Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

15 de febrero de 2022

La teterita

Cuando llegué al lugar en donde vivo ahora, si bien había hartas cosas (que mi familia mandó), faltaban muchas otras de primera necesidad. En ese tiempo trabajaba en talleres y recibía un sueldo mensual; compré hartas cositas que necesitaba en este lugar. Mi primera tetera era pequeña, lo justo para una persona, era redondita y fácil de limpiar (incluso era fácil sacarle el sarro y pulir el exterior). Pasaron los años y mi tetera seguía impecable, la limpiaba con cierta regularidad y continuaba prestado un buen servicio hirviendo agua todos los días. Cuando llegó mi familia, la tetera no alcanzaba para hervir el agua necesaria para servir cinco tazas de té después del almuerzo y mucho menos para hacer más de siete por la tarde; me cambiaron mi tetera por una mucho más grande y ni me avisaron (porque las necesidades de aguar hervida para la familia era mucho más importante que conservar la tetera que yo había comprado para cubrir la necesidad de agua hervida para mis tecitos diarios). Mi tetera está en el patio, se me ocurrió que -para no botarla, porque estaba en muy buen estado- podía transformarla en algo más para conservarla, aunque no fuera en la cocina; le puse tierra dentro y puse una plantita. Esa tetera era algo muy lindo, tenía el tamaño perfecto y funcionaba bien, la forma me gustaba harto; lamenté perder esa tetera.

Me ausenté varios meses del lugar donde vivo y, cuando volví, noté que esa nueva tetera grande de marca estaba tan deteriorada que ni puliéndola y sacándole el sarro funcionaba bien: se soltó el mango (volviéndola peligrosa), ya no suena cuando hierve el agua y está oxidada por fuera porque la base y el cuerpo tiene dos piezas que, al parecer, estaban mal enganchadas desde el principio (esas mismas piezas impiden que se pueda limpiar totalmente el sarro que se acumula dentro). Por más que la limpié por dentro y por fuera, por más que le saqué la grasa pegada y la pulí, por más vinagre que le echara dentro; la tetera conservaba ese aspecto sucio y viejo que no recordaba, mostrando un deterioro propio del mal uso. No estoy culpando a nadie, esa tetera no debió reemplazar a mi teterita; me gustaba mi teterita redonda, era linda mi teterita. 

Me costó pensar en reemplazar la tetera, porque quería una igual a la que tenía al principio y hacía tantos años que la había comprado que era imposible encontrar una igual. Busqué por ahí y no me gustaron, tampoco busqué tanto, pero ya de regreso se me ocurrió un lugar en donde podía encontrar alguna alternativa más parecida a lo que yo recordaba. Me tuve que quedar mucho rato fuera del lugar y después dentro -mirando los productos- porque había clientes comprando mil cosas y alargaron la atención dando cháchara el muchacho que los atendía. Ese rato que estuve mirando, me enamoraba más de una teterita para té y, vagamente, comenzaba a encontrar similitudes con mi tetera que ahora es macetero; la misma forma, el mismo mango, la misma canastilla metálica para remojar té que se podía sacar y no usar. Había muchos colores para escoger y me quedé con "el original", la tetera metálica gris pulida de toda la vida; entre todos los colores yo buscaba con la mirada alguna que no estuviera pintada y ahí estaba, la misma teterita. La compré con gusto y me la llevé a casa. 

Al usarla por primera vez, noté que no suena (hay que adivinar cuándo está hirviendo o escuchar con mucha atención los sonidos que provienen de la teterita) y se ve exactamente igual a mi tetera, quizás tiene menos capacidad o quizás ya no recuerdo bien la primera que tuve: me pregunto si la otra sonaba o no, me pregunto si la ponía en el quemador grande o en el pequeño, me pregunto si la capacidad era suficiente o si la ponía a hervir dos veces para llenar mi termo. ¿Cómo es que olvidé detalles de un objeto tan querido del cual no me quise deshacer? Me quiero quedar con la idea de que esta nueva tetera es igual a mi querida tetera macetero, razón por la cual no compararé su tamaño y tampoco las pondré cerca una de la otra, para no saber si son iguales en realidad o si son iguales en mi memoria. 

Me siento un poco como esa tetera, sirve para hervir agua, pero no suena; tal como una tetera grande, pero no avisa cuando cumple su propósito. Tampoco es una tetera para hervir agua, sino para remojar té; es algo que, sacando una pieza, se puede usar para otra cosa. Recién estoy mirando cosas perdidas y estoy escogiendo perder muchas otras, ordenando un poco y aprovechando que pude tomar un lápiz y escribir algo más menos coherente; pasará tiempo en todo caso.