*Relacionado
con entrevista a Claudia Hernández*
Nos juntamos para apoyar a Geko (un
dibujante autodidacta), nos reune la idea de entrevistar a Claudia, una mujer
considerada por nosotros interesante. Voy con mi hermana, pienso que es
importante que ella tenga la oportunidad de escuchar cómo se lleva otro tipo de
vida, una ocupación independiente, poco común entre los adultos que ella
conoce; Claudia es actriz, dramaturga, directora de teatro y poeta. Ya estamos
ahí, nos sentamos cerca de ella mientras responde las preguntas, para mí fue
interesante escucharla sin apuros, diciendo todo lo que tenía que decir. Yo iba
de “apoyo”, digamos “oyente”; quedé muy satisfecha con todo, aprendí muchas
cosas de esa mujer que a menudo saludo, pero que no conocía. De ahí, tomamos
unas cámaras de neumáticos y fuimos a inflarlas en la bomba bencinera,
caminamos mucho, un niñito en bicicleta nos regaló una tapita para que no
escapara el aire de la cámara. De regreso fuimos caminando por las vías del
tren que unen el camino del puente Libertador con el camino del puente
Zorrilla. De ahí a la estatua de “La Flor de Gabriela”. Bajar hasta el lago. Yo
me tiré de inmediato, me encantó el lugar, es hondo y está limpio, oscuro y
grande. Mi hermana sabía nadar, se tiró detrás de mí. También Daniel y Geko
(había escuchado que era un poco loco, pero no creí que no se tiraría), ninguno
sabe nadar. Claudia se subió a la cámara pequeña y remaba con las manos, se fue
flotando detrás de una isla de pastos largos en medio del lago. Decidimos
seguirla empujado a Geko dentro de la cámara grande. Mi hermana se cansó al
asomar de regreso, le dije que se tomara de mi cuello, se cargó tanto que
comencé a hundirme. Yo fumo y mucho, a pesar de eso tengo mayor resistencia al
agua que mi hermana, no me cansé en todo el rato, incluso empujé a Geko hasta
el lugar donde comenzamos la aventura. Me reí mucho, en serio, me encantó
compartir ese momento con personas que jamás había visto divertirse en un lugar
como ese. Mi madrecita comenzó a llamar “¿ya vienen de regreso?” caminamos
hasta la casa, de camino nos invitaron un completo. Llegamos cuando oscurecía,
mi madrecita tenía sobre la mesa un montón de panqueques, mi padre estaba
enojado. Yo no podía dejar de reír en mi interior, mis padres creen que uno es
totalmente dependiente de ellos, que no podemos ir a ningún lado más
interesante que al que ellos nos llevan. Comí un montón de panqueques, me gusta
ir a la Laguna de Pía.