Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

11 de septiembre de 2012

Sobreviví al disturbio [Parte IX]

Salí en busca del desesperado, creí que se iría sin más, que abandonaría el lugar común como tantas otras veces. No le vi afuera, le pregunté a un caballero de cabellos canos si lo había visto, "salió". No supe en qué momento, ni por qué, pero aquel hombre tomaba mis manos, me dijo que posiblemente tendría problemas en las articulaciones cuando tuviera más edad, me entristecí un poco. Llegó el desesperado, regresó sin poder comunicarse con la mujer de negro, estaba enfadado, pasaba a mi lado como si yo fuese un gato apestado. Nos costó bastante salir de aquella casa, no es que quisiera irme, pero todo el mundo se quejaba de estupideces y nadie atinó a largarse temprano. Llamé a uno de nuestros anfitriones -el que se fue a casa con su novia para volver más tarde-, me dieron indicaciones que compartí a medias, no quería que cada uno se fuera por su cuenta, no estaba segura de si volvería a verlos si se largaban. Uno se adelantaba, otro se quedaba mirando una enredadera en el camino, yo procuraba que ambos estuvieran dentro de mi campo de visión, afortunadamente era la que estaba menos perdida. Metro, una indicación errónea y otra correcta, llamados, miradas fatales, tirones de equipaje, "chuchadas"... mi cara estaba roja por la rabia, porque sabía que en algún momento de descuido saldría corriendo, obligándome a escoger entre seguir lo planeado o quedarme a la deriva; la seguridad de una cama por la noche o la incomodidad de nuestras presencias iracundas. Agradezco que uno de ellos conservara la paciencia, la parsimonia, que se dejara guiar por mi voz y confiara en mí, que permitiera mi arranque de ira en silencio.

No hay comentarios: