Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

25 de febrero de 2021

Viajes y viejos. No viajes y no viejos [Parte II]

El primer encierro total me pilló de sorpresa, ese día martes vinieron dos amigos y ellos me comunicaron que el miércoles se venía la cuarentena; caí en pánico. No sabía bien qué iba a hacer o cómo debía hacer para preparar mejor el encierro. Por fortuna mi familia me pasó dinero y, muy a regañadientes, lo acepté; no es que no lo quisiera porque tuviera dinero, lo necesitaba precisamente porque no tenía ni un peso. No me preocupa la comida (nunca falta comida en la casa), tampoco la incapacidad de poder cocinarla (siempre se puede, de algún modo); sabrás y (comprenderás) que lo único que me tenía preocupada era la falta de "eso", pero no lo escribiré en esta entrada porque no quiero alumbrarme más.

Hace algunos años vino a La Serena un poeta del sur, estuvo acá tres meses haciendo un taller de poesía financiado por el fondart; estuve muy cerca de él y lo veía harto porque su asistente era mi compañero de trabajo, terminé involucrándome en algo que no me era muy cómodo ni útil: ir a su taller de poesía, sacar las copias/guías de cada sesión y, claro, salir con poetas porque casi siempre terminábamos yendo a algún lado después del taller. No podría decir que aprendí mucho, ya que todo lo que se planteaba en el taller lo tenía integrado desde que me comencé a relacionar con poetas locales; consideraba útiles esos conocimientos en tanto los clasificaba de "cultura literaria", pero en la práctica me sirvieron poco; no fue una pérdida de tiempo, pero tampoco fue la gran oportunidad de nada (confeccioné las libretas que se regalaron en la finalización del taller, pero de ahí no me salió más pega asociada a ese taller). 

En alguna ocasión fuimos al CCHerrera, recuerdo vagamente estar conversando con el tallerista afuera del local (de seguro yo había salido a fumar) y yo le contaba que me hubiera gustado tener la edad de Nury -una poeta local, amiga nuestra- y vivir en esta época, digamos haber tenido la oportunidad de conocer todo esto, pero teniendo ya mis buenas décadas encima; algo así como ser un Burroughs entre los beats (no estoy comparándonos, sino ejemplificando la diferencia de edad). 

A veces, pienso que mi pasar literario de esos años hubiera sido mucho más soportable y grato de haber tenido yo muchas más décadas encima; no sé bien cómo diantres llegué a esa conclusión, pero la idea se me presenta con frecuencia. Quizás es la solución que se me ocurrió para imaginarme un pasar menos accidentado, menos sufrido, menos dañino (en esos años): noches en que no me embriagaba, noches en que nadie fue grosero conmigo, noches en que no sentí amor o ira, noches en que nadie esperaría nada de mí. Estar ahí, trasnochar en buena, irme del lugar en buena, decir un par de weás sin pensar en la culpa. Claro, existir con mayor edad en este tiempo y vivir lo mismo que me tocó vivir a los veinte, sería trampa; saltarse un montón de asuntos que se supone debes vivir para aprender y ampliar tu criterio, para crecer y formar a esa persona que tiene muchas décadas encima. 

Me gusta la forma en que mis amigas "mayores de edad" me oyen en serio, quisiera tener esa capacidad de escuchar sin que mis propios pensamientos interfieran constantemente con ese mensaje: les he contado weás cuáticas, cosas muy feas y, de estas amigas, obtengo justo lo que necesito: que me escuchen sin juzgarme, que no intenten hacerme cambiar de opinión, que me entiendan (aunque no les guste) y que me brinden un lugar seguro para existir de un modo en que uno no existe comúnmente. Quisiera tener esa capacidad, esa paciencia pa escuchar weás que quizás no tienen mucho sentido -pero que uno siente como tragedias porque es, quizás, la primera vez que las vives-. 

No me hubiera molestado "nacer vieja" o existir pasándome por alto la mierda de haber existido "joven" (adolescente, veinteañera, treinteañera), no sé si algún día lo que aborrezco de mi vida me sirva para obtener paciencia, valor y templanza. Quizás ni lleguemos a viejos, con un amigo casi siempre salimos con algo así: "con lo destrozados que estamos, es poco probable que vivamos hasta viejos".          

Crecer, madurar, envejecer. Se supone que también se traduce en lo que eres mentalmente: creces, maduras y envejeces. Las ideas se cuajan, el carácter se añeja, la personalidad se endurece, nos pulimos en lo que hacemos. Tomamos mejores decisiones, no porque sea absolutamente la mejor, sino porque sabemos más al momento de tomarlas y estamos mejor preparados para el éxito o el fracaso. Ahora, con un éxito me regodeo en orgullo (algo incontrolable y estúpido); ahora, con un fracaso me regodeo en la miseria (algo incontrolable y estúpido); ¿será que algún día pueda tomar las cosas como son realmente, no sobredimensionar consecuencias y vivir de un mejor modo para mí y para otros? 

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