Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

10 de octubre de 2020

Coartar la imaginación y cientos de posibilidades para no hacerlo.

¿Hasta dónde puedes entrometerte en la escritura de otro? 
Nunca fui muy "amiga" de los talleres literarios y no sabía bien la razón, algo no muy definido entre que me aburría y rechazaba ir porque no me parecían interesantes. Me enteraba de varios y, aún así, no me provocaba ir, pero estaba al tanto de lo que se hacía; ya fuera por amigos que asistían o porque conversaba con los talleristas o los conocía. Mi primer taller fue en el colegio y estaba enfocado en la poesía, pero no me obligaron a escribirla; me sentía buena asistiendo porque fui la única que terminó asistiendo hasta el final. En Serena fui a uno, creo que se hizo a propósito del café literario de la u; tengo un diploma y todo; ni recuerdo qué conversamos ahí. Desde ahí en más, no volví a pisar un taller hasta que un poeta del sur hizo uno acá que duró tres meses, una pasantía financiada por fondart; terminé involucrada y asistí porque estaba muy cerca del ayudante de este poeta y, bueno, casi que no tuve alternativa. La pasé bien -me entretuvo-, no puedo negar que aprendí muchas cosas -aunque no era mi tema aprender sobre poesía- y participé lo mejor que pude, pero me aburría: jamás he sido buena para estar sentada haciendo una sola cosa durante dos horas, mucho menos en algo que parecía una clase y, luego, te proponía ejercicios que debías hacer ahí mismo. Siento que le saqué más provecho que el resto porque sabía todo del taller, hasta lo que sucedía tras bambalinas y fue interesante. Ahora sé que los talleres a los que pude haber asistido ofrecían poesía y eso era lo que me disuadía de participar; la poesía es algo que me queda como poncho y no me interesa realmente, no me gusta leerla, no escribo poesía y, en general, no me provoca mucho. 
Los Viajeros -como taller- fue una casualidad que llenó un vacío y terminó siendo aquello que más anhelaba, después fue cambiando y se transformó para mejorar, pero no ha perdido importancia para mí: especialmente porque cada Viajero que llega aporta desde su experiencia y es generoso con los demás. Llevamos muchos años y no me aburre, no me cansa, no me agota, no me agobia. 
Hay una cosilla que había notado y que hace algunos años alguien lo puso en palabras, planteándolo en una sesión. "Me llama la atención que en cada taller al que he asistido, la gente sólo aplaude: nadie dice "no me gustó", nadie dice nada más del texto, nadie hace recomendaciones y siempre aplauden". Pasaba en los cafés literarios, pasaba en los talleres a los que asistían mis amigos, pasa todo el tiempo y la persona que lo dijo confirmaba lo que yo sabía: a los talleres vas a expresarte y poco más. Claro, quizás detenerse en cada texto hace que la gente termine aburriéndose, comentario tras comentario podría ser contraproducente ¿a qué hora se escribe entonces? No hay fórmulas y tampoco una manera correcta de hacerlo, deben de existir ejercicios fijos y otros que mutan con el tiempo, debe de existir cierta coincidencia entre un taller y otro, debe de existir quizás un método más formal para hacerlo.
Ya que no sabía exactamente las razones para no asistir a talleres, cuando me preguntaban por qué no iba, mi respuesta -y de paso excusa, porque también sentía la necesidad de dar una razón, aunque yo misma no supiera definir bien esa razón- era: "nah, si vas a un taller terminan metiéndote en un cuadrado, terminas escribiendo como ellos". Medio mentira, medio verdad: yo suponía que si ellos se juntaban, de algún modo eran personas que tenían cierta afinidad, por lo tanto leerían a los mismos autores y terminarían escribiendo de modo muy similar entre ellos. Era medio mentira porque no tenía pruebas. Con el tiempo me he dado cuenta que leer a ciertos autores no define el carácter de tu escritura, pero sí le confiere ciertos rasgos particulares; depende mucho también del género que escribas y de qué tan cerca o lejos estés de los autores que lees; depende también del objetivo que persigas, de las razones que tienes para escribir. 
Esto va breve porque tenía ganas de escribirlo, pero sin tener un propósito claro. Al final hay cientos de posibilidades -en solitario o en grupo- y podemos explorarlas ya que la vida es re-larga y tenemos el tiempo para detenernos en todo aquello que nos pueda resultar interesante. Procura que escribir sea "en serio", trabaja para alcanzar tus objetivos y persigue aquello que imaginas. Suerte Viajero.  

No hay comentarios: