Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

10 de septiembre de 2011

De conversaciones inconclusas XVIII

La seguidilla de acontecimientos me marea, me estremece, me entristece -a veces. No estaba contando con las consecuencias de los actos del resto (ni de ti), es un error común si te pones a pensar. ¿Por qué hemos dejado de hablar? ¿por qué los árboles dejaron de protegernos? ¿por qué las samaras vuelan en sentido contrario, hacia arriba?. Atesoro cosas que no debería, regalillos inusuales, cartas a medio escribir, reproches en forma de baraja americana. ¡Tengo un álbum en donde pego las fotografías de todos nosotros! -ediciones Me pego un tiro- sobres, invitaciones, temores y sueños ¿me consideras boba ahora que lo sabes?…

9 de septiembre de 2011

VI.- Helado de limón

La lengua de la jovencita se veía apetecible, las piernas cruzadas dejaban poco a la imaginación, un brazo se extendía hasta el banco en dónde se encontraba sentada junto a su hermanito, en la otra mano sostenía un helado a medio comer, un helado de limón. Encendí un cigarrillo. Ella abrió la boca, sus labios con un ligero brillo rosa me pareció provocativo, lo curioso es que el hermanito miraba tan embelesado como yo a la muchacha del helado. Sonreí de medio lado, le di una calada al cigarrillo. El hermanito miraba con la boca abierta cómo la muchacha lamía el helado, con la lengua extendida, de abajo hasta la punta. Yo seguí mirándola, su hermanito también. Me levanté y el pequeño niño se apoyaba en las piernas de su hermana, le deba un lengüetazo al helado y me miraba burlándose de mí. Tiré la colilla aún encendida del cigarrillo hacia atrás, en donde el niño caminaba de la mano de su hermana, el cigarrillo quemó el muslo izquierdo del niño, a él le dolió, pero no lo hizo evidente, él no quería que su hermana le soltara la mano.

8 de septiembre de 2011

De conversaciones inconclusas XVII

El viento es más fuerte aquí que en nuestra ciudad, aquí levantas la voz dejándote llevar por discusiones poco serias, mirando al desconocido que no dará su brazo a torcer. El viento me trae tu voz, a través de las paredes, de los vidrios estropeados. El árbol que tanto odias me observa y me invita a montarlo, a utilizar como escaleras sus tumores y cicatrices, contemplando el desorden que desatas ahí abajo, con tu voz alta y tus enemigos rondando, observando, provocándote. Me senté algunos minutos sobre las tablas que, encajadas en la bifurcación principal del tronco, hacían de asiento; allí esperé tu aparición, pero aquellos desconocidos te retenían, siempre lo hacen.

7 de septiembre de 2011

El tabú del bebedor solitario

¿Quién quiere beber solo?… la molesta sensación de que te observan, te juzgan, hablan de ti. ¡Borracho! ¡solitario! ¡adicto! ¡sin amigos!, el insistente cosquilleo en el cuello que te indica que eres el centro de atención de la mayoría de las mesas que tienes alrededor, un cigarrillo, otro, otro. Un vaso, otro, dos más. Pequeños silencios, conteo de monedas en el bolsillo, cigarrillos, aros de humo, p-a-r-a-n-o-i-a. Ida al baño, regreso y otra cerveza, amarga sinfonía, depresión, agobio. Risitas cómplices, chiquillas con sus jugarretas, brillo labial. Nadie habla, nada pasa, el tabú del bebedor solitario. Incluso el humo escapa, incluso el ventilador baila con el humo que rechaza al solitario bebedor. ¡Ah, la luz del semáforo! mirada perdida, incomprendido bebedor solitario, casi atropellado, casi durmiendo por un encuentro poco afortunado con una señal de alto. Pierdes una pipa, una caja de fósforos, un poco de memoria y en cambio tienes los dedos rotos un poco ensangrentados, finges locura sabiendo que tú no tienes a quien mentir.

6 de septiembre de 2011

De conversaciones inconclusas XVI

Un muchachito me dijo algunas cosas al oído ¿me mintió? no, él decía la verdad. Sobre mi cama pienso que el preámbulo fue un pérdida de tiempo, de energía, de caricias y abusos, si en aquel entonces esperaste pacientemente ¿cuánto más podrías esperar?. Si viene y va como la lluvia, como la semilla alada que escapa del árbol ¿qué más da el resto?, ya se irá con el viento, no tengo que adivinarlo. La soledad es extraña ¿sabes? mi mejor momento se presenta en soledad y sabiéndolo me niego a ella, piensas mal de mí ahora que lo sabes ¿cierto?. Si escapo de mis momentos de soledad y la compañía no me es satisfactoria ¿está bien el camino sobre el que me dormí?.

5 de septiembre de 2011

V.- Aficionada a las carreras

Levanté la vista y enfrente vi sus pechos rebotando porque ella corría, me sonrojé, no pude evitar observarla y quedarme boquiabierta por la sensación cálida que me transmitía. Intenté desviar la vista, ella lo notó y detuvo lentamente su carrera, acercándose con largos pasos enérgicos, mirada altanera, balanceando sus caderas con poco disimulo. Deseé que ella se largara de una vez, mi afición voyeur me bastaba para pasar los días, sus maravillosos pechos demasiado cerca me provocaban una sensación extraña, casi desagradable; cerré mis ojos.
- ¿Qué haces? ¿acaso miras mis pechos? ¿acaso te excita verme corriendo? ¡responde maldita pervertida!
- Yo… a…
De una patada interrumpió mis balbuceos, ella sí que tenía una piernas fuertes. Al día siguiente fui al mismo lugar para disculparme por haber mirado descaradamente sus pechos. Ella no apareció, debió de cambiar su ruta de entrenamiento.