Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

11 de septiembre de 2012

Sobreviví al disturbio [Parte X]

Nos bajamos, llamamos para que nos recogieran. Esperamos bastante rato, olvidé llamar un par de estaciones antes, no tenía la cabeza conectada con mi razón, fui muy tonta. Mi enojo se traducía en fumar cada dos minutos, consiguiendo "fuego" (había perdido los tres encendedores que llevé a Santiago). Me senté muy cerca de la calle, quería que algo me despertara de ese letargo de enojo que mantenía mis ojos a medio abrir y mi cabeza cansada. Un par de autos pasaron, un par de buses del TranSantiago, movieron el pavimento, mis muslos temblaron, el viento y humo del tubo de escape me alborotaron los cabellos sucios; no disfruté de aquello, aunque suele animarme que los autos pasen muy cerca de mi cuerpo acuclillado sobre el borde de la acera -alguien me habla de que está preocupado, le contesto con evasivas-, quiero largarme rápido. La novia de nuestro anfitrión nos pasa a buscar, ella está en la boletería. Saludamos, caminamos un par de cuadras, entramos a un supermercado. Uno de ellos se adelanta, va pegado a la muchacha, quizás le sugiere ciertos alimentos, quizás la actualiza de los hechos. Me quedo atrás, miro cosas y me quedo perdida en las etiquetas de los precios, me preocupa que hagan una "vaquita", no tengo dinero. Cuando hacen la fila, y mientras pagan, me llaman desde mi hogar en Calama, mi mamá me contacta con mi padre, me pregunta un poco enfadado sobre mi paradero, le digo que estoy en Santiago. Me pregunta la razón de mi viaje -pensando que yo asistiría a un evento ajeno- le digo que fue una presentación de nuestro trabajo, le oigo animado, bastante interesado, feliz (¿realmente estaba feliz?). Se acaba la conversación, quiero caminar, quiero disimular mi molestia.

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