Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

26 de agosto de 2020

Lo que no se habla

Estaba viendo algunos videos por youtube y me he topado con algunos interesantes, especialmente algunos que vienen a resolver y exponer en definiciones precisas esas respuestas que he debido encontrar, recoger e incorporar un poco "a la fuerza" -ya sea con intención, casualidad o experiencia-; estos videos vienen a concluir estas cosas que yo intuía, pero que me son difíciles de definir porque no me he dado el tiempo para indagar un poco más o no supe en dónde encontrar la respuesta exacta. Y es raro considerando mi edad, pero no tanto considerando que los misterios de la sexualidad me fueron desvelados a través de libros; en fin, información que no tenía intención más que la de educar, según la época en que fueron publicados, sin prejuicios ni límites. 
Mi primer maestro de sexualidad fue una enciclopedia sesentera, de varios tomos, que estaba en la biblioteca del colegio. Quisiera contar que fue porque sentía dudas respecto al sexo y al cuerpo, pero fue más simple y no tenía que ver con las inquietudes respecto a mi desarrollo, yo quería resolver una duda que surgió por un libro de poesía. En ese tiempo (y como todos, porque somos igual de pésimos para escoger qué poesía comenzar a leer) leí a "los malditos", el librito tipo monografía que resaltaba por lo breve y el cotilleo ("salseo literario" para los nativos digitales); además de una selección de poemas de los autores, te contaba un poco de la vida de esos autores. Ahí caí de rodillas ante algo que no conocía y comencé a preguntarme sobre la denominación "sodomía" (ya todos sabemos a qué autores me refiero, guiño-guiño), para luego hacerme una fanática total de los cotilleos y de la pornografía. Voy muy rápido, me devuelvo un poco y lo explico para que no se malentienda. 
Cuando leí sobre estos autores, usaban mucho el término compañero (como símil o eufemismo de pareja) y luego viene la misteriosa palabra "sodomía"; de ahí, me costó conectar ambos y encontrar la respuesta. Lo evidente es el diccionario, pero el concepto iba más allá de lo anacrónico de la palabra y la definición de la rae no alcanzó a resolverme la duda. Según decía el librito en que descubrí esto, la sodomía estaba penada por ley. Consultando otros libros, concluí que era casi un insulto decirle a alguien "sodomita" y confirmé mis sospechas recordando que jamás había escuchado la palabra en contextos corrientes o cotidianos. Con muchos más años encima comencé a oír la palabra, pero no en contextos corrientes, sino en conversaciones literarias y en griteríos religiosos; aún ahora me parece que es extraño usarla. En ese entonces no sabía bien qué intentaba encontrar, por lo que manoseé muchos libros antes de encontrar algo que me guiara mejor. Del diccionario, me pasé a los libros que hablaban de biología y de ahí a la enciclopedia de sexualidad, la más actualizada que encontré en esa biblioteca era del 64 -me parece-; pensé que, aunque fuera vieja, me serviría porque supuse que el "funcionamiento" del cuerpo no ha cambiado desde que el humano es humano (error mío que después descubrí). Poco encontré respecto a "sodomía" y menos a "homosexualidad", aunque por ahí aparecía alguna referencia o advertencia (sí, advertencia) y, de repente, te mandaban al apartado "el sexo extraño" o "desviaciones y parafilias". Mi curiosidad y morbo se volvieron incontenibles y esas denominaciones, lejos de disuadirme, me provocaron muchas más ganas de indagar en libros, enciclopedias, revistas, literatura, ensayos y, finalmente, internet. 
Ya he escrito que experimenté un despertar sexual más bien tardío (comparando con mis compañeros de curso y mis amigas de la misma edad, que eran las únicas personas que conocía además de a mi familia); más o menos a partir de los 19 me sentí con plena libertad para relacionarme con otros fuera de la casa familiar y lejos de cualquier persona que conociera; no quiero decir que antes fuera yo un ser asexuado sin interés en el sexo, simplemente me permití tiempo para estar segura de lo que quería hacer y de qué forma quería hacerlo; a propósito de esto, estando segura de lo que deseaba creo que tuve pocas experiencias nefastas relacionadas al sexo y me alegro por ello (de nuevo comparando con compañeros -de u esta vez-, porque era lo único que conocía en ese entonces). Lo siento, me fui por las ramas y este es otro tema que puedo desarrollar en otra entrada.
Como eran enciclopedias del año "de la pera", había muchas cosas que existían en mi época de colegio, pero que no aparecían en el libro; por ejemplo, el método anticonceptivo más nuevo que aparecía era el diafragma; otro ejemplo, la homosexualidad estaba en un apartado junto al fetichismo. Me llamaba la atención que las mujeres fotografiadas eran muy curvilíneas, algo que yo veía "entero e´ rico", pero que no se correspondía con la realidad en que yo estaba desarrollándome; las chicas del colegio eran delgadas (menos curvas y más desaliñadas) y preferían ropa que dejaba poco a la imaginación; se llevaba ropa ceñida y todo era a la cadera; faldas plisadas a medio muslo y camisas de piqué a la cintura; a todas se les notaba que llevaban sostén y eso que, en esos años, no era común que las escolares usaran sostén con relleno (con esas "esponjitas" que prácticamente cubre la teta y oculta siempre los pezones, además de hacer que el busto se vea más redondeado y menos natural). Ahí estaban las dos primeras revelaciones: la forma de un cuerpo deseable cambia según la época (te puede tocar o no, puedes moldearlo o no, incluso puedes modificarlo o no); y cada cuerpo es distinto, pero no es menos deseable si su forma no se corresponde con el canon de la época. Eso debió asegurarme amor propio y autoestima, pero en ese tiempo sólo lo supe, mucho después lo viví y confirmé esos descubrimientos; ahora tampoco impera un autoestima alta, pero me siento en paz con mi cuerpo. Tercera revelación: a pesar de que algunos comportamientos eran tratados como "anormales" (digamos, poco frecuentes o extraños) no me pareció algo que debiera ignorar, rechazar u odiar; al contrario, porque cuando uno es adolescente, la mejor forma de hacer que te interese algo es prohibírtelo. De leer información publicada, pasé a navegar libremente por la internet y comencé a recibir información sin filtro: certezas, mentiras, experiencias, testimonios, artículos pseudocientíficos, videos, foros, porno, gift. Todo era nuevo y todo me fue útil, aún lo subjetivo, impreciso o falso. Desde los 16 a los 18 descubrí un gusto que define mucho de mí ahora mismo, es algo que no puedo dejar y que me encanta. Desde los 18 a los 23 descubrí cosas por búsquedas aleatorias y me paseé por cualquier lugar sin distinguir o discriminar contenido; no le puse límites a mi curiosidad. Participé de un foro y posteé más de 300 mensajes en dos meses; comprendí que hay muchas personas que comparten mis gustos y que es grato hablar con alguien en la misma jerga. Consumí casi todo lo que tenía relación con mis gustos y no pagué por ese contenido (bueno, pagaba por una pieza que contaba con conexión), sin saberlo estaba formándome... no de modo ordenado ni constructivo, avanzaba de forma torpe y tropezaba mucho, pero estaba cuajando lo que soy ahora. No es secreto que siento mucho interés por esos rarxs marginadxs, disidencia sexual, contenido yaoi y literatura queer; mucho de lo que escribo tiene personajes inspirados en aquello que me gusta. Ya te habrás percatado de que no me formé con prejuicios con respecto a nada que tenga que ver con sexualidad, aprendí de libros y no de mi familia, amigos, creencia religiosa, etc.; veo todo con ganas de explorar y continuar formando gustos a partir de la experiencia. 
Hace un par de años -quizás o puede que sea menos-, casi me vi en la obligación de aclarar algunos temas con mi familia (mamá y papá). No recuerdo bien por qué comenzamos a hablar, pero me parece que cuestionaron el hecho de que fuera muy reservada con mi vida íntima, asumo que también les parecía raro que a mis treinta jamás les hubiera presentado alguna pareja, también algo con los nietos o mi desinterés en tener hijos; a grandes rasgos, porque jamás hablo tantas horas con ellos y no puedo retener todo. 
Les conté que como ellos mismos eran súper reservados con la intimidad y no demostraban muestras de afecto en público, pues que no esperaran que yo fuera distinta; me cuesta mucho ser cariñosa en público, quizás es timidez o aprendizaje por imitación, ve tú a saber. Les dije que me hubiera gustado aprender de ellos sobre sexualidad, por último para saber qué pensaban o qué sabían, pero que lo había aprendido de libros antes de preguntarles porque jamás se me ocurrió "preguntarle a mamá sobre eso" (por el mismo ambiente familiar de ocultar lo íntimo); a lo que me padre respondió "si para eso son los libros"; ok, irresponsabilidad total de su parte y eso me enfadó mucho. ¿Cómo esperaba que yo cumpliera con sus expectativas si nadie me enseñó?: a mis 16 me amenazó con echarme de la casa si quedaba embarazada, jamás me habló nadie de anticonceptivos o sexualidad responsable, jamás nadie me habló de ITS, les provocaba cuidado decir siquiera SIDA ¿En serio pretendía evitar el tema hasta que yo saliera de casa y ya no tuviera la obligación de hacerse cargo de mi educación sexual? Mal ahí, familia. 
Algo más: me hubiera gustado tener a alguien a mi lado la primera vez que fui al ginecólogo, porque sabrás que es del terror ir la primera vez (y esa sensación extraña no se alivia con pocas visitas) y también me hubiera gustado que me acompañaran cuando fui al primer PAP, porque me sentí un poco mal al salir y llegué pálida a la casa; claro, mi madrecita estaba en otra ciudad y tampoco le hubiera pedido acompañarme porque, otra vez, ese acostumbrado secretismo familiar era algo que me impedía pedir algo así; tampoco estaba dispuesta a pedirle a alguien que me acompañara porque no contaba con amigas mujeres y si no tenía pareja ¿pues quién quedaba? Acá usar la misma regla que cuando voy al baño: avisas que vas y no dejas que nadie te acompañe, porque son asuntos que no quiero compartir.
También tuve que decirles que no había presentado a nadie en casa como "mi pareja" porque en realidad no había tenido ninguna y joder ¿por qué debería presentar a alguien en casa? ¿para qué tener algo formal con alguien si realmente no te interesa establecer una familia y, mucho menos, tener hijos? No, los únicos que pisan la casa en donde vive mi familia son amigxs y, de esos, sólo algunos conocen a mi familia; tampoco es algo que hago con frecuencia, me carga presentar a gente nueva en la casa (prefiero que se conozcan sitios públicos, como en eventos o lecturas) y me apesta aún más que me presenten con familias ajenas (razón por la que evito, por todos los medios, ir a la casa de mis amigos; a menos que la familia no esté o vivan solos). 
Otro punto acá: no tengo prejuicios relacionados a lo que ofrece la sexualidad. Me parece que para el gusto los colores y nunca ha sido tema, para mí, definirse como "esto" o "lo otro", declarar abiertamente que soy "acá" o "allá", mis preferencias o gustos; no siento que sea necesario porque no estoy viviendo en la casa familiar, lo que haga no le incumbe a nadie y tampoco debo rendir cuentas o dar explicaciones. En casa, mi padre especialmente, acostumbraba a hablar burlonamente de lo que él denomina gays (cito: "en cada familia hay un homosexual y un chalao"). Si bien me produce un poco de repelús el tono en que lo dice, prefiero no conversar sobre eso porque es perder el aliento en algo inútil. Tampoco es que conversemos de eso o nos pregunten (a mí o a mis hermanos) nuestras preferencias y gustos, orientación sexual o si nos cuidamos; nuevamente ese pudor y creo que también miedo a las respuestas. Ellos son una familia muy bien constituida, altamente funcional y correctísima para la crianza: los buenos se acuestan temprano y duermen por la noche, los buenos son los de comportamiento apropiado y que visten correctamente; los buenos no padecen de enfermedades mentales y no se deprimen; los buenos son heterosexuales, forman familias y crían niños sanos. Por supuesto que no quiero discutir con ese monstruo de rectitud, cuando lo único a mi favor es el hedonismo con preferencias abiertas a la experimentación.     
Si no quiero parejas, sería natural pensar que tampoco quiero hijos; sé que la ausencia de uno no te impide tener el otro, pero en mi caso me niego a ambos. Y esto es muy contrario a lo que vi en mi familia: mi madrecita fue muy cariñosa con cada uno de nosotros, incluso demasiado complaciente. Yo sé bien que hizo todo aquello que consideró bueno en favor de cada uno; es probable que por lo aprendido a través de mi madre, yo misma sea una potencial buena madre. ¿Por qué entonces no desear hijos? No tuve traumas (nadie me tocó un pelo en toda mi infancia), nadie abusó de mí (no tuve ningún encuentro con pervertidos), procuraron que me educara en los mejores colegios (me cambiaron de colegio tres veces), siempre me iban a buscar y a dejar a cualquier lugar (aunque tampoco salía tanto), cuidaron de mí hasta los 18 en casa y lo hacen hasta hoy que estoy fuera de la casa familiar (tengo 32). Creo que al retrasar un poco las decisiones sobre lo que deseamos ser de adultos nos da el tiempo suficiente para saber qué es lo que deseamos sin cometer tantos errores y sin tener que pasar por tantas  pellejerías; es lo que pasa con la gente de mi edad y algunos más jóvenes (algunos años menos). Ya el sueño dorado no es conformar familia, casarse y procrear, sino desarrollarse profesionalmente (o en algún oficio o pasatiempo) y viajar (a veces no, pero casi siempre se apunta a "conocer más"); además aprendimos, a través de la familia, que quien tiene hijos no disfruta nada. A muchos nos dijeron: "nosotros nos sacrificamos por ustedes (por los hijos)" o "nosotros dejamos de hacer x cosa por ustedes (de nuevo, los hijos)". ¿Cómo pretenden hacernos entender -ahora- que conseguir lo sueños y tener familia son decisiones compatibles? Sé que se puede, ok, ¿conoces a alguien que disfrute de realizar sus sueños y tenga pareja y familia? yo no. Hay dos asuntos que me disuaden también de la idea de pareja o hijos. Cuando la gente que empareja y llega a comprometerse formalmente (se casan, por ley o por iglesia), la siguiente meta es la de tener hijos; he escuchado historias en que los casados son acosados para comenzar a "ponerse en campaña" y algunas otras historias que cuentan de hijos que fueron concebidos bajo presión, sin haberlo decidido bien o no estando preparados para esa experiencia (sensaciones que repercuten en el apego que se tiene con esos hijos). Me disuade también la idea de que es -casi- norma que quien pare es quien más dedica tiempo a la crianza y no suena para nada atractivo ese panorama. No tengo mucho más argumento, me mueven otro tipo de metas y listo. No acostumbro a pelear con nadie por esto; realmente, que tengas o no ganas de hijxs, no me incumbe, después de todo no soy yo la que lo pariré.  

No hay comentarios: