Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

29 de mayo de 2021

Ahora me reto cuando me pillo hablando sola.

Anoche -porque no quería acostarme todavía- y porque me tenía chata salir por la puerta de la cocina (que es como la puerta principal, aunque esté "detrás" de la cabaña, aunque está "adelante" tomando el sentido del terreno... algún día explicaré esto; tú que conoces la cabaña, pues ríete no más); salí a fumar al balcón... todxs sentimos el frío de los últimos días y me gusta el frío, hasta que comienzan a dolerme los pies y pucha, hay que fumar ¿o no? fumo afuera cuando llueve y no voy a fumar afuera por el frío. No me gusta mucho salir a fumar al balcón porque recuerdo muchas cosas: desde los capítulos de Doctor Who que me hicieron mirar al cielo o quedarme patidifusa con algunas revelaciones cuáticas, cuando hacía carretes que duraban hasta las 12 del día siguiente, cuando quedé con la bala pasá a causa de enojos y problemas que jamás pude solucionar como me hubiera gustado; esto último me aproblema y evito salir porque me acuerdo todo lo que transmití en ese mismo lugar. 

Salí sin el cel y estaba yo mirando a la ciudad, comencé a hablar en voz bajita (casi un susurro para oírme, pero no para que se escuche más allá) y tuve que "retarme": ay, estúpida, deja de hablarte de weás que ya pasaron porque ya todo eso está solucionado, tú misma decidiste acabarlo porque te estaba haciendo muy mal ¿recuerdas lo que aprendiste?

Ay, no pude dejar de hablarme, pero casi que redacté esta entrada recordando algo que aprendí hace mucho más tiempo. Una amiga me comentó un día que había ido a una sesión de risoterapia y yo que soy terriblemente escéptica pues medio que la escuché y medio que me repetía "nah, si esto no tiene modo de funcionar, es demasiado sencillo y ¿extraño?". Que conste que la escuché no más y, además, le pregunté muchas cosas: yo no iría ni amarrada a ningún tipo de terapia, pero respeto mucho a las personas que sí lo consideran o sí han pedido ayuda (yo no soy capaz, no puedo, me niego con uñas, dientes y combos; se sabe). Ella me contó que todo el fundamento de la risoterapia estaba en la idea comprobada de que el cerebro no puede distinguir entre una "risa real" y una "risa falsa"... waaaaa, descubrimiento que me voló la cabeza; es cierto pues, si estás mal y finges reírte (así: a lo loco) pues el cerebro dice "mish, la está pasando bien, se está riéndo, produzcamos más felicidad porque acá hace falta y no lo había notado" (no sé por qué me imagino al cerebro diciendo algo chistoso/casual como eso); el punto es que es complicado hacerlo solo, pero las dinámicas grupales sirven por lo mismo, porque si todxs hacen el ridículo y se unen a la carcajada colectiva, te la crees y tu cerebro se la cree y todo bien, funciona (ah, ojito, hay que creerlo... no creo que, a mí, me funcione porque yo no me creía ni las dinámicas de programas antidrogas en que te guiaban con meditación, en el colegio, con un montón de gente que odiaba y weno, aquí estoy terrible de enganchada al cigarro -risitas-). Yo me había olvidado de esto y anoche se me vino a la cabeza porque estuve hablando sola muchos meses hace algunos años, a propósito de un enojo muy grande que me pegué alguna vez.

Hace algunos años, hace algunos años que parecen mucho más tiempo (incluso décadas) y el recuerdo continúa tan fresquito que puedo recordar detalles muy tontos al respecto; no me siento mal por recordarlo, pero me aproblema un poco tener que recordarme constantemente que ya cerré el episodio y no quiero seguir pegada pensando en eso, no quiero volver a hablar sola por cosas que "ya fueron" o por malos pensamientos que "ya pasaron"; especialmente porque me hizo muy mal todo eso y fue la mejor decisión que pude tomar el abandonar todo eso.

En algún rato, en un verano muy lejano, alguien me dijo que tomaría otro rumbo; yo le dije que "ok, es  tu decisión" y yo estaba súper convencida cuando dije eso (súper convencida de que no me importaba o que no me haría daño o que derechamente no tenía pito que tocar ahí), pero me dolió después (cuando pensé en las consecuencias, las emociones y las repercusiones que me traería en la vida y en el trabajo). En un primer momento (meses) yo intentaba llevarlo como algo normal y aceptarlo sin tanto show, sin darle mucha importancia, sin pensar mucho en eso y se me hizo imposible porque estábamos tan involucrados que su ausencia abrió una grieta profunda que no se cerró hasta mucho después; yo me decía que no era necesario borrar totalmente a esa persona e intenté hablar, mantener una relación amable, contar lo que me pasaba, pedir ayuda y esas cosas que uno hace cuando se siente triste y piensa -ingenuamente- que a la otra persona le importa. Entre intento e intento de que me oyera y esperando -otra vez, ingenuamente- que me tratara como "antes", que me oyera como "antes", que me hablara como "antes", descubrí que era imposible: yo estaba buscando una quimera. Digamos que me herí sola, a propósito, porque lamentablemente no podía contarle a nadie más lo que me pasaba y no obtenía lo que necesitaba (que no era mucho, por lo bajo necesitaba que me escuchara y poco más, sin juicios, sin reclamos, sin insultos, sin cuestionar lo que decía, sin responderme como si yo fuera una completa desconocida). Ahí comencé a hablar para mí, a hablar sola: me imaginaba a esa persona de pie frente a mí, sin moverse, sin hablar, sin gesticular y comenzaba a contarle todo aquello que yo necesitaba que escuchara y como yo no quería que me respondiera, pues flor, porque yo no imaginaba respuestas y no las quería, no quería leer gestos ni rostro, no quería ver retroceder o avanzar a esa persona, no quería interpretar movimientos o pensar en respuestas; quería que me oyera y ese cuerpo imaginado oía. Pensé que me hacía bien porque ya no me sentía tan mal, interpreté mal, me estaba engañando porque no sabía lo que estaba produciendo con ese ejercicio imaginario.

El cerebro no distingue entre la "risa falsa" y la "risa real"... algunos años después también aprendí que el cerebro tampoco puede distinguir entre una "discusión real" y una "discusión inventada". Cuando comencé a imaginarme a esa persona, me hacía bien, porque yo le estaba diciendo aquello que no había querido oír; cuando se hizo más frecuente, me enojaba sola porque ya no lo usaba para hablarle, sino para reclamarle. Me estuve inventando discusiones falsas y mi cerebro se las creía: comencé a dormir mal, a soñar weás, a levantarme enojada y a sentirme fatal. Aunque parezca obvio ahora que lo sabes, la risa y la ira son emociones, puedes engañar al cerebro (pa bien o pa mal) y lo más sano que encontré fue escribir para mí un capítulo completo sobre esta historia tan rancia, finalizándola, dejándome muy claro que debía salir de eso: hice un recuento, lo escribí y me prometí no volver a ese lugar oscuro. Sirvió porque me prohibí también volver a ver a esa persona o volver a hablarle a su imagen inventada. 

Un par de años después, habiendo sanado la grieta porque ya había pasado mucho tiempo sin herirme siendo consciente de que me hería, miré a un costado y había alguien ahí, una persona que no había visto más que como amigx. Anoche comencé a hablarme sola y me reté y dejé de hablarme sola. Fumé mi cigarro y dejé mi mensajito diario. 

1 comentario:

Lyt dijo...

Otro precio de la soledad. Siempre lo he visto como los inicios del Delirium Tremens (Gracias Vino). También trato de evitarlo, pero cuesta. "¿Hablaba solo o lo imaginé?" y me cercioro que mis labios permanezcan cerrados.
La delgada línea entre hacerlo y creer hacerlo.