Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

20 de abril de 2021

Adquirir por cariño, tomar por amor.

Cuando Birdo -el gato que vive conmigo- llegó, tenía alrededor de 7 meses; o eso me dijo la veterinaria. Decidí que todo febrero sería un cumpleaños para Birdo y desde ahí cuento un año más. Cuando llegó no era el gato tierno que uno adora porque los gatos chiquitos son lindos, era re-feo: tenía un poco de pelo teñido de rojo estilo moicano, la cara alargada y las orejas muy desproporcionadas con respecto a su carita flaca. Tengo una o dos fotos poco claras en donde está sentado sobre polar rojo y en medio de una canastita para gato que jamás le gustó. Cuando llegó, ya sabía tapar sus asuntos con tierra, ronronear y limpiarse, o sea, la gata que lo parió alcanzó a enseñarle esas cosas que hacen los gatos que se crían con su madre. Tenía también una reacción particular que me enojaba mucho y me costó corregir: cuando se sentía cómodo, comenzaba a ronronear automáticamente y se meaba en donde estuviera... arriba de mi cama, sobre todos los sillones, sobre ropa que recién me había sacado. Le enseñé a no mearse en cualquier lado, también a dormir acomodado en mi cuello (cosa que aún hace, aunque ahora pesa cinco veces más) y sobre las piernas (aunque me busca y aún lo hace, aguantamos poco acomodados así). Me costó meses enseñarle y mostrarle el comportamiento de un "buen gatito": ese que no se sube a la mesa y que no te roba comida cuando dejas de mirar, ese que no rasca donde no debe, el que no rompe las cosas por gusto, el que no destroza tus proyectos recreativos y tampoco se sienta sobre el teclado del computador. Birdo es un gato perfecto para lo que hago y para quien soy, nos parecemos en algunos aspectos. Mi gatito es un buen gatito.

El fin de semana estaba hablando con alguien y la conversación se alargó un poco (la sobremesa de fin de semana, con tecito y conversá por muchos temas aleatorios). Me contaba que, si bien reconocía que siente cariño por su padre, no es capaz de decir que su padre fue un buen padre: reconocía cariño, pero también se apegaba mucho a lo que había vivido con él durante su vida. Eso no era problema, se notaba que había llegado a esa conclusión y vivía en paz con eso; el asunto era que un hermano suyo decía que quería a su padre y que había sido un buen padre, por ese punto casi que peleaban. En algún momento me mencionó algo que yo había notado, pero que quizás no había pensado como algo que pudiera ser una experiencia común a cualquier familia. Me dijo que cuando alguien -de niñx- quiere a otra persona (tomando el caso de quien cría a ese niñx), ese niñx adquiere características que lo acercan a ese ser querido; más allá del parentezco sanguineo o de la crianza como patrones de comportamiento, adquiere modos de hablar, gestos, mañas, habilidades varias, gustos, actividades y muchas otras. Me contaba que tenía un amigo que "aprendió" una cojera (que no tiene causas físicas), todo porque el padre de esta persona tenía un problema en una pierna y cojeaba: ese niño imitó y aprendió esa cojera porque quien la padecía era un ser digno de imitar, alguien que lo quería mucho, alguien que se admira. Me contaba, también, que él mismo no tenía nada que lo asemejara a su padre: ningún gusto, ningún gesto, ningún modismo o, incluso, parecido físico... lo único que lo unía, de alguna manera a ese ser humano, era el gusto por el fútbol: les gusta el mismo deporte y son del mismo equipo.

En un rato como que se fue la conversación a otro lugar y me mencionó entre las ideas que estaba relatando, me recordó que yo debía querer mucho a mi madrecita (y ella a mí) porque yo tenía mucho de ella: sabía cocinar y me salía bien.

¿Alguna vez subiré alguna foto de Birdo cuando era chiquito y feo?

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