Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

10 de septiembre de 2012

Sobreviví al disturbio [Parte VII]

La muchacha a mi lado acabó por cansarse, se levantó enojadísima y comenzó a reclamar por el calor que hacía, que ya no podía estar acostada. Yo tenía mi ropa puesta, mi parca verde y un par de mantas encima, no tenía calor; vivo con manos y pies fríos. Soñé algo que se repitió muchas veces, entre pequeñas imágenes de la realidad, la habitación saturada de aire caliente, con la música a un volumen monstruoso. Creo que el sueño era una especie de repetición erótica-festiva de mi día, especialmente del local, con mi odio y celos, con la emoción de la experiencia y la alegría de tener a mis colegas serenenses cerca (no encontré otra palabra mejor, aunque muchos se quejarán). En algún momento quise levantarme, pero me dolía todo y la cabeza se me reventaba. Escuché a alguien decir "ya, chao, me voy". No tengo idea a qué hora me levanté, ni cómo me bajé de la cama, ni como llegué al baño, miré mi rostro enrojecido en el espejo, me mojé la cara y el pelo, inspiré hondo, busqué cigarrillos en mi bolsillo. Desayuné un vaso con coca-cola y un par de cigarrillos, mi cabeza era un puto volcán arrojando flujo piroclástico; esos dolores me ponen de mala. Escuché que el amigo "estado comatoso" quería irse, pero no tenía idea del cómo, pensé que podía cambiar la hora de mi pasaje y acompañarlo al terminal, aprovechar de conversar un rato con él y respirar fuera de ese ambiente tan masculino. Caminamos, yo recordaba la ruta -afortunadamente-, llegamos al metro, viajamos bastante. Felizmente pudo tomar un bus a su ciudad, me dejó tranquila acompañarlo y poder entablar un pequeño lazo con él, esa tarde, bajo esas circunstancias. 

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