Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

5 de julio de 2020

Texto problemático, tema problemático, correspondencia temporal

Escribí algo que me trajo atención no deseada después del verano, "un texto problemático" por referirme a eso de alguna forma.

Hay un montón de temas que son difíciles de tratar en un texto, piensa en algunos y luego piensa en la razón por la cual te provocan molestia. Yo puedo pensar en hartos en este rato, es mi gusto y me  conozco; no es que me pusiera a enumerarlos y los tenga anotados, sino que me los he topado en lecturas y recuerdo lo que sentí al oír de aquellos temas, recuerdo siempre que algunas cosas me provocan un poco de malestar y otros me provocan vergüenza. No se trata de qué tan bien o mal esté tratado el tema en cuestión, sino con que hay algunas cosas que simplemente me apesta leer en textos y me desagradan más cuando los oigo.  

Podrías intentar enfocar un poco tu atención y comenzar a pensar en esos temas incómodos ¿has intentado alguna vez escribir de eso que NO te agrada? ¿has escrito de algún tema que te disguste? Pongo de ejemplo algo muy conocido: a Virginia Woolf le apestaba la alta sociedad inglesa de su tiempo y, a pesar de provenir de familia rica, ella fue capaz de escribir "La Señora Dalloway", en donde hace una exquisita crítica a lo que odiaba de esa clase (su clase), contraponiendo detalles sublimes de la existencia de los protagonistas y dos personajes que es difícil hacer encajar en una trama, todo bien pensado y relatado. 

Ahora hay algo más: un ejercicio distinto. ¿Qué es exactamente lo que te incomoda? ¿qué te produce desagrado e incomodidad? Aquí existe un problema importante. Pongo otro ejemplo: si ves a una mujer luciendo un embarazo avanzado y, pasado un tiempo, no hay barriga o hijo, pero sí un libro hablando de aquello ¿acaso pasarías por alto la relación? ¿acaso no te incomodaría de alguna manera? Puede que el tema no te provoque mucho o que tengas todo claro al respecto, pero no deja de ser incómodo enfrentarse a algo así. 

Hay varias escenas del verano que puedo recrear fácilmente si cierro los ojos: el problema es que están coloreadas, en alta resolución, con sonidos, olores y duelen. Recuerdos que estarán por siempre ligados a ese texto problemático. 

Hace harto rato que escribo y desde hace mucho, cuando escribo, estoy pensando en publicarlo (ya sea en un plaquette o en mi otro blog), sacarlo a la luz de alguna manera -aunque sea de un modo burdo-. Me pasó que con este texto, en particular, pensé todo el tiempo en "sacarlo" y lo presenté durante el verano, pero apenas terminé con eso, ya no quise volver a pensar en reproducirlo. Pienso que el texto en sí no provocó el malestar: al final yo pensaba publicarlo de algún modo (aunque no estaba pensando en algo breve, por lo tanto me llevaría tiempo terminarlo). Los efectos que produjo son los que me incomodan porque obtuve un tipo de atención que me hace sentir vigilada y había logrado, con éxito, desviar ese tipo de atención de mí durante décadas. No se trata del tema, se trata de la correspondencia entre el personaje y la persona, esta vez coincidí con el personaje, justo en medio del corazón por dos razones distintas y fue por descuido, fui muy negligente al presentar ese texto. El texto produjo un efecto que no deseaba, generó atención, alerta, preguntas y vigilancia.

[Dolor]

Hay algunas señales en el modo de hablar de las personas que me aceleran el corazón, hay algunas peticiones que me hacen pensar en salir corriendo, hay algunos signos en el rostro de las personas que no me agrada ver cuando hablan conmigo: lástima y preocupación, mezcladas, contenidas en vistazos fugaces, desanudándose a medida que son expuestas en palabras y preguntas. 

Ya es un tema frecuente que un trío jocoso de mujeres (unas amigas que quiero harto) comenten que mi rostro se parece al rostro de tal o cual escritora, siento vergüenza cuando las escucho hablar de eso y comentarlo frente a mí, mientras buscan fotos en google e intentan hacer memoria del nombre exacto o del enlace en facebook en que vieron la imagen: me concentro en el té, café, completo o papas fritas que tengo a mi alcance e intento evitar que mi rostro se ruborice pensando en la comida o en la bebida o prendiendo un cigarro y pensando en cualquier cosa. No es algo que quiera escuchar, pero consigue ser interesante por la insistencia y lo graciosa que resulta la escena: yo metiendo comida a mi boca o un cigarro o un sorbo de café mientras ellas se pasan la pelota, yo diciendo "no, no me parezco" con los dientes empastados en grasa, cafeína o nicotina, intentando imitar lo más posible a alguien con pocos modales. Me hace gracia, es grato pasar rato con ellas, me provocan sonrisas; sin embargo, no puedo dejar de sentir vergüenza. 

Poco después de volver a mi cuerpo, después de recuperar un poco la compostura, un día o dos después de la presentación y sintiendo reaflorar el vigor que se necesita para estar dentro de la feria del libro, me piden ese texto. Lo único que pude leer con claridad en el rostro del solicitante fue preocupación. ¡Demonios! ¡maldita sea! los pensamientos se me van de inmediato a la idea de "atención innecesaria", antes de entrar en pánico elaboro una rápida respuesta verosímil y que, a la vez, deje el asunto zanjado (por el momento). Me repito: no entres en pánico, no te desvanezcas acá porque llamarías la atención y no quieres atención, no quieres que la preocupación se incremente. Decido dejar pasar un día, cumplo con la petición discretamente, advierto que ese impreso es la única copia y que debe ser devuelto a la brevedad; músculos apretados, manos magulladas y dolor. El impreso vuelve a mis manos y siento un poco de alivio. Pasan semanas quizás, pasan ¿semanas? Estoy en casa de una de las mujeres del trío jocoso, la dirección de la conversación no parece desviarse demasiado de la rutina, me parece recordar que bebo té o estoy frente a un plato con torta (o algo dulce, probablemente); la conversación se va al tema de las imágenes y los rostros similares, las búsquedas en google y los posteos en facebook, termino de pie al lado de ella y, como la conversación era un tema habitual, pues la sigo sin reparos; sin embargo, me olvido de ocultar mi vergüenza aunque la siento; estamos solas en la cocina de su casa. Se menciona a Virginia Woolf y su muerte, sigo el hilo diciendo "se suicidó". No había puesto la suficiente atención, pues la mención de similitudes físicas hace que me avergüence indefectiblemente, estaba mirando a otro lado mientras un tema llevaba al otro y termino ocultando, instintivamente, mis manos en los bolsillos de la chaqueta. No entres en pánico, por favor, por favor, por favor; no hagas muecas, no llores, no llores, no te desesperes, no cambies de expresión, no dejes que te mire a los ojos, evítalo cueste lo que cueste. Ella busca mi mano izquierda dentro del bolsillo y entrelaza sus dedos con los míos, sentía perfectamente los contornos por la diferencia de temperatura; tenía las manos tan frías que usando el tacto no me habría permitido imaginar una imagen tan clara. Sin poder advertirlo, nuevamente había provocado que alguien sintiera la necesidad de crear sobre mí eso que llamo "atención innecesaria". 

Mientras pensaba en responder a la primera petición, pensé que el problema estaba en el cuestionamiento del género y los roles (texto, personaje, presentación, puesta en escena, vestimenta, etc.) y estaba en vías de formular una respuesta apropiada -ya tenía una respuesta, pero debía ser actualizada porque la había pensado meses atrás, a propósito de otro incidente en que casi fui cuestionada por mi familia-; asumiendo que ese era el asunto, me sentí más tranquila, de todos modos era algo con lo que podía lidiar. Para mi infortunio no era eso, era algo de lo que me cuesta un montón hablar abiertamente; no del tema en sí, sino tratarlo en primera persona, relatarlo como propio, ponerlo en palabras que no produzcan atención innecesaria sobre mí y las actividades que realizo en privado. 


La "atención innecesaria" fue consecuencia del daño que me hice durante la presentación, el tema del texto fue ignorado completamente. 

A estas alturas de todo (ya pasé los treinta), quisiera pensar que ya nadie me preguntará algo que yo misma no quiera hablar: ya pasó el tiempo en que yo parloteaba sobre esto o aquello porque no tenía otro modo de sanarme, ya pasó el tiempo que solía soltar la lengua con un par de tintos o cuando sentía que, por agradecimiento, debía soltar algo íntimo porque no tenía con qué más pagar esa amabilidad. En algún punto me volví más reservada y tosca, dejó de ser importante hablar de lo que me acompleja (en cambio, lo escribo), dejó de ser fundamental comunicarme abriendo mi corazón porque odio que la gente sienta lástima por mí o se preocupe o me ponga demasiada atención. Hubo momentos en que deseé no haber presentado ese texto, pero está en mis manos y, de algún modo, lo amo. ¿Qué pasó ahí? este dibujo dice más de lo que yo puedo contarte al respecto (hasta para eso soy inútil).

*Si llegaste hasta acá, click sobre "dibujo" y ojalá puedan seguir la cuenta de la amiga que me dibujó, se los agradezco: @rapazzza

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