Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

16 de julio de 2014

Laguna de Pía

*Relacionado con los “atentados” artísticos de F.A.R.C.*

            Fui a la hora acordada, en el lugar acordado. Me involucré sabiendo que no estoy del todo de acuerdo, lo hice de todos modos ¿por qué? Recibí una invitación nada formal, en una mesa con cenizas: había personas comprometidas y luego no quisieron colaborar (“no, yo no hago eso”). Llegué con un amigo, a ambos nos invitaron, yo no entendí de qué iba todo, era extrañísimo que nos invitaran, conscientes todos de que no teníamos mayor comunicación entre nosotros o amistad, compromiso, rabia, ideas; no supe la razón correcta, me invitaron e involucraron. Personalmente no siento pertenencia con un lugar, ni con el lugar en dónde nací, ni las ciudades en que he vivido. No tengo esa inquietud social por mi entorno –ni cuando era estudiante lo sentía–. Creo que soy la personificación del desinterés… creo que las personas, como último recurso, fingen estar informadas y hablan de todos como si sólo los demás cometieran errores. Mira ¿sabes? vamos a reclamar contra el festival de las artes, porque vienen puras personas de otros lugares, nadie de acá, nadie que valga la pena ver. Vienes el día x a las xx:xx, caminaremos por el puente, de negro, cargando bolsas llenas de bombitas de agua. ¿Un atentado inofensivo? Sorprendentemente se juntan tres personas que no se soportan, ni se hablan, ni se quieren. Veo y siento que todo es un error ¿rabia? Había que hacerlo, nada más. Tuve que enfrentarme, con miedo, a los recuerdos de la noche anterior, sangre y reclamos, caminatas interminables, tedio. Se veía pésimo, se notaba que quería largarse, yo no quería irme, quería vivir eso que parecía emocionante. Caminé, intenté hacerlo relajada, no pude. No recuerdo mucho de la caminata por el puente. Mis ideas vuelven claras cuando comienzan a gritar; yo no podía gritar, nunca me ha gustado gritar. Del lado opuesto escucho una sarta de garabatos “puta” “perra” “blablabla”. Nadie gritó más que él, nadie hizo las cosas con tanta rabia como él. Me sentí cansada, enferma. Creo que tiré mi bolso contra la escultura inútil. Fotografías, el centro de toda la atención aquellos gigantes contra los que peleábamos. Calor, sol, demonios escapando del hombre iracundo.
            Hora y tanto después. El lago, un pito, cigarrillos, vacas (sí, animales). Quiero tirarme al agua, cansarme más, olvidarme de todos esos insultos que escuché. Me saqué el pantalón, me dejé la camisa. Sólo un muchacho vio cuando me lancé. No quería comprobar qué tan hondo era, todo el tiempo me mantuve a flote, a duras penas. Era la primera vez que me atrevía a nadar, sin miedo, sin mayores esperanzas de avanzar. A medio lago me pregunté ¿puedo?... fui hasta el otro lado, ahí donde jamás había ido. Toqué las piedras, me devolví de inmediato. Nadé, el resto ya sabía que estaba metida en el lago. Me esperaba el muchachito, me preguntaba si estaba bien… ¿para qué? él no sabe nadar.        

[Advertencia: lazos oníricos incluídos]

9 de julio de 2014

Fósforo

   Encendía cerillos porque le parecía que la vida se iba en ello. Uno encendido, la llama que encendía el cigarrillo en la madrugada, cuando sentía ruido en las casas vecinas, cuando los automóviles comenzaban a encenderse para iniciar la huida de casa, nunca vio a las personas, nunca le importaron las personas, veía todo desde un lugar más alto, en donde también podían verla aspirar humo y botarlo despreocupada. El gato duerme, a veces, hecho un ovillo más negro que blanco. Tengo un palillo incendiario entre los dedos, una llama fuerte, amarilla. Deben mis ojos abrirse, mis pupilas dilatarse, quizás. Va por otro camino el asunto, recuerdos, recuerdos, "buen día" "mis disculpas" "gracias", miedo a que la vela, diminuta vela, se apague antes de tiempo. Maullido, mis dedos se tiznan, calor y una última llama azul eléctrico. Agito y boto. La próxima durará más tiempo entre mis dedos.