Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

26 de septiembre de 2020

Su reclamo piola.

Ya han pasado varios meses. Es gracioso que en las entradas comunes y corrientes tenga siete u ocho visitas durante la primera semana desde la publicación, ya pasado el mes acumulan alrededor de quince, pasados los años tienen sobre 20 y de ahí no pasa. Entradas comunes y corrientes en las que cuento cosas que quiero dejar escritas, sobre mí, sobre mi entorno, sobre las cosas que vivo. Hay algunas que han rebotado más allá del blog, de boca en boca y de link en link; aquellas que hablan de otros de modo desfavorable, las que caen en el reclamo y el odio, las que son largas y pesadas. Me parece gracioso que la única oportunidad en que este blog existe para quien NO acostumbra leer lo que escribo es cuando se siente ofendido -con o sin razón-. 

En el verano, hablando con alguien que conozco poco -por compromiso más que con convicción-, tuve que decir algo que estoy acostumbrada a ocultar porque me incomoda; tuve que reconocer en público que me pesaba que no me leyeran; no por cantidad de lectores, sino por alcance. Así, a grandes rasgos, porque ir más lejos significaría escribir algo que no estoy preparada para escribir. 
En verano también, antes de lo que cuento en el párrafo anterior, acompañaba a Nury en la inauguración de la feria del libro; nos gusta ir a picotear y conversar ahí, nos reímos y molestamos porque es chistoso sentirse un trapezoide entre "personalidades literarias y políticas"... hasta escribirlo me resulta gracioso. La actividad es comer y beber gratis, escuchar y conversar, sobre todo reírnos mucho y fuerte (aunque eso último siempre pasa cuando me junto con Nury). En algún momento llegó un periodista y escritor bastante conocido en Serena, Nury me cuenta que este escritor reclamaba en facebook algo relacionado con los escritores jóvenes (algo así como "dónde están" o "quiénes son"), luego me cuenta que ella comentó en la misma plataforma para recordarle algunos nombres. Es irrelevante decir que Nury conoce a mucha gente, pero es muy importante decir que ella conoce escritores de todas las edades y es porque a ella le importa saberlo. El primer punto cuestionable es que ese escritor también es periodista, por lo tanto es fácil pensar que si desea leer a escritores "nuevos" sería capaz de buscarlos por su cuenta y no sería tan inocente como para escribirlo en redes sociales; como pensando en que nadie le contestaría o que no habían. Dale. Por otro asunto, él se acercó a nosotras y comenzó a comentarme algo muy aleatorio, luego Nury le recordó el posteo y la respuesta, le dijo que existían y que estaban ahí; los nombró y todo. Ahí otro punto cuestionable: "a ese lo he leído", "a ese lo he leído y bieeen", "a ese lo he leído, pero no lo entiendo... y cuando no se entiende es porque algo hay", "no, a ti no te he leído" (los cuatro comentarios iban para cuatro personas distintas, dos de entre veinticinco y treinta, los otros dos de treinta y tantos); el resto de los mencionados tienen sobre 35 y no se comentó más que "los conozco". ¿Los conoce y no los lee? ¿no los conoce, por lo tanto no los lee? ¿no los conoce, pero tampoco quiere conocerlos/leerlos? De nuevo, es periodista y escribe, le gusta la literatura y tiene mano para indagar, investigar, conseguirse libros incluso y no, nada de nada. 

Al parecer hay sólo uno que comparte conmigo la edad, por lo menos de los circuitos más visibles. Conozco a pocos cuentistas locales publicados, ninguno es cercano a mí en edad. Los que más compran mis libros y plaquettes, son amigos y familia, además de Viajeros y unos pocos "fans" (lectores que no conozco). Tengo dos libros publicados que no he elaborado yo, uno por fondo editorial y otro a través de una editorial independiente. Tengo dos publicaciones colaborativas (mitad del contenido ilustrado y la otra mitad escrito) con ilustradores locales mucho más célebres que yo. Me siento conforme porque lo que escribo es leído, tengo la posibilidad de publicar y estoy presente en cada etapa de cada publicación que saco. No me siento contenta por el poco alcance que tiene lo que hago, pero sí me siento muy feliz de que las personas que me leen aprecian lo que hago. Hace una década no me imaginaba lo que podría estar haciendo a los treinta, hace cinco años no sabía si continuaría haciendo lo que estoy haciendo ahora, hace un año sentí que estaba perdiendo el tiempo y, por lo mismo, renuncié a algo muy importante. Quizás en algún momento flipé con la idea de que estaba haciéndome conocida, supongo que a todxs, tarde o temprano, se nos pasa la idea por la cabeza. Pienso mucho en que llevo harto tiempo bien involucrada en esto (en todo lo que puedo, de hecho) y es desproporcionada la relación entre "el tiempo que invierto en esto" versus "lo que obtengo por hacer esto": soy más conocida como encuadernadora que como cuentista. Conozco a la mayor parte de las personas que me leen porque yo misma les vendo las publicaciones, estoy consciente de quiénes y cuándo y por qué y qué, sé lo que les interesa de lo que hago. Sentí pánico cuando alguien me miró en la calle y me dijo "ah, tú eres Arco Camaleón", porque confirmaba -aunque de modo parcial- que era más conocida por otras cosas y no por escribir [toma tu bici y pedalea hasta tu casa, corazón]. Siento un pequeño alivio cuando pienso en que no soy muy leída en círculos formales, pero es como vivir sobre una isla de hielo: incierto, frío e impreciso. Me siento bien cuando pienso en las historias que escribo, porque sé que son leídas por gente que me interesa; los plaquettes llegan a personas que pueden leer estas historias y pueden sentir cariño por estas historias. Me ha dado por pensar que es estúpido continuar escribiendo. Me ha dado por intentar hacer otro tipo de cosas y he obtenido resultados mediocres y, a pesar de eso, si enfoco mis energías en actividades recreativas soy capaz de disfrutarlas. 

Con los días, las semanas y los meses viviendo en este absurdo que se nos presentó, asumo que todos nos hemos ido en la profunda, pensando en muchas cosas para las cuales no teníamos tiempo antes, cuestionando hechos de los cuales fuimos parte, replanteando el modo de vivir y, quizás, pensando más allá en el tiempo, "proyectarse" en otros escenarios. 

Si me preguntaran para quién escribo, no sabría responder. Si me preguntan cuántas publicaciones mías quisiera vender, tampoco sabría responder. No creo que el éxito se pueda medir con ejemplares vendidos o más publicaciones en tu historia; entendiendo por éxito: "alcanzar lo que cada autor desee obtener cuando escribe". Si me preguntan qué quiero, tampoco puedo responder; quizás podría decirte que me siento feliz de que me lean, aunque sean siete u ocho por acá y alrededor de cincuenta por cada plaquette publicado (lo sé porque puedo vender cincuenta copias de cada plaquette). Ahora, cuando pienso en que llevo muchos años teniendo la misma cantidad de lectores, no me siento tan feliz. 

No nos ha pasado mucho este año, algunas cosas cambiaron a virtual y algunas otras desaparecieron. La entrada más picante e incómoda de este año juntó sesenta y tantas visitas en un par de semanas, sólo porque alguien se encargó de pasar el link y decir "ey, acá hablan de ti" y no se detuvo ahí, continuó copiándose el link y la entrada siguió siendo visitada. Por los motivos equivocados, una entrada que no es común y corriente tuvo un alcance extraordinario por algunas semanas; el resto del blog, que existe desde el 2007, es aburrido para esos lectores que llegaron de rebote por las razones equivocadas. 

Hace algunos años, también por las razones equivocadas (desear participar en un fondo editorial), me dediqué un par de meses a escribir "Aguas Pesadas". Fuera de este blog, todo lo que es escribo es ficción, mis cuentos son ficciones que a mí me parecen guays -la idea, independiente del resultado... que no siempre es bueno-. Con Aguas Pesadas hice una excepción, tenía muchas cosas atravesadas que deseaba dejar escritas y, ojalá, publicadas. En algún rato me preguntaron por qué lo había escrito y respondí lo mismo: son cosas que tengo atravesadas y quiero que se publiquen. Más allá de eso no tenía mucha noción de lo que estaba haciendo, mucho después pensé que eso destacaba mucho de entre mis otros textos porque era un género distinto: un libro de género referencial. Ya cuando pensé en que ese texto era poco común (comparado a mis otros textos), pensé también en que sí tenía razones para escribirlo: quería que la gente supiera eso, quería sacarme la rabia y la pena, contar que la historia personal puede cambiar, contar que también he sido feliz y me siento contenta aunque tengo un carácter más bien pesimista. No quería que la gente lo comprara por los motivos equivocados, no quería que se buscaran ahí ni que se lo pasaran de mano en mano porque les parecía picante. Pensé en no publicarlo yo y tampoco que fuera en esta región, por casualidad me encontré con un amigo en Valpo y se lo presenté pensando en que iba a aceptar lo que me dijera; si me decía que le interesaba, pues bien; si me decía que no le interesaba, también estaría bien. Afortunadamente le interesó y trabajamos juntos para corregirlo y editarlo, ampliarlo y limpiarlo. El libro se vendió acá, pero mucho menos pensando en que yo no tuve nada que ver con la venta del mismo; me sentí bien porque el alcance que tuvo no fue consecuencia de las razones equivocadas, alguien allá afuera pensó que era interesante y que se debía publicar, así de sencillo. No siento que lo que escribí sea una realidad muy local y particular, pienso que muchas de las cosas que cuento pasan en muchos lugares del país; tampoco pienso que esto resuelva lo malo y realce lo bueno, es un testimonio parcial en mi historia y puede ser común a otrxs; no sé si lo publiqué porque pensaba que serviría a alguien (no lo recuerdo), pero sí fue una respuesta para la pregunta "¿por qué quieres publicarlo?".     

Quisiera que las personas leyeran mi blog y mis plaquettes por las razones correctas, pero ¿cuáles son las razones correctas?

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