Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

1 de junio de 2021

Aprende a no llorar

Cuando tengo un problema que no puedo solucionar, cuando ya me asusta y agobia, cuando me cuesta dormir pensando en eso, cuando siento la necesidad de distraerme haciendo mil cosas para no pensar en eso, cuando me cuesta hasta entregarme al ocio por aquel problema; recién comienzo a pensar en hablar con alguien, en recurrir a otra persona para hablar sólo poco -ni siquiera contar todo- y decirle, no sé, "siento miedo y pasa esto x" (aunque, insisto, pocas veces lo cuento completo). 

Hubo muchas ocasiones, hace muchas décadas, en las que se me pasó por la cabeza la idea de conversar con mi papá y mi mamá sobre algunas cosas que en ese momento consideraba problemas graves (algunos sí resultaron ser graves y otros no tanto, algunos otros eran asuntos que acabé solucionando sola), los primeros en quienes pensaba era ellos -familia y, en menor medida, hermanos-; fue hace tanto la última vez que ni puedo decir con certeza un año de referencia o una edad a la que pensé en ellos -como primera opción- para contarles algún problema. 

Alguna vez me vi involucrada en un asunto muy delicado, un asunto con un profesor de teatro al cual se le acusaba de abuso y acoso sexual. Si bien no me vi directamente afectada, caí en medio del asunto y tuve que oír muchas cosas que no me hubiera gustado saber, aportar con evidencias, contar también mi visión del asunto y, después, intentar continuar con mis asuntos sin que aquella vivencia tan desagradable me jodiera más el ánimo; en esos años yo recién me había cambiado de carrera y estaba intentando cumplir y afrontar esa decisión, intentaba hacerlo funcionar, intentaba encauzar y justificar una existencia que consideraba inútil. Aunque estuve mucho tiempo intentando olvidar ese incidente con teatro, no pude: me ganó la ira, me ganó la angustia, todo aquello doblegó mi voluntad de guardar silencio. En ese tiempo no tenía amigos cercanos y tampoco mi familia directa estaba cerca, pero debía hablar con alguien, necesitaba hacerlo. Un día llegué donde mi tía (tía: de nuevo, muchas gracias, muchas gracias por escucharme) y le conté todo con detalles, no omití mi rabia ni mis juicios. A media conversación llegó mi tío y lo primero que preguntó fue "¿de quién están hablando?" y, al escuchar la respuesta, dijo "él es intachable"; mi tía me pidió que resumiera un poco lo que yo le había contado hasta ese momento para continuar contándoles -a ambos- el desenlace de la historia. Ambos me oyeron con la misma atención y, terminando el relato, mi tió no defendió al sujeto éste (aunque algo se conocían y, de hecho, su percepción de él era totalmente contraria a lo que yo le estaba contando). Ambos me oyeron y eso me bastó, claro, me costó superar el asunto -hasta ahora siento una pizca de rabia por eso, pero no me provoca muchas más emociones-, pero me ayudó harto que dos personas mucho más adultas que yo me escucharan con tanta o más atención de lo que, creo, lo haría mi familia. También está el juicio: mi tía y tío no dijeron nada para defender al sujeto, no cuestionaron mi relato, no me hicieron sentir culpable, no intentaron aconsejarme o convencerme de que dejara de sentir rabia... ambos me escucharon en serio. Con ese asunto aprendí que hay personas que estaban dispuestas a escucharme atentamente (de un modo que, hasta ese momento, no había vivido) y que cuento con mi tía (aunque se trate de un asunto desagradable). 

Hace algunos meses estuve sangrando "pesado" durante muchos días, algo que se salía mucho de los parámetros menstruales a los que estaba acostumbrada. Estaba asustadísima y sentía asco por todo eso que me estaba pasando (y que, a todo esto, jamás comprendí); ese susto y preocupación me mantuvo con un ánimo penoso y una actitud esquiva, aún con las personas que quiero. Mi familia estaba muy cerca, mi hermana ya es adulta, mi tía siempre está dispuesta a escucharme, pero no se me pasó por la cabeza hablar con nadie de los mencionados antes, sino con otra persona que tengo muy cerca del corazón. Cuando ya los niveles de temor se dispararon y el asco era difícil de sobrellevar, decidí hablarle a esa persona; el solo hablarle bastó para sentirme mucho mejor, me escuchó, me escuchó en serio, no me hizo sentir mal, no me hizo sentir culpa, no me retó, no se enfadó. Incluso, y para mi sorpresa, me ofreció pagar un doctor para mí; no acepté su propuesta. Esa persona estuvo ahí y está ahora, es a quien primero se me ocurre contarle asuntos delicados. Aprendí -con este asunto- que hablar sirve más cuando confías mucho en el interlocutor.   

Como no se me ocurre naturalmente ("a la primera") hablar con las personas obvias para estos asuntos complicados, delicados o angustiantes -familia, papá, mamá, hermana, tía-, a veces, me los guardo demasiado tiempo: las vivencias, los hechos, los temores, las dolencias. A esta edad y sabiendo que no existen problemas graves (que no se puedan resolver), aceptando mucho de mí que no me gusta (características muy detestables), intentando cultivar algo bueno con las personas (con harto esfuerzo), intentando enriquecer aquellas relaciones que siento constructivas, intentando hacer -de una vez- las cosas bien; me siento un poco acorralada ahora mismo.  

Alguna vez, producto de una discusión innecesaria -mientras la tristeza se me desbordaba en lágrimas y eso me provocaba mucho dolor-, la persona con quien discutía me dijo que yo quería "ser chora como mi papá, pero era cobarde como mi mamá". Pienso que llorar (a causa de que las emociones te ganen el juicio) es un buen motivo para alguien te menosprecie e ignore todo lo que eres; lo aprendí en mi casa, con mi familia y se confirmó -en mi cabeza- cuando esa otra persona puso en palabras aquello que sólo alcanzaba a intuir como cierto. Ser "chora" y valiente significa ser bruta y racional; ser llorona y no saber controlar una emoción significa ser cobarde. Dentro de mí, esta idea/aprendizaje es cierto casi a la fuerza, pero sé que es incorrecto: hoy le hice daño a alguien que quiero mucho y no fui capaz detenerme. No podía dejar de pensar en las palabras "aprende a no llorar"; no podía dejar de pensar en el agobio y el temor que siento ahora mismo (por un asunto personal) y -a la vez- no hablar de eso ni dejar espacios que dieran a entender que SIENTO MIEDO; hablar de otra weá, cualquier weá; pedir algo que me he cansado de pedir, insistente y agresivamente -al principio-, pasiva y cortésmente -al final-; exponer razones que no tengo por qué dar, para dar peso a una que otra sentencia, aunque sonara calculador y frío; insultarme diciendo exactamente lo que pienso de mí misma, aunque me duele pensarlo constantemente y me destroza cuando lo digo en voz alta; no contar que estuve vomitando las tripas el fin de semana y que el miedo no me ha dejado dormir bien y que por eso tengo "la cara larga" y que no es porque venga mi familia a la casa donde vivo (que es de su propiedad)... todo aquello junto, intentando conciliar lo que aprendí de mi familia con el dolor que produce saber que no es cierto aquello que aprendí; intentando comprender a mi madre diciéndome que no la quiero porque no me gusta que me abrace y me toquetee cada media hora, aunque le he explicado hasta el cansancio que sólo es incomodidad y que en ningún caso la odio; intentando comprender cómo es que no considera mis labores como un trabajo y, a la vez, habla de mi "pega" y habla de que escribo -aunque no me lee- y me recomienda con sus amigas; intentando cumplir con las demandas de más tiempo familiar haciendo calzar todo para facilitar las cosas con ellos -incluso obligándome a hacer desaparecer el tiempo que necesito para escribir-. Sí, yo también me siento extraña después de escribir toda esa majamama, lo siento. 

Ayer me vi obligada a hacer calzar ideas contradictorias y terminé siendo una imbécil, cuando la única cosa buena que puedo hacer por mi familia es quedarme callada; no tengo otro valor, no tengo pito que tocar en sus demandas, peticiones o juicios, no tengo nada que aportar, no tengo nada para darles.

"Esconder algo" y "mentir siempre" requieren la condición de estar sola; siento miedo, en serio.     

*Escrito el 2 de marzo de 2021 / 1:28 am - 4:28 am   

1 comentario:

Lyt dijo...

Un precio caro se paga por la soledad, siempre.