Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

23 de abril de 2021

Mi libro de recetas

No se me había ocurrido escribir sobre mi libro de recetas, aunque cada dos días lo saco del librero para consultar alguna que otra cosita. Creo que hasta soñé que escribía sobre eso.

Mi libro de recetas me lo regaló mi madrecita, a los 18 años, la navidad del 2005. No era algo que yo hubiera pedido o siquiera deseado, digamos que nunca se me había pasado por la cabeza; aunque siempre me ha gustado comer y también sentía curiosidad por saber cómo se preparaba la comida. Mi abuela paterna trabajó toda la vida cocinando y tenía buena mano (hasta antes de comenzar a olvidarse de sus propias recetas), mi madrecita también tiene buena mano (toda una vida alimentando a una familia con muy buena comida). Por lo que sé, mi madrecita aprendió a cocinar "a la mala": probar, fallar, quemar y aprender; para lo torpe que suele ser para algunas cosas, debió ser un proceso muy muy largo para poder cocinar de todo sin meter la pata o arruinar algo por descuido. No sé si mi abuela paterna metía la pata en la cocina, pero no parecía que fallara mucho. No conocí a mi abuela materna y tampoco tengo referencias sobre su mano cocinera, pero asumo que sabía cocinar bien (o, como mínimo, se las arreglaba); porque es la única manera de explicar las habilidades, el interés y el amor de mi madrecita por preparar comida y cocinar bien. 

Hace poco (digamos, cuando comenzó esto del bicho) mi padre hizo una referencia a la comida que prepara mi madrecita: "gracias a ella estamos sanos, por la comida que prepara". Tiene razón, es probable que ninguno de nosotros presente enfermedades asociadas a una mala alimentación en muchas décadas; si bien nos gusta comer chatarra y darnos gustitos con dulces, preferimos la comida casera. 

Ese lejano 2005, cuando mi madrecita me regaló mi librito de recetas, no sirvió de mucho porque estuve dos años viviendo en piezas con un acceso limitado a cocina; comía ramen en la pieza y prefería picar comida callejera (adoro la comida callejera). Al tercer año viví en una casa con cocina y tenía un buen motivo para comenzar a cocinar (varios motivos en realidad, pero buenos motivos y toda la mano y el tiempo para hacerlo). Comencé por lo básico: arroz, fideos y pan. Me fui después por los queques, panqueques, masa dulces y cositas para picar. Compraba muchos condimentos y aprendí a identificarlos por el aspecto y el olor; comencé a probar comida corriente con sabores que jamás había probado. Cada tanto llamaba a mi madrecita para preguntarle sobre tal o cual comida, a los dos años ya sabía preparar mucha comida sencilla y los queques me quedaban hermosos (aspecto y sabor: 120%). En casa siempre había pan y algo pa picar, hasta que mi hermano me dijo "¿para qué haces tanta weá?" y, desde entonces, jamás me volvió a salir bien un queque (ahora prefiero ni intentarlo, porque se me apelmasan, los quemo, los arruino, siempre los embarro de alguna forma); entre otras cosas, siempre voy a odiar a mi hermano por arruinar mi manito de queques hermosos con su comentario de mierda. 

Cuando llegué a la cabaña me puse a cocinar por placer y con algo más de experiencia, además tenía más dinero y podía comprar todo aquello que deseaba para preparar nuevos platillos deliciosos. Con mucha paciencia copiaba las recetas que me funcionaban y me gustaban, mi librito comenzó a juntar manchitas de agua, restos de harina, trocitos de masitas y pegotines de mezclas que saltaban con las aspas de la batidora; es el único libro en que me permito manchitas y descuido... el uso que le doy justifica el aspecto, dice a los comensales que puedo preparar algo rico al gusto de quien venga a comer conmigo. He tenido la oportunidad de compartir con grupos grandes, siete o más personas, que han venido a hacer talleres y aprovechamos de compartir almuerzo o tecito (¡lxs extraño harto cabres!). Me gusta cocinar para mi hermana porque ella me indica más o menos qué le tinca y se come todo lo que preparo para ella, aunque no sea comida convencional o aunque tenga sabores a los que ella no está acostumbrada (mi madrecita tiene una mano muy tradicional para la comida). He tenido a varios tipos de comensales, amigos principalmente y, con menos frecuencia, personas a quien amo. Del mismo modo en que quienes son amigos pueden entrar a mi casa, las personas que quiero mucho han probado algo preparado por mí y ojalá esta comida la recuerden como algo que compartí con mucho amor; he puesto mucho de mí en cada plato que preparo y lo único que busco es que sientan ese gustito rico que siento yo al prepararlo, esa felicidad sencilla que consigues al contribuir con una carita feliz y una pancita llena de amorsh (ñañau). Si bien me gusta preparar comida para otrxs, la principal motivación es "puedo hacerlo", es por mí y para mí, es un gustillo egoísta también, siento algo en el pecho que no puedo replicar con ningún otro estímulo. Aprecio también a quienes saben cocinar, me gusta comer cositas preparadas por amigxs; me gustas esas juntas con bebestibles alcohólicos y bajones caseros; me gusta que me ofrezcan un picoteo aleatorio o que me permitan probar algo que están recién aprendiendo; me gusta compartir datos y recetas; me gusta que alguien me pregunte qué tiene lo que está comiendo y decirles "Birdo lo preparó, pregúntale...." -risitas.  

Ahora mismo prefiero el sabor al aspecto... nunca me he ocupado de que las comidas presenten un aspecto perfecto porque me las como igual (y pucha que soy pésima pa los detalles de masita) y no tiendo a sacar fotografías de todo lo que hago (mi orgullo son esos dulces hechos a mi gusto, para mí y nadie más, a eso sí le saco fotos y las subo al insta). Cada año me siento más orgullosa de lo que puedo hacer en casa, la cocina y esa capacidad rara -para mí- de transformar alimentos varios en comidas preparadas.         

1 comentario:

Lyt dijo...

Cocina y Vino esta semana!