma me gustaba harto; lamenté perder esa tetera.

Me ausenté varios meses del lugar donde vivo y, cuando volví, noté que esa nueva tetera grande de marca estaba tan deteriorada que ni puliéndola y sacándole el sarro funcionaba bien: se soltó el mango (volviéndola peligrosa), ya no suena cuando hierve el agua y está oxidada por fuera porque la base y el cuerpo tiene dos piezas que, al parecer, estaban mal enganchadas desde el principio (esas mismas piezas impiden que se pueda limpiar totalmente el sarro que se acumula dentro). Por más que la limpié por dentro y por fuera, por más que le saqué la grasa pegada y la pulí, por más vinagre que le echara dentro; la tetera conservaba ese aspecto sucio y viejo que no recordaba, mostrando un deterioro propio del mal uso. No estoy culpando a nadie, esa tetera no debió reemplazar a mi teterita; me gustaba mi teterita redonda, era linda mi teterita. 

Me costó pensar en reemplazar la tetera, porque quería una igual a la que tenía al principio y hacía tantos años que la había comprado que era imposible encontrar una igual. Busqué por ahí y no me gustaron, tampoco busqué tanto, pero ya de regreso se me ocurrió un lugar en donde podía encontrar alguna alternativa más parecida a lo que yo recordaba. Me tuve que quedar mucho rato fuera del lugar y después dentro -mirando los productos- porque había clientes comprando mil cosas y alargaron la atención dando cháchara el muchacho que los atendía. Ese rato que estuve mirando, me enamoraba más de una teterita para té y, vagamente, comenzaba a encontrar similitudes con mi tetera que ahora es macetero; la misma forma, el mismo mango, la misma canastilla metálica para remojar té que se podía sacar y no usar. Había muchos colores para escoger y me quedé con "el original", la tetera metálica gris pulida de toda la vida; entre todos los colores yo buscaba con la mirada alguna que no estuviera pintada y ahí estaba, la misma teterita. La compré con gusto y me la llevé a casa. 

Al usarla por primera vez, noté que no suena (hay que adivinar cuándo está hirviendo o escuchar con mucha atención los sonidos que provienen de la teterita) y se ve exactamente igual a mi tetera, quizás tiene menos capacidad o quizás ya no recuerdo bien la primera que tuve: me pregunto si la otra sonaba o no, me pregunto si la ponía en el quemador grande o en el pequeño, me pregunto si la capacidad era suficiente o si la ponía a hervir dos veces para llenar mi termo. ¿Cómo es que olvidé detalles de un objeto tan querido del cual no me quise deshacer? Me quiero quedar con la idea de que esta nueva tetera es igual a mi querida tetera macetero, razón por la cual no compararé su tamaño y tampoco las pondré cerca una de la otra, para no saber si son iguales en realidad o si son iguales en mi memoria. 

Me siento un poco como esa tetera, sirve para hervir agua, pero no suena; tal como una tetera grande, pero no avisa cuando cumple su propósito. Tampoco es una tetera para hervir agua, sino para remojar té; es algo que, sacando una pieza, se puede usar para otra cosa. Recién estoy mirando cosas perdidas y estoy escogiendo perder muchas otras, ordenando un poco y aprovechando que pude tomar un lápiz y escribir algo más menos coherente; pasará tiempo en todo caso.

8 de enero de 2022