Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

28 de febrero de 2021

¿Tengo piojitos o no tengo piojitos?

La primera vez que se me presentó la oportunidad de ir a hacerme el examen del VIH, gratis, cerca de casa; pues decidí irme como una hora antes para poder entrar y salir rápido.

Por casualidad me encontré con esas kermeses de escuela básica, llena de buenas intenciones y cabros chicos dando jugo a los papás que intentaban vender alguna que otra cosita para poder reunir fondos. Tú sabes que este tipo de ferias con tres o cuatro locales amparados bajo toldos prestados venden puras cosas caseras: baratas y hechas a la rápida. Puedes irte a llenar la guata de choripanes a medio cocinar con pan tibio, completos crujientes de tanto estar calentándose a las brasas con mayo caliente que ha estado al sol desde que comenzó la feria, queques con recetas del taller de economía doméstica que desbordan aceite, alfajores con poco manjar y demasiado coco, pebre con pasta de ají y más cebolla que tomate, vasitos de bebida desperdigados por todos lados y heladeras llenas de agua fría. Me encanta y nadie te juzga, porque vas con dos lucas y comes de todo, te deshaces de lo que ellos te venden porque hay que hacerlo no más, es por los niños y el colegio, es por la profe que te contagia su emoción artificial: ¿a quién porras le interesa pasar un sábado al sol, perdiendo valioso tiempo que podrías estar invirtiendo en ver las series de moda, entre apoderados que odias y pequeños gritones que no son tuyos? 

Ahí estaba yo, sentada a la sombra, con una cajetilla de cigarros a la mitad y comiendo algo mientras decidía qué comería a continuación. A las 11:00 puse mi pie en el parque, a las 11:10 ya estaba comiéndome un choripán y a las 12:00 comenzarían a tomar los exámenes. 

Me provoca cierto asco eso de las kermeses porque jamás disfruté una después de los 10 años, cuando estuve en el primer colegio de mi infancia. Hasta los diez años y eso que mi familia era súper restrictiva sobre los juegos que podía probar y los que no, las cosas que podía comer y las que no; evidentemente jamás me dejaban ir a jugar sola por ahí aunque la kermese se hacía dentro del colegio (en un patio totalmente cercado por las aulas); nadie podría hacer nada sin ser visto por otros. Me acuerdo de haber ido un par de horas, siempre con ellos e hipervigilada. Ya de adulta, las kermeses que me gustaban eran la verbena serenense y las pampillas, aunque eran de proporciones cósmicas cuando las comparabas a las del colegio; las mismas características, pero aumentadas en todo sentido. Dejé de ir cuando dejé de tener dinero a disposición para gastar y era más importante fumar que ir a comer cosas aleatorias porque "me tincaba" probarlas.  

Como en ese tiempo era más obsesiva con la puntualidad, apenas comenzaron los atisbos de movimiento para el examen (llegada de un furgón municipal, bajada de toldos, armado de módulo, disposición de información impresa, despliegue de funcionarios, etc.) anoté la hora en que todo comenzó y terminó de prepararse... 13:45. Ese choripán me quedó de almuerzo y otros muchos dulces horneados de postre. Pa variar, una chica -que venía pasando alegremente- llegó al mesón antes que yo y pasó primero a hacerse el examen: so jodida y maldita afortunada. 

Poco recuerdo de cuándo o cómo me tocó, pero mientras esperaba me encontré con una amiga de carrete.    
    -Oye, hola ¿venís a hacerte el examen?
    -Sí pu, aquí estoy esperando.
    -Oye ¿y no te da cosita?
    -¿Por qué me daría cosa?
    -Porque sí po amiga, debería darte cosita... ¡presión social! ¡presión social!

Yo quería irme a mi casa porque me aburría, llevaba ahí como tres horas y más encima me estaba entrando el hambre (otra vez). Al rato me llamaron a una sala, me dieron el resultado, me regalaron condones femeninos (en mi vida jamás los había visto o tocado "de verdad") y le pedí más a la señorita. Me llevé toda la info impresa de la mesa y me fui a la casa a comer. 

A los días fui a comer con mi familia y, mientras esperaba que sirvieran, comenté a mi madrecita que me había hecho el "examen de piojitos"... mi hermana paró la oreja y ella sí entendió. "Mamá, no tengo piojitos".  

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