Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

16 de julio de 2010

De revistas, recital, amor y paranoia.

I: El comienzo bueno de las cosas.

Al otro lado de la calle me esperaba, yo parecía estar siguiendo incasablemente a un fantasma. Cuando lo alcancé pude sentir que él era real, sonreí y pasé media tarde embelesada con su voz.
Siento que pertenezco a ambos, aunque sé que no lo “ven” así. Busqué en muchos otros lo que me faltaba y hallé en ustedes todo eso que nunca encontré en la gente que me rodeaba.
Para bien mío y para el mal del resto, no pienso dejar todo esto. Quiero enfermar por escribir, convertirme en el último aliento de un loco gritando a la luna.

II: Los pequeños, pequeños vagabundos.

Mi pantalón estaba roto, mis dedos también. El frío comenzaba a colarse por todos lados, las puertas estaban abiertas. Cada asistente con un motivo particular, pero todos sentían el abandono de los pequeños vagabundos sentados al frente. ¿Qué hay allí, detrás de toda esa gente que escucha atentamente? ¿puedes oír las voces de sus pensamientos?. El sombrero alcanzaba a obstruir mi vista, me alegré de ver a esos pequeños vagabundos y de no ver al resto.

III: Perdidos muchachos de ropas blancas.

Miraba mi cuerpo en el espejo y mi mente desconfiaba de esa imagen, nunca había usado el blanco en mis prendas de vestir.
Caminé insegura, los tacones son un asunto desconocido para mí.
Al sentarme procuré que mi espalda estuviera rígida como pocas veces, la ocasión ameritaba una postura correcta. Las piernas me temblaban, escucharlos me eriza la piel y me embriaga más que cualquier licor. Terminé e ignoré al mundo, eso fue todo. El café a medio vaso, café solo, amargo, sin azúcar ni miedo.
Me saqué la ropa y me sentí común, parte de este jodido mundo, parte de la maldad, de la soledad. Muchachos de blanco esa noche, noche de lectura, noche de frío, noche de jugarretas al destino.

IV: Compartiendo café, con todo lo que eso implica.

Café, café, todavía intento descifrar las palabras de mi amigo. ¿Un café amargo? ¿un café azucarado? ¿una galletita? ¿un buen abrazo querido amigo?. Reí, me despedí haciendo gestos y disfrutando de las personas que en ese segundo eran más importantes que cualquier otra cosa en mi jodido universo. Café, café… locura sobre un escenario improvisado. Café, café, intimidad dentro de un mar de café.

1 comentario:

fer.... dijo...

Angeles eh!, lo leí señorita, estaba preciosa de blanco,(ya lo dije )cambiar las ropas fue decidir ¿En que momentos nos disfrazamos?
pero todo estuve genial, por cierto señor me arruinó el estómago aquella noche, pero todo excelente, llegó más gente que la que creería llegarían...
uhhhh, analizo tu entrada con avidez, como al beber café, café, jejejeje