Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

16 de febrero de 2021

Viajes y viejos. No viajes y no viejos [Parte I]

En algún lugar leí que quienes más se han visto aquejados de padecimientos mentales (no se asusten, me refiero a depresión, stress y ansiedad) han sido población adulto joven -acotados a personas entre los 18 a 40 años-; que ese grupo había sufrido más con el encierro. Las personas de mayor edad, que ya salen de este grupo, aguantaron mejor el encierro porque son personas más pacientes y, de algún modo, les molesta menos estar fuera de casa.*
*Nota: como mi memoria no es muy precisa, puede que estos datos no sean exactos, pero comencemos con esa premisa para hacerlo más sencillo.   

A propósito de esos datos, decía que quienes se habían recuperado más rápido era este mismo grupo, comenzaron a recuperarse o a dejar de sentirse mal apenas se "soltaron" un poco las restricciones: este grupo comenzó a salir, incluso viajar, retomar algunas actividades que eran muy frecuentes para ellos y han mantenido ese comportamiento (aunque no tan abiertamente, "pa callao" muchas veces). Por otro lado, las personas adultas están viviendo una continuación del encierro: salir muy poco, no dejar las medidas de cuidado que les recomiendan, olvidarse de viajar -a menos que se esté muy seguro de poder trasladarse- y, ahora mismo, esperar a que te toque la vacuna (claramente, no todos se quieren vacunar). 

En algún momento del mes pasado, hablando con mi padre, salió el tema de viajar: yo le dije que no me gustaba viajar, él me lanzó de vuelta un "¿como que no te gusta viajar? ¿y cuando te fuiste a Argentina?". Ay... muchas veces uno hace cosas que -en el momento- desea, pero no quiere decir que te gusten para siempre o la experiencia puntual sea excelente y quieras repetirla. Con el tiempo me he dado cuenta que no me gusta salir de mi casa y que mientras más lejos de casa esté, menos me agrada la idea de salir. En comodidad no me gusta y en precariedad tampoco, digamos, en ningún caso me gusta viajar: cuando viajo con todo gratis (viajes familiares), cuando viajo de mi bolsillo (ferias) e intermedios en que pago algo, pero no todo (talleres y encuentros literarios). Le contaba esto a un amigo y le decía que era cómodo viajar con mi familia porque yo no ponía ni un peso, pero aún así no me gustaba viajar (a ningún lado); él me decía que era re-fome viajar en familia porque no podías hacer nada... ¿qué querrías hacer que tu familia no te permita hacer?, me pregunté. Luego me imaginé que las personas adultas que viajan en familia desean carretear, salir de noche, recorrer otros lugares, conocer gente o hacer lo que el gusto les dicte: nah, no me dan ganas de hacer nada de eso. Valoro mucho pasar tiempo de ocio con mi hermana, pasar tiempo de calidad con mis padres, comer algo nuevo, ver plantas distintas que no he podido ver si no es en libros y poder llevar conmigo el oficio más barato del mundo (basta con una libreta y un lápiz): fuera de eso, pues no me provoca hacer mucho fuera de casa, en otra ciudad, en otro lugar, en donde sea que esté lejos de mi casa. 

Viajar "sola" (con una persona más) tampoco me resulta agradable en su totalidad, pero es tanto más grato si se ajusta un horario muy estricto para cumplir con las actividades agendadas y que la persona me procure cierta seguridad (en esta ciudad me siento segura sola, pero en otras ciudades me siento un poco desprotegida y me cuesta hacer migas con personas de intereses afines -como en las ferias del libro o en los encuentros-). No tengo idea de qué mecanismos ocultos operan cuando viajo, pero se pone a funcionar un reloj terrible dentro de mí: despertar alrededor de las 7:00 am, ducharme, arreglarme en silencio, tomar un bolsito/cartera que arreglé el día anterior y verificar el contenido, beber una taza de té, preparar un termo de litro y medio con más té, fumar y escribir una postal o una entrada de diario de vida, hacer todo a la perfección durante el día con horario de reloj y margen de segundos (excepto ausentarme para fumar, porque es algo que no cambia), estar muerta a las 21:00 y no ser capaz de beber alcohol o hacerlo tan moderadamente que ni se nota. Entenderás que es complicado que alguien más me siga el paso a ese ritmo tan extraño y adquirido ¿por imitación? no lo sé, mis padres también son así de obsesivos con los horarios en los viajes: "el día se aprovecha", "levantarse temprano te permite hacer mucho más", "no vinimos de vacaciones para hacer nada", "hay que hacer todo esto hoy". Todo es automático ("modo viaje"), se activa en cuanto estoy en otro lugar y en casa no soy así, me cuesta incluso levantarme temprano, aunque hago en el día todo lo que planeo hacer.     

Viajar realmente sola (sola, sola), me provoca mucha ansiedad y siempre espero no tener que pedir ayuda de ningún tipo, razón por la cual sólo llevo lo que puedo cargar y me preparo para cualquier eventualidad. Me relaciono poco con otras personas, lo mínimo diría, ya que me cuesta mantenerme neutral si algo me molesta: muchas veces recuerdo haber intentado ser amable y livianita, no me sale y, evidentemente, me han respondido de modo tan desagradable que me arrepiento todo el tiempo de haber hablado. Digamos que voy a la segura, hablo con personas que ya conozco y limito ese encuentro a expresar interés, de regreso no espero que me pregunten nada muy "profundo"; prefiero hablar de las cosas que hago ¡libros! -aunque sean fomes- o me integro alegremente con alguna historia de talleres.    

Hace algunos años perdí al único compañero de ferias que tenía y tuve que aprender a bajarle un poco a la neurosis, tuve que obligarme a pedir ayuda (aunque me disgusta aceptar que NO PUEDO SOLA) y, haciendo un ejercicio muy masoquista, aceptar que soy un "desastre funcional"... funciono bien en apariencia, estoy bien en apariencia y hago ciertas cosas bien en apariencia; en contraparte, me cuesta mantener un comportamiento constante y sostenido, me cuesta mantener un equilibrio sano en tiempos que exigen mucho de mí, me vuelco al cigarro y al café de modo indiscriminado, pierdo con facilidad el control sobre los puntos más fuertes de mi carácter, soy grosera y comienzo a hablar más grave que de costumbre (voz de cantante de country). 

Afortunadamente no sufrí de "bichofobia" en este tiempo, no le tengo manía a los gérmenes u obsesiones malsanas con el cuidado/aseo personal; en este sentido, no fue doloroso porque no dejé de ver a las personas con las que tengo una relación cercana, solo se restringió y cambió la dinámica. Tampoco me pegó tan fuerte eso de la soledad porque estoy más bien acostumbrada a estar sola, además de poder echar mano de las rrss y eso sí lo agradezco, a muchos no los he visto en más de un año, pero tengo la posibilidad de mirarlos a través de las redes y mensajearles de vez en cuando. Me sentí afortunada de que me permitan vivir en un lugar agradable y suficientemente cómodo para mí y Birdo; incluso con un espacio excesivo para una persona, pero que me brindó la posiblidad de ocuparme de algo fuera de mis labores frecuentes, un lugar seguro y lindo para resguarme mientras pasa todo esto. 

No me mata el no poder salir (me molesta no salir de noche/madrugada), no me mata la tele ni las noticias fatalistas (me gusta mantenerme llena de info, aunque sea inútil), no me mata no poder salir tanto como antes (tampoco salía tanto) o que las ferias casi desaparecieran (me hizo bien que no hubiera feria del libro veraniega este año); me mata el no poder ver a las personas que quiero y no he podido ver hasta ahora. 

¿Qué tienen que ver los "viejos"?: esta entrada continuará. 

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