Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

15 de diciembre de 2011

No me interesa ver el chocho de otras mujeres

Una pequeña historia para el mediodía: conversaba con una muchacha que acababa de conocer, ella ocupaba el espejo de un baño para maquillarse, yo tenía mi vejiga llena y esperaba el baño para encerrarme y orinar tranquila. ¿Te vas a demorar mucho? -le pregunté-, ella me dijo que "hiciera", pues no le interesaba ver chochos de otras mujeres. Oriné tranquila y con gusto por seguir conversando con ella. La sonrisa por la ocurrencia -¡qué frase más genial!- no se me quitó en todo el día, incluso al recordarlo se me escapa una sonrisa ¿a ustedes no?.

13 de diciembre de 2011

Esos "jodidos" días de Navidad

No, no estoy insultando una celebración tan importante para las familias consumistas y compradoras compulsivas... 
Me es muy grato ver a las familias enviándose paquetes e intentando planear sus fiestas por teléfono, comprando tarjetas que se perderán antes de ser escritas y enviadas, sacrificar su alejamiento voluntario y juntarse alrededor del totem verde; en serio, me gusta la época navideña, aunque tenga las mismas quejas de todos los años, el pan de pascua casero acompañado de cola de mono casero (¿es "la cola de mono" o "el cola de mono"?) le quitan un poco de quejas a estas fiestas.
El motivo de mis quejas este año es un recuerdo de hace más o menos nueve años: ayudaba a mi madrecita a decorar el arbolito, en aquel momento colocaba las luces (ordenadas, que los espirales alrededor estén a la misma distancia, que ninguna luz se toque con otra y mucho menos que toque algún adornito, como solía decir mi padre) y mi hermano impulsado por la envidia se enojó -como todos los años- y me dijo que yo no le permitía hacer nada (ni poner adornos, ni poner las luces, ni decorar como quisiese), yo porfundamente dolida y sabiendo que en dos años debía irme de casa a otra ciudad le dije: solamente vas a tener que soportarme dos años más, después te puedes quedar con todo. Me condené de alguna forma a jamás volver a ayudar a armar el arbolito, le doy la preferencia a mis hermanos, ellos jamás me la dan a mí. Hasta hoy recordarlo me duele, mis hermano quizás no lo recuerda y ahora ni siquiera ayuda a mi madrecita a armarlo, al muy imbécil le da flojera ayudar. [Risas]

11 de diciembre de 2011

Jamás regresar

Estuve revisando las ventajas de desaparecer del "mundillo" literario y probablemente no es tan conveniente como había pensado en un principio. Digamos, por ejemplo, que a partir de este mes no asistirá a ningún evento literario: quizás algunas personas -subrayo algunas- extrañen su presencia. Luego de seis meses simplemente desaparecerá de la boca de todos. Luego de un año nadie recordará que usted asistió alguna vez, sino que se mencionará su triste ocupación actual y no importará lo que alguna vez escribió porque en realidad no era tan bueno. ¿Qué va mal hasta entonces?, pues que aquello que en algún momento le apasionó ahora forma parte de una línea paralela de tiempo, "usted hoy" no es el mismo "usted aspirante a literato" porque ahora no puede tomar un lápiz y escribir con la misma eficacia operativa de entonces. ¡Bingo!... un momento... ¿como es que algunas personas desaparecidas aún están dentro de nuestras cabezas y se les recuerda como hace cinco o diez años?. Desaparece y deja el oficio, condénate a un triste futuro que jamás podrás disfrutar. Desaparece y continúa, siempre recordaremos -amaremos- a aquellos que maduraron y jamás dejaron de hacer lo que les quitaba el sueño (¡no la embarres maldito bastardo, el alcoholismo no te hace mejor, te hace un estúpido imitador de cuarta!). ¿Qué hacer?... [suspiro].

[¿Continuará?]

5 de diciembre de 2011

Odio, envidia

En estos momentos estoy bastante enfadada, miro a mi hermano como a un desconocido y con tanto odio que quisiera estrangularlo, me largo a mi habitación mientras él está en la sala, preparándose despreocupadamente un café, le odio ¡le odio!

Por alguna razón extraña también siento envidia, por estar diluyéndome como una gota de sangre en alcohol dentro del vaso roto que cortó mi dedo, ¿existirá mi nombre en uno o dos años más?...

22 de noviembre de 2011

Notas a pie de página X


De “Puteo Lírico” en Música de cañerías:

“El problema de una lectura de poesía -cuando se llega a las once de la mañana y la lectura es a las ocho de la tarde- es que a veces reduce a un hombre a tal estado que quienes le hacen subir al escenario para mirarle, burlarse de él y machacarle, no esperan de él iluminación alguna sino pura diversión.”

No creo que llegar unas cuantas horas antes a un evento sea perjudicial, en especial cuando eres el protagonista. El problema es que el público siempre -llegues tarde o temprano- espera que les diviertas, ellos no desean pensar en lo que leas, ellos quieren estremecerse de emoción. Todo el espectáculo en la lectura poética es necesario para la permanencia de la audiencia, es bastante simple si lo piensas.

21 de noviembre de 2011

Notas a pie de página IX

De Mujeres:

“-Tú tienes mejor aspecto que en las fotos. Creo que no eres del todo feo.
-Gracias.
-Oh, no quiero decir que seas guapo, no tal como entiende la gente la belleza. Tu rostro es atrayente. Y tus ojos… son hermosos. Son salvajes, enloquecidos, como los de un animal escapando de un bosque incendiado. Hostia, algo así. No soy muy buena con las palabras.
-Yo creo que eres hermosa -dije yo-, y muy simpática. Me siento bien junto a ti. Creo que es bueno que estemos juntos. Bebe. Necesitamos otro más. Eres igual que tus cartas.”

Gente que me encuentro me dice que mis ojos son lindos, que el color es “bacán” y cosas por el estilo, yo creo que es lo único lindo que tengo. Es gracioso pensar que para el resto del mundo soy una loca silenciosa de ojos lindos. Mi familia se encargó de construirme y el resto del mundo se encarga de recordármelo. Lamentablemente a menudo tengo conversaciones en las cuales me transmiten que lo único atractivo en mi son mis ojos, me lo dicen a cada momento, pero a nadie se le ha ocurrido conocerme mejor y ver más allá de mis ojos.

20 de noviembre de 2011

Notas a pie de página VIII

De Hollywood:

“En general no había otra cosa que hacer en esas pensiones y apartamentos baratos cuando se estaba arruinado, muerto de hambre y a punto de terminar la última botella. No había otra cosa que hacer más que escuchar aquellas discusiones salvajes. Eso te hacía darte cuenta de que uno no era el único que estaba absolutamente desencantado del mundo, que uno no era el único que se encaminaba hacia la locura”.

Muchas veces me quedé sola en la habitación que arrendaba con mi compañera de carrera. Sin ningún peso no hay muchas cosas que hacer, me dedicaba a dormir hasta tarde y a esperar que llegara el lunes para asistir a clases. Escuchar el ruido de la gente, el movimiento del resto de arrendatarios y sus discusiones era una actividad que no elegí, pero que me distraía de la situación y me centraba en los asuntos reales que debía solucionar cuando regresara mi compañera. Experimenté la soledad como una especie de viaje psicodélico, el tiempo perdía su significado, el día y la noche se mezclaban, no dejaban espacio para diferenciarlas. Me sentía perdida, loca, ausente, desgraciada.

19 de noviembre de 2011

Notas a pie de página VII

De La senda del perdedor:

“Me miré en el espejo. Era fantástico. Tenía la cabeza completamente vendada. Absolutamente blanca. No se distinguía nada salvo mis ojos, la boca y las orejas, y algún que otro mechón de pelo en lo alto de mi cabeza. Me sentía oculto. Era maravilloso.”

Cuando me siento triste o deprimida, me escondo, acomodo mi cabello para que oculte mis ojos. Sentir que la gente no me está mirando o que no existo para el resto el planeta, es maravilloso. En el colegio me quedaba horas en la biblioteca, sola. Mis “cimarras” las hacía en la biblioteca, en los aniversarios y fiestas me escapaba de las actividades porque deseaba ocultarme de toda esa gente que murmuraba a mis espaldas. En más de alguna oportunidad quise desaparecer.

18 de noviembre de 2011

Notas a pie de página VI

De La senda del perdedor:

“-Henry Chinaski- anunció el director por el micrófono, y yo anduve hacia delante. Nadie aplaudió. Entonces un alma bendita entre los espectadores dio dos o tres palmadas. Había varias filas de asientos dispuestos sobre el escenario para los alumnos recién graduados. Nos sentamos allí y esperamos. El director pronunció su discurso sobre el tema de la oportunidad y el éxito en América. Al poco todo había acabado.”

Mi graduación fue el término de los peores meses de mi vida, con el discurso del director se acababan los conflictos con mis compañeros y profesores. Cuando dijeron mi nombre, se oyeron los aplausos de mi familia, cuando estaba sobre el escenario me sentía demasiado incómoda, mareada, enferma. No tengo imágenes claras de ese día, a mi madre se le ocurrió que debía sacarme los lentes para la ocasión. No sé cuánto duró, pero agradecí cuando todo acabó. No me gusta la gente y estar sentada en medio de los integrantes de cinco cursos, sus padres y familiares, profesores y niños de cursos inferiores, me dejó deprimida. En mucho tiempo no volví a hablar de eso.

16 de noviembre de 2011

Notas a pie de página V

De La senda del perdedor:

“Fuimos hasta el bulevar y entramos en un almacén que vendía chicle. Compramos varios paquetes y nos lo metimos en la boca. A él le preocupaba que su madre lo descubriera. A mí no me preocupaba nada. Nos sentamos en un banco del parque mascando chicle, y yo pensé, bueno, ahora sí que he encontrado algo, algo que me va a ayudar en los días venideros”.

Henry se refiere al alcohol, él lo probó muy joven y no lo dejó en toda su vida. Apenas dejé de vivir con mis padres, el alcohol fue un modo fácil de evadir mis problemas y la soledad, no puedo decir que bebiera demasiado, pero prefería “tomar” antes de juntarme con alguien a conversar. No es un asunto que me guste contar, pero de hecho nunca lo negué o traté de ocultarlo. Tal como a Henry, no me importaba ser descubierta, nunca intentaba tapar el olor ni parecer particularmente preocupada por las consecuencias de mi actuar. En primera instancia solucionó mis problemas, pero a medida que corrían los meses mi ánimo fue decayendo y como no, pues el alcohol brinda ayuda momentánea, pero te la cobra de modos extraños. Henry nunca dejó de beber, nunca se arrepintió y muchos de sus relatos están íntimamente relacionados con sus borracheras, yo dejé de beber sola y muchos de mis relatos están basados en madrugadas acompañadas de alcohol.

14 de noviembre de 2011

Notas a pie de página IV

De La senda del perdedor:

“Así que eso era lo que querían: mentiras. Mentiras maravillosas. Eso era todo lo que necesitaban. La gente era tonta. La cosa iba a ser fácil.”

En séptimo básico contesté algunas preguntas en base a experiencias personales, cada respuesta fue sincera y detallada. Algunas semanas después, mi profesora habló con mis padres y les explicó que tenía una autoestima baja, mis padres se enfadaron conmigo y desde ese entonces decidí mentir.
Para mi tranquilidad, las personas creían mis mentiras, de hecho les fascinaba cuando les contaba alguna historia, pude salir bien parada de muchos problemas por mentir descaradamente. Hace un par de años me hice consciente del asunto, mentía a cada momento, incluso sin obtener beneficios a cambio. Decidí expresarme sinceramente o guardar silencio, ahora cuando deseo mentir, escribo relatos sobre cualquier tema, la gente que lee mis historias me felicita por escribir mentiras.

13 de noviembre de 2011

Notas a pie de página III

De La senda del perdedor:

“Mi padre había empezado a no gustarme. Siempre estaba furioso por algo. Allá adonde fuéramos, siempre se metía en discusiones con alguien. Pero a la mayoría de la gente no parecía asustarla. A menudo simplemente se le quedaban mirando con calma, y él se ponía más furioso.”

Mi padre es, a los ojos del mundo, una persona bastante violenta. En muchas oportunidades se ha involucrado en peleas, aunque nunca sin provocación de por medio. Quiero aclarar que nunca ha sido violento con nosotros -la familia-, pero con las personas del exterior es capaz de reaccionar mal cuando le provocan. A medida que fui creciendo, me di cuenta de las diferencias entre nuestra familia y el resto. En mis años de adolescencia mi parecido con mi padre me trajo problemas y comencé a disgustarme con él. Ahora que está más viejo, se enfada con frecuencia, incluso porque no sonrío cuando me invita a pasear o porque peleo con mi hermano. Henry albergaba mucho odio en contra de su padre, principalmente porque lo golpeaba y nunca cumplió con su rol de padre, yo siento una amalgama de sentimientos hacia mi papá, él me ha dado la fuerza suficiente para afrontar cualquier desafío que me ha presentado la vida, pero constantemente tengo conflictos fuertes cuando tengo que pasar largo tiempo en su compañía. Hoy prefiero evitar las temporadas con mi padre.

2 de noviembre de 2011

Notas a pie de página II

Ordenando y conectando [esas cosas del proceso creativo].

[1/Abril/2010]

Y pocas veces tengo ganas de hacer, abandonarme algunos minutos en alguna escena construida a ciegas. “Snip snap” desde la cámara fotográfica encierran nuestra imagen para el bien de otros. Desde el papel aparece un mar de ideas entrelazadas de mal modo. Un salto, otro y otro. Pisadas que parecen negar el peso que sostienen, pasan minutos y esos cuerpos necios regresan a su posición original. 

Notas a pie de página I

Lo improbable de un “para siempre”.

[30/Marzo/2010]

Apaga las luces y los rostros desaparecen.
Caminaban con pasos inseguros, esos pies intentan guiar un cuerpo, esos dedos calientes que se encuentran con pedazos de un ser extraviado en la oscuridad. Un haz de luz amarilla permite ver sombras voluminosas, todos caminan, un paso al lado de otro, te mueves de un extremo a otro intentando sentir la duda de otros seis cuerpos.
Detente, del suelo al cielo y sin tener conciencia de ello, eres pieza única de una escultura viva, escena tras escena, una continuación de la otra, rostros juntos y la impresionante sensación de pertenecer a un universo que respira, transpira y siente.

30 de octubre de 2011

Otra de tantas

1.- El quejido de gato moribundo no dejó que los asistentes se concentraran... de todos modos no importaba.

2.- ¿Por qué no ponemos nombres de vivos a nuestras instituciones?, o mejor ¿es necesario que alguien muera para que nazca una iniciativa de "ayuda a poetas jóvenes"?

3.- Voces inadecuadas, sonidos erróneos, escucho cantar y no entiendo la letra de la canción.

4.- Me someto a los experimentos básicos de adultos con un computador, photoshop y mucho tiempo libre (no valió la pena).

5.- Marino ¿no será mucho?, hay poetas trepanados, lobotomizados ¡tú conservas aún todas tus extremidades, suenas feliz y encantado por las distancias!

6.- Bla bla bla bla, acaba de una vez; ha-bla.

7.- Paulo San París... risas querido, tienen un centro de estudios poéticos y no leen bien (aún).

8.- Escucho murmullos ¿molestan, distraen o entretienen? ve y pregunta a los asistentes.

9.- ¿Se tomará bien la crítica?, según leí ellos creen en la crítica... "Prohibido no criticar".

29 de octubre de 2011

¡Doscientas entradas!

¿Alguien me invitaría una cerveza por doscientas entradas?...
Saludos a mis lectores frecuentes, a los que dejan comentarios y a los que me invitarán alguna cerveza.

Aquellas cosas de una vida anterior...

Hace algunos días iba caminando sin destino y decidí desviar mi ruta hacia un callejón en que, desde lejos, se veían cajas con cuadernos y algunas bolsas de papel -aquellas bolsas rectangulares de cartón que dan ahora en las tiendas-, me acerqué muy emocionada por mi descubrimiento, después de todo uno no todos los días encuentra cuadernos destinados al basurero. El asunto se volvió triste cuando acabé de revisar todo lo que allí había, por lo menos diez cuadernos de alguna universitaria ordenadísima, dos agendas repletas de eventos, fotocopias bien corcheteadas, trabajos de clases terminados, carpetas con guías... la vida de una chica universitaria tirada a la basura. Si lo piensas es bastante triste: verás, la chiquilla, luego de dos años de esforzarse estudiando y yendo sagradamente a la universidad se da cuenta de lo que desea, ella quiere "pegarse un tiro", se despide de mascota, deja a su novio, guarda los objetos que representan mejor sus últimos dos años de vida y se va a buscar un lugar tranquilo. Dos semanas después sus padres se enteran, sus cuadernos les recuerdan a la hija que iba a ser su orgullo hasta que ambos muriesen, ellos deciden deshacerse de todo. Dos horas después pasa Pía, revisa todo y lo único que se lleva es un marcapágina que encuentra en una agenda del 2002, se lo mete al bolsillo, busca un cigarrillo entre sus ropas y camina sin destino en busca de feliz útil basura.

13 de octubre de 2011

Cosas que debes hacer algún día...

Un plaquette: dispuesta a hacer caso de los consejos de mi estimado Harry Moreno de "andar trayendo" mis textos, nace "Los ojos tristes de mis compañeras de cama", una historia que puedes leer en este blog (aunque el plaquette tiene una capítulo X a modo de cierre, además de las correcciones pertinentes).


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Una marioneta: este muñequito nació como una apuesta...

-¿Sabes hacer marionetas?
-Sí
-¿En serio? ¡como no me dijiste! a mí me encantan
-No es difícil...
-A que no puedes hacer una antes de la otra semana
-Bueno

[Dos días después]

-Ahí está
-... [sin palabras]


10 de septiembre de 2011

De conversaciones inconclusas XVIII

La seguidilla de acontecimientos me marea, me estremece, me entristece -a veces. No estaba contando con las consecuencias de los actos del resto (ni de ti), es un error común si te pones a pensar. ¿Por qué hemos dejado de hablar? ¿por qué los árboles dejaron de protegernos? ¿por qué las samaras vuelan en sentido contrario, hacia arriba?. Atesoro cosas que no debería, regalillos inusuales, cartas a medio escribir, reproches en forma de baraja americana. ¡Tengo un álbum en donde pego las fotografías de todos nosotros! -ediciones Me pego un tiro- sobres, invitaciones, temores y sueños ¿me consideras boba ahora que lo sabes?…

9 de septiembre de 2011

VI.- Helado de limón

La lengua de la jovencita se veía apetecible, las piernas cruzadas dejaban poco a la imaginación, un brazo se extendía hasta el banco en dónde se encontraba sentada junto a su hermanito, en la otra mano sostenía un helado a medio comer, un helado de limón. Encendí un cigarrillo. Ella abrió la boca, sus labios con un ligero brillo rosa me pareció provocativo, lo curioso es que el hermanito miraba tan embelesado como yo a la muchacha del helado. Sonreí de medio lado, le di una calada al cigarrillo. El hermanito miraba con la boca abierta cómo la muchacha lamía el helado, con la lengua extendida, de abajo hasta la punta. Yo seguí mirándola, su hermanito también. Me levanté y el pequeño niño se apoyaba en las piernas de su hermana, le deba un lengüetazo al helado y me miraba burlándose de mí. Tiré la colilla aún encendida del cigarrillo hacia atrás, en donde el niño caminaba de la mano de su hermana, el cigarrillo quemó el muslo izquierdo del niño, a él le dolió, pero no lo hizo evidente, él no quería que su hermana le soltara la mano.

8 de septiembre de 2011

De conversaciones inconclusas XVII

El viento es más fuerte aquí que en nuestra ciudad, aquí levantas la voz dejándote llevar por discusiones poco serias, mirando al desconocido que no dará su brazo a torcer. El viento me trae tu voz, a través de las paredes, de los vidrios estropeados. El árbol que tanto odias me observa y me invita a montarlo, a utilizar como escaleras sus tumores y cicatrices, contemplando el desorden que desatas ahí abajo, con tu voz alta y tus enemigos rondando, observando, provocándote. Me senté algunos minutos sobre las tablas que, encajadas en la bifurcación principal del tronco, hacían de asiento; allí esperé tu aparición, pero aquellos desconocidos te retenían, siempre lo hacen.

7 de septiembre de 2011

El tabú del bebedor solitario

¿Quién quiere beber solo?… la molesta sensación de que te observan, te juzgan, hablan de ti. ¡Borracho! ¡solitario! ¡adicto! ¡sin amigos!, el insistente cosquilleo en el cuello que te indica que eres el centro de atención de la mayoría de las mesas que tienes alrededor, un cigarrillo, otro, otro. Un vaso, otro, dos más. Pequeños silencios, conteo de monedas en el bolsillo, cigarrillos, aros de humo, p-a-r-a-n-o-i-a. Ida al baño, regreso y otra cerveza, amarga sinfonía, depresión, agobio. Risitas cómplices, chiquillas con sus jugarretas, brillo labial. Nadie habla, nada pasa, el tabú del bebedor solitario. Incluso el humo escapa, incluso el ventilador baila con el humo que rechaza al solitario bebedor. ¡Ah, la luz del semáforo! mirada perdida, incomprendido bebedor solitario, casi atropellado, casi durmiendo por un encuentro poco afortunado con una señal de alto. Pierdes una pipa, una caja de fósforos, un poco de memoria y en cambio tienes los dedos rotos un poco ensangrentados, finges locura sabiendo que tú no tienes a quien mentir.

6 de septiembre de 2011

De conversaciones inconclusas XVI

Un muchachito me dijo algunas cosas al oído ¿me mintió? no, él decía la verdad. Sobre mi cama pienso que el preámbulo fue un pérdida de tiempo, de energía, de caricias y abusos, si en aquel entonces esperaste pacientemente ¿cuánto más podrías esperar?. Si viene y va como la lluvia, como la semilla alada que escapa del árbol ¿qué más da el resto?, ya se irá con el viento, no tengo que adivinarlo. La soledad es extraña ¿sabes? mi mejor momento se presenta en soledad y sabiéndolo me niego a ella, piensas mal de mí ahora que lo sabes ¿cierto?. Si escapo de mis momentos de soledad y la compañía no me es satisfactoria ¿está bien el camino sobre el que me dormí?.

5 de septiembre de 2011

V.- Aficionada a las carreras

Levanté la vista y enfrente vi sus pechos rebotando porque ella corría, me sonrojé, no pude evitar observarla y quedarme boquiabierta por la sensación cálida que me transmitía. Intenté desviar la vista, ella lo notó y detuvo lentamente su carrera, acercándose con largos pasos enérgicos, mirada altanera, balanceando sus caderas con poco disimulo. Deseé que ella se largara de una vez, mi afición voyeur me bastaba para pasar los días, sus maravillosos pechos demasiado cerca me provocaban una sensación extraña, casi desagradable; cerré mis ojos.
- ¿Qué haces? ¿acaso miras mis pechos? ¿acaso te excita verme corriendo? ¡responde maldita pervertida!
- Yo… a…
De una patada interrumpió mis balbuceos, ella sí que tenía una piernas fuertes. Al día siguiente fui al mismo lugar para disculparme por haber mirado descaradamente sus pechos. Ella no apareció, debió de cambiar su ruta de entrenamiento.

25 de agosto de 2011

El dilema de incluir a una desadaptada [Pía, la muchacha feliz]

Desde que tengo memoria, las personas que me ha tocado conocer vienen en pares… dos amigas que me conocen gracias a algún chiste que les conté, dos amigos que me conocen porque les soplé en una prueba, dos “repitentes” que se sentaron a mi lado porque no había más sillas vacías, un par de amigos que arrendaban juntos una casa; es extraño porque me adaptaba a esas personas, las acompañaba a lugares que a ellos les gustaban, hacía cosas que a ellos les agradaba y no tenía mucha participación, supongo que por eso no importaba mucho si yo estaba ahí o no. Recordé aquello mientras veía las bolutas de humo esfumarse sobre mí, lo dije a un amigo y sonreí. La gracia no es incluir a una desadaptada ¡es quererla!  porque los que beben junto a mí también son desadaptados.  

3 de agosto de 2011

Pía, la encontrada

Me preguntaba si odiarse es algo bueno, después de todo estamos tan preocupados de los demás que pareciera que nos olvidamos de nosotros. Hago labores de reparación de libros estropeados. Me dedico a confeccionar muñecas de trapo. Me encanta estar sola cuando acabo de corregir algún texto a medias. Tengo tareas pendientes que quisiera hacer rápido y eficientemente, pero depende de otras personas lo expedito del trámite. ¿Qué les diré a las personas que hablan mal de mí cuando me vean sola? ¿que mi amante me dejó tirada por otra lesbiana?... [risas]. Intentaré subir entradas al blog aunque no esté preparada para retomarlo, creo que el "rosa" ya perdió un poco de brillo y es necesario un pequeño retoque.

PD: Señor Lector, si no le gustan estos arranques de sinceridad o tiene algo de qué quejarse, guárdese sus comentarios, no quiero comentarios, no quiero sentir que debo satisfacer a un extraño cuando apenas puedo satisfacer mis necesidades. Muchas gracias.

25 de julio de 2011

Pía, la perdida

Hace días espero que una persona me llame, así concluiríamos la conversación que dejamos a medias. Hace una semana que no entro a la ducha, hace mucho que dejé de preocuparme por la gente que mira mi cabello y se pregunta por qué está tieso, hace rato que no me interesa que alguien me acompañe a beber ¿necesito o no a esa gente que me agrada?.

5 de julio de 2011

¿Otro héroe? ¡no por favor!

Leí este texto en una red social y quise completarlo escribiendo un pequeño cuento a propósito del tema, completando los versos y transformándolos en prosa.

De: “El valor de los poetas” de Harry Gonzalo [en azul].
Mejora: “¿Otro héroe? ¡no por favor!” de Pía Ahumada [en amarillo y azul].

Hoy tuve una idea pues me sentía el jodido amo del universo, mi ego había aumentado 0,1%,
Y tomé valor, ya era hora de recordarle al mundo que soy el mejor poeta del mundo. En auto
Llegué a mi casa y afilé el cuchillo, uno de cocina que le regalé a mi mujer el día de la mujer
Caminé sereno bajo la noche empinando el codo, casi tropiezo con mis propios pies, en fin,
Pensando mi próximo movimiento miré al cielo y pensé que las estrellas son bellas luciérnagas
Y le robé el fusil a un milico pajarón que orinaba cerca -ambas manos en la pija ¡demasiado! -
Que hacía guardia en molinos viejos, tenía demasiado tiempo libre al igual que yo y mi poesía,
Hoy tuve una idea (¡una idea genial! como mi abdomen abultado de  mujeres  y buenvivir):
Una idea que a nadie más interesó o atrajo, una que no considerarían por jactanciosa, a nadie
Se le habría ocurrido ¡a mí sí! el escogido entre los mejores, el elegido entre los bendecidos,
Y salí a matar poetas, poetas jóvenes, poetas malos, mujeres poetas, homosexuales poetas,
Uno a uno fueron cayendo muertos, acribillados, con sus rostros ensangrentados, llorando,
Los “prolijamente” escogidos, los que se creían los elegidos, lo que disfrutaban como elegidos
Y luego amontoné sus ahora útiles cadáveres, me bajé los pantalones y me masturbé mirando
A orillas del rio Elqui como hacen los místicos y los verdaderos poetas y los famosos poetas.
Hoy tuve una idea genial: “me las mandé” “soy un geniecillo” “un pequeño Rimbaud”…
Y salí a matar poetas que publican en redes sociales, que hablan de la caca y de sexo malo
Ahora sí vale la pena leerlos, mañana me pegaré un tiro y seré famoso también ¡oh lalá!.

*No le he pedido permiso al autor, pues él tomó el riesgo de publicarlo en una red social. 
No tengo intenciones de quitarle el crédito ni la autoría.

25 de junio de 2011

Contando ovejas negras con poca lana

La última vez que fui a ver a mi familia (a mi ciudad natal) crucé algunas palabras con mi madre, ella revisaba un ejemplar de la revista Escarnio y me preguntaba quienes eran los editores de la revista, yo le dije sus nombres y los textos que aparecían de ellos publicados en ese número, ella los leyó y comentó: estos niños son intelectuales, escriben muy bien, con muchas cosas, y yo en tono gracioso le dije "son muy buenos, leen mucho... de los tres soy la oveja negra, lo más malo", a propósito de mi comentario ella sonrió dándome la razón; fue curioso porque ella siempre le dice a sus amigas que me apoya y siempre está atenta a lo que hago porque es mi "fan", sin embargo, cuando comencé a leer -y escribir- a ella no le gustaba mucho: perdí a mis amigos y mis enemigos perdieron el interés, además mi profesor le dijo a mis padres que yo me iba a suicidar. Muchas veces pienso que mi madre dice que me apoya o que es mi "fan" porque le corresponde como la madre responsable que es, no creo que entienda siquiera la mitad de los textos que lee. 
A propósito de estas sonrisas de poca confianza, hace algunos días escuché un comentario similar, eso sí, lo escuché por un cuarto sujeto que me transmitió la información, era algo similar al asunto de "la oveja negra", pero esta vez los descarriados éramos dos [risas], es gracioso porque un desconocido se siente con la autoridad de hablar de las capacidades de los demás sabiendo que sus "gracias" ya caducaron. 

PD: por favor no escriban comentarios, si llega alguno lo leeré, pero no lo publicaré.

13 de mayo de 2011

De conversaciones inconclusas [XV]

Los árboles parecen ser nuestros únicos testigos ¿qué insinúan? ¿cómo es que no alcanzamos a embriagarnos con el curioso ritmo de sus susurros?. Las estrellas, la luna menguante, Saturno. Pocas veces he deseado tanto, tantas veces y sigues diciendo cosas que harían estallar en llanto a cualquier otra mujer, respondo con la verdad o dejo que el silencio aleje tus sentencias, nada más. El silencio es algo que pocas personas quieren. El cigarrillo deja su marca en las ropas, en mi rostro hay siempre una sonrisa de medio lado. Perros cruzándose otra vez en mi camino, perros que muerden mis zapatos, perros que beben y se mojan las patas, perros que cantan, perros que caminan en tres de sus cuatro patas.  

11 de mayo de 2011

El insano ritual de cada noche I

*Cigarrillos liados a mano.
El humo de aquellos cigarrillos es particularmente denso. Siempre la mirada perdida intentando seguir el humo que sale de su boca. El contenido de cada inspiración debe llegar a tu boca, todo lo que alcances a guardar sin distorsionar para ello tus mejillas, el contenido debe introducirse a tus pulmones llenándolos, un resto quedará alojado en tu boca. La nariz permitirá que tus pulmones evacúen el humo, no sin antes botar el humo de tu boca formando círculos, rostros, mujeres; esta es la sustancia pura y densa con la que puedes jugar a ser un animal, las rutas que toma el humo te da una idea de la velocidad y dirección del viento. El humo que te conecta con el verdadero vicio se calienta en tus pulmones, queriendo salir por alguna vía produce un ardor en la garganta, detrás de la nariz. Un leve mareo llega a tu cuerpo en lo que el humo sale a través de la boca, las piernas temblando como a continuación de un orgasmo. La última calada más caliente que las predecesoras y con el sonido del papel quemándose dentro de la boquilla, la inquietante sensación de que necesitas liar otro. El silencio, la noche, la contemplación de todo lo que jamás habías notado.

De conversaciones inconclusas [XIV]

Los perros respiraban al compás del suelo, dormidos seguían los destellos verdes de las raíces que a momentos  se dejaban ver. Los árboles siempre presentes quizás quieran decirnos algo ¿cómo saberlo?. Necesitaba vomitar, vaciar mi estómago de los perros que respiraban unidos a mi vientre. El sonido de todas las cosas, de todos aquellos pequeños perros que intentaban llamar mi atención, las jugarretas y el forcejeo, perro durmiendo a mi lado, más allá y hasta donde podía ver.

IV. Las hojas aplastadas.

Larga avenida de semáforos en rojo, yo leía. El sonido de las hojas secas quebrándose se escuchaba a mi espalda, detuve mi lectura y esperé que el ruido cesara. Las personas caminaban por la acera cercana, a ambos lados, pocos automóviles. La errática caminata de una viejecita de falda larga, chamarra y gorro de distintos colores me llamó la atención, a cada paso intentaba pisar una de las hojas estrelladas que yacían en el suelo, a cada paso tronaba una hoja y si no lo hacía, la abuela movía su pie sobre la hoja hasta que lograba quebrar el delicado marrón que se había asentado en ellas. Sonreí, seguí leyendo mientras el sonido de las hojas aplastadas me hacía grata la visita a la avenida. Quizás algún día puedas escuchar los pasos de la viejecita.

10 de mayo de 2011

Los ojos tristes de mis compañeras de cama [IX]

En el balcón era fácil encontrarla mirando el cielo despejado del desierto, viví algunos años con ella, los tiernos años de su niñez. Una cuantas veces cerré la puerta para que nadie pudiera ver lo que hacíamos allí, los detalles de nuestras conversaciones las escribió en un diario que más tarde sirvió de prueba para que me alejaran de ella. La casa era grande, de dos pisos, un balcón con baranda de madera, ventanas grandes, todo estaba siempre limpio, demasiado limpio para una casa que debía soportar las inclemencias del desierto más árido del mundo. En aquel balcón tomé su mano y la besé con sentimientos de culpa pulsando en mi estómago. Yo bebía cerveza, ella jugo de naranja con algunas rodajas de plátano en el fondo del vaso. Su ropa era la de una niña, los detalles de la tela estampada con flores me provocaba abrazarla hasta que me pedía que la soltara, aquellas flores fueron testigos de tantas tardes de pequeños besos. ¡Ah! pequeña mariposa observando el cielo ¿cuándo emprenderás el difícil camino?. En aquella casa ya alguien sospechaba de algo extraño, los ancianos siempre saben lo que sucede a su alrededor o creen saberlo, da igual, la anciana completó la historia con cosas que no había visto, buscó alguna prueba y la expuso. Naturalmente me expulsaron de la familia, de la casa, todos me aborrecían. Le dije a mis amigos que me iba a estudiar a otra ciudad y tuve una coartada perfecta, nadie jamás volvió a preguntar. De vez en cuando le envío una carta y ella la responde con la frescura de los años de su niñez.

9 de mayo de 2011

De conversaciones inconclusas [XIII]

El cielo parecía fundirse con el árbol que jamás se movió, las hojas, el tronco. Las cenizas de una vieja fogata hacían que toda aquella visión fuera de un pasado duro. El fabuloso descubrimiento de algunas flores que conservaban su color aunque hace tiempo habían muerto. La soledad y el silencio que tanto me hacían falta me dieron una último respiro antes de regresar y de preocuparme, y de esperar, las últimas cartas o las primeras de otro tipo de misivas, ¿se podrían publicar aquellas cartas que ambos escondemos debajo de nuestras camas?.

19 de abril de 2011

De conversaciones inconclusas XIV

Summertime...
A su derecha la explosión de la galaxia árbol. ¡Oh el éxtasis!, el denso humo saliendo por todos los agujeros del cuerpo. Mi sombra completando la sombra de un árbol, un monstruo de un brazo humano, de media cabeza humana, de una extensión infinita sobre el suelo, improvisación sobre las calles dormidas.

17 de abril de 2011

Los ojos tristes de mis compañeras de cama VIII

Su nombre era algo extraño -Jennifer-, su rostro era bastante particular, sus piercing, su cabello negro con algunos reflejos rojos, su vestimenta, su sonrisa. Unas cuantas veces me acerqué lo suficiente para excitarme con el olor a perfume que salía de su cuerpo, sus uñas siempre estaba pintadas de burdeo, sus párpados siempre lucían una sombra negra perfectamente aplicada. Las primeras veces que la visité en su casa pensé en seducirla, pero a cada visita era más difícil acercarme a ella; la timidez que desde el comienzo impidió acercarme hacía estragos en mi cuerpo, me sentí desvalida tirada en su sillón blanco. La vi dormir y embriagarse, la escuché maldecir contra el mundo, la observé atentamente mientras miraba televisión. ¡Oh, mi corazón palpitando!, sus manos, la delicada posición de sus piernas al sentarse, la calidez de su rostro al besar mi mejilla. No sabía en realidad de qué manera plantearle mis sentimientos, no sabía bien cómo dejar de desearla, no sabía su debía declararle mis sentimientos ¿se quedaría ella conmigo? ¿me odiaría el resto de nuestras vidas?. No me gusta hablar de ella porque siempre tendré que reprimir algo, un beso o una caricia, un pequeño detalle que ella y yo sabremos interpretar, algún texto que me permita enviarle en cartas, pequeños cuentos que la incluyan y que relaten un episodio en que me jura amor eterno. Ella sigue viviendo, ella sigue escuchándome cuando lo necesito; creo que ella es la única que me ha besado con amor. Desperté con el ligero roce de su mano sobre mi cabeza, una simple muestra de afecto que acabó por impulsar mi deseo de tenerla entre mis brazos y besarla sin miedo. Tiré de su brazo hasta que perdió el equilibrio y fue a dar sobre mi cuerpo, la rodee con mis brazos de tal modo que no pudo liberarse por más que lo intentó. Por favor, no me gustan las mujeres -dijo mientras se le escapaba un lágrima-. Lo sé -le dije mirándola a los ojos-, pero necesitaba abrazarte y decidir lo que siento por ti, es difícil ser amiga de una mujer como tú, tan bella, deliciosa. Nuestro encuentro acabó cuando un descuido de mi parte provocó su caída sobre la alfombra, me levanté a ayudarla y le besé por última vez.

29 de marzo de 2011

Las sorpresas que trae el gato [II]

Al muchachito le encantaba vagabundear por las plazas de cualquier lugar, dormía en preciosos jardines en que parejas de jovencitos se recostaban mientras pensaban qué harían a continuación con el dinero de sus padres. Cada uno de ellos era egoísta, todos miraban al muchachito con un poco de miedo, con un poco de asco, el temor a una vida despreocupada, el temor a dormir junto a los perros. El muchachito encontró un pequeño trozo de carbón y decidió que un par de bigotes dibujados en su rostro lo convertiría en un animal más, dormiría con otros animales y se lamería con paciencia a la vista de las parejas que a esa hora disfrutaban de un paseo en el parque. Una mujer mayor se acercó con cuidado y acarició al muchachito porque creyó ver en él a un gato perdido, el muchachito se sintió extasiado por las caricias tan puras que la mujer le regalaba, se durmió disfrutando el gris del cielo.

22 de marzo de 2011

III. La amante de los árboles

Una mujer bastante mayor de brillantes cabellos blancos se acercaba cariñosamente a un árbol joven de aspecto limpio, un árbol en una plaza céntrica de la ciudad. Pensé que la ubicación del árbol era la razón del inesperado acercamiento de la mujer, pero el encuentro fue mucho más allá de lo que pude imaginar en aquel momento de dedicada observación. La mujer se acercaba más al árbol y yo procuraba disminuir la distancia entre mis pasos, la observación detallada es indispensable en este tipo de eventos. Extendiendo los brazos formando una cruz con su cuerpo, ella abrazó al árbol en que asomaban algunas flores amarillentas, la mujer reía e imprimía fuerza en ese simple gesto de amor. Mis ojos se enamoraron de esa sonrisa tan sincera que podía leerse a muchos metros de distancia, esa sonrisa quitó de mi mente todas las cosas malas de ese día.

16 de marzo de 2011

Los ojos tristes de mis compañeras de cama VII

Tenía miedo, las cosas no salieron para nada bien. La temporada que pasé encerrada en mi habitación me sirvió para comprender que la mayoría de los pasos que había dado en mi vida amorosa habían fracasado porque yo no correspondía al modelo de muchacha común, mi cabello descuidado, mis ojos tristes, mis manos hinchadas y algo magulladas ¿quién desearía dejarse seducir por una persona tan descuidada en su apariencia?… si existía gente linda, también existían personas feas, gente que se atraía porque no se sentía bien consigo misma ¡bien! una mínima oportunidad de pasar acompañada estas últimas semanas de frío. Mientras miraba el cielo recordé que a principios del invierno algo extraño había sucedido, un encuentro algo desagradable en una plaza, mientras dormía para dejar de mirar a las preciosas chicas que se paseaban por ahí. Regresé al lugar y fingí dormir, a las dos horas una mujer bastante extraña se acercó, llevaba una especie de capa sobre toda la ropa que tenía puesta, se recostó a mi lado y al rato se quedó dormida, olía a flores, a hierbas, a tierra húmeda, a lluvia ¡lluvia en el desierto!, mis ropas se saturaron del intenso olor a bosque, ella era el bosque que había venido a dormir a mi lado para alejar mis penas. No pude evitar el impulso de despertar a la mujer, la tomé de ambas manos y le dije que no se asustara, ella tenía los ojos de color violeta, su boca tenía sabor a canela, su piel tenía sabor a frutas, su entrepierna olía a flor silvestre. Apenas salían gemidos de su boca y eso me excitaba, ella abrió sus piernas como invitándome a deleitarme con todo aquello que guardaba dentro de su cuerpo, alcancé a percibir el ligero aroma de las amapolas y no pude resistirme a introducir dos de mis dedos para intentar alcanzar aquellas flores que crecían en su interior ¡algo tocó levemente mi dedo!, algo como un palillo palpando desde dentro lo que se aventuraba a molestarlo. Me asusté y saqué inmediatamente el dedo, estaba ennegrecido por alguna sustancia desconocida para mí, despedía un olor repugnante. La miré con desprecio y me levanté, desde su vagina se asomaba un dedo igual al mío, se movía quebrándose en cada falange ¿era acaso un dedo? ¿cómo era posible que una réplica de mi dedo se asomara por su vagina?. El temor se apoderó de mis piernas, no había nada más que hacer, dormí por dos días seguidos, todo aquello me había agotado. 

14 de marzo de 2011

Los ojos tristes de mis compañeras de cama VI

La amistad jamás ha sido mi fuerte, mucho menos con mujeres ¡esas maravillosas fuentes de amor!. Resignada a perder un mes más buscando una pareja estable mi amistad con Carola, una rubia de proporciones mayores , avanzó más rápido de lo que había podido adivinar. Como por arte de suerte, todas las cosas se dieron para que le propusiera arrendar una pieza conmigo, la economía de ambas se iba a pique, nos convenía a ambas compartir habitación, y así convencí a Carola de que viviera conmigo. Los meses no favorecieron nuestra amistad, de hecho la complicó, no hay nada más desesperante que tener a una mujer a tu lado y no poder atreverte a nada por temor a perder su amistad -que es lo único que posees en los momentos de escuchar su pausada respiración por las noche-, no es agradable pasar los días esperando sucesos que jamás sucederán. Esa muchachas rubia, mí rubia, era una de esas mujeres con eternos problemas con los hombres, que uno, que otro, que dos o tres corriendo detrás de ella; el encanto de una rubia risueña es difícil de ignorar, yo ya había caído en sus redes cuando escuché ciertos comentarios de parte de gente que nos conocía a ambas. De estar loca ¿yo?… quizás, de ser de trato difícil ¡sí!, de ser una ebria malagradecida. ¡Ella y sus jodidos problemas con hombres!. Desapareció de mi vida como la última hoja de otoño, ella jamás dijo algo al respecto aunque yo la valoraba y la quería como una amiga.

Las sorpresas que trae el gato [I]

[Comienzo de la segunda parte] [A la primera parte]

El sujeto se despidió muy contento, sus palabras eran las de alguien que estaba seguro de lo que decía, se iba a paso rápido agitando su mano y calificando al muchachito de “poetiso” ¡y qué cara tenía el muchachito!, una débil risa se le escapó cuando dejó entrever sus dientes, así decidió no darle importancia al sujeto que minutos antes le había ofrecido vino y una manta para el frío que comenzaba a afectarle las articulaciones. La palmera bajo la cual se cobijaba le permitía admirar el extenso terreno cubierto de césped, algunas otras palmeras disminuían la panorámica que tenía del cielo, sus manos comenzaron a entumirse. Guardó el cuaderno que siempre le acompañaba y se alejó a paso lento, a esas horas de la noche y después de haber pasado varios días a la intemperie lo único que necesitaba era una cama para descansar; se decidió a caminar al oriente.

5 de marzo de 2011

De conversaciones inconclusas [XIII]

No quería recibir todo aquello. Esa visión del pajarillo posado sobre las ramas, casi oculto, jugueteando. El cielo que parecía abrirse para recibir todas aquellas miradas curiosas desde la tierra. El árbol de valvas con pequeños resquicios de flores moradas "árboles posados sobre pájaros".
La brisa se llevaba la gracia de mi atuendo, el mar sobre mi torso agitándose con cada paso, el leve cosquilleo del sol sobre la piel descubierta. Empuñé las manos sosteniendo las olas del vestido, él se fue.
Caballero vagabundo que caminaba en dirección contraria, le observé todo el tiempo, jamás miró atrás. Mirando su chaqueta negra pude adivinar el ancho contorno de su espalda, vi que balanceaba los brazos flojos, él siempre tiene actitud alegre y divertida.

2 de marzo de 2011

De amor y paranoias [XIX]

El muchachito loco y borracho se levantó porque intuyó que el tren pasaría frente a él, se acercó a las líneas y cerró los ojos para sentir en sus entrañas el golpeteo de un orgasmo ¡el sonido cosquillear a través de sus pies!.
El joven rostro de facciones tranquilas esperando el paso del tren, con los brazos extendidos al cielo, respirando cada vez más rápido y el tren a pocos metros de su cuerpo; el árbol quieto, el árbol joven, el árbol acariciado por las brisas anuales.
La hambrienta tierra gemía por recibir un nuevo hijo...
El muchacho loco y borracho saltó esquivando por poco el paso del tren, su rostro estaba húmedo por el sudor, sus piernas temblaban. Bajo la protección de quien le observa se queda dormido ¿en realidad duermes mi querido caminante?.
 Las calles estaban vacías, en la madrugada sólo los suicidas cruzan los puentes.

[Final de la primera parte]

19 de febrero de 2011

II. Café azucarado con cabellos canos

Un segundo encuentro fascinante -esta vez con una mujer medio hippie- me hizo recordar que en el momento que menos lo esperas las agradables sorpresas del sexo femenino te hacen estallar de emoción. Tenía un vaso blanco en la mano izquierda, se acercó lentamente a saludarme, nos besamos las mejillas y ella tenía la punta de algunos de sus cabellos humedecidos con café, lo vi y de inmediato le dije que su cabello estaba sucio, quité el café con los dedos de la mano izquierda, arrastrando la espuma del café hasta las puntas de su cabello castaño cobrizo. Ella miró a otro lado y yo me fui a un lugar solitario a oler mis dedos, a lamerlos, a disfrutar del café azucarado de aquella mujer medio hippie.

11 de febrero de 2011

I. Escuchar, sorprenderse y besar

Al levantarme de la silla sentí la necesidad de besar a esa mujer de voz extraña, lo hice y luego me despedí de un par de personas sentadas a mi derecha. Aunque todo aquello sucedió en unos segundos, pude perderme en ese beso sonoro, casi de niños, mis labios demasiado cerca de su mejilla pudieron sentir el calor que la cubría, ahí besé a mi madre, a mi hermana, a mi tía, a una fumadora, a una bebedora; miles de mujeres concentradas en aquel trozo de piel que quizás jamás pueda tocar con mis manos. Es curioso que me llame la atención una persona como ella, espero poder escucharla más seguido.

30 de enero de 2011

A propósito de un café literario:

1.- Todo sigue siendo un “jodido” show de fenómenos.

2.- Las “viejitas” se desnudan [desnudan su alma sufriente, activista, deportiva, participativa, combatiente, soberbia, etc.]

3.- Los cafés literarios son para "jodidos" inadaptados que no “cachan” su lugar, son -somos- lo que sobra de todos lados.

4.- ¿Por qué nos reímos de lo que habla el enfermo?… porque te das cuenta de que es triste ¿o es chistoso?.

5.- Siempre va un "viejo cabrón" que habla por lo bajo ¿quién no se ha sentido ofendido por sus comentarios?.

6.- Esta me la soplaron [Libertina...]: la mayoría de los asistentes se escuchan solamente a sí mismos.