Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

3 de julio de 2020

Enfermedad II

Esa primera vez de una infección en mi rostro (Enfermedad I) coincidió con que me quedé trabajando sola en un proyecto que había estado compartiendo de cerca con alguien más. No pude pensar bien en las consecuencias de verme obligada a trabajar sola, no podía pensar en más que cumplir con los compromisos que había adquirido meses atrás. No creo ser muy diligente ni responsable, evito constantemente sentir que tengo responsabilidades; más que nada porque me cuesta cumplir al ritmo que otros demandan, también me disgusta subordinarme a gente en la cual no confío. En esos días -en los últimos días de la feria- me quedé sola en el proyecto, pero me permití el tiempo para pensar en las consecuencias cuando terminó el verano, después de dormir harto, después de comprar cosas que me faltaban, después de guardar todos los vestidos que usé durante el verano. No recuerdo bien por dónde comencé a separar las cosas, quizás las cuentas de los blogs que administraba o las rrss, quizás los mails; me deshice de todo vínculo virtual con esos proyectos conjuntos. Desde ahí la enfermedad que no conocía. Luego aparecería una y otra vez, una y otra vez, dos años y tanto de infecciones que aparecían en mi rostro.

La segunda fue una intempestiva hinchazón en la nariz, algo pequeño y molesto que parecía alojarse dentro, en el tabique (justo debajo de la línea que marca mis décadas alzando la punta de mi nariz siendo alzada por mi dedo corazón), justo en medio y, por consiguiente, provocando dolor en medio del rostro. En el día no sentí mucho más que malestar, quizás un poco de enrojecimiento; al otro día, en que tuve que dar cara a mi familia porque no podía continuar ocultándome bajo las sábanas (literal), tenía la parte superior del rostro tan hinchada que apenas podía abrir los ojos. Así, tal cual, como si me hubiera golpeado un boxeador; claro, sin moretón, sólo enrojecimiento, dolor terrible e hinchazón tan evidente que mi rostro se deformó hasta el punto en que me costaba reconocerme en el espejo y apenas me podía ver (por lo hinchados que tenía los párpados). Me llevaron "de un ala" a ver qué porras tenía, otra infección que había encontrado espacio para crecer en mi rostro, justo en el tabique de la nariz. Otro cóctel de pastillas que apenas podía tragar sin hacer arcadas. Me lo tomé como algo "conocido" y mantuve la calma, después de varios días la infección saldría por algún agujero y así fue. Mientras veía monitos en la tele, apretaba mi nariz por el lado izquierdo y manaba pus desde el agujero derecho, hermoso; no me vi obligada a ser impaciente porque me era imposible hurgar dentro de mi nariz buscando un poro a través del cual pudiera sacar, a punta de agujas, la infección, sólo apretaba un poco del lado izquierdo y se escurría pus y sangre del lado derecho ¡una maravilla! Sacar un pañuelito, ponerlo a un lado casi dentro del agujero y apretar del otro lado, quizás pude llenar un vasito con toda esa mierda que salía desde ve tú a saber dónde; me parecía absurdo que mi carne pudiera contener una cantidad inmensa de una mezcla verdeamarilla de células muertas y licuadas. Por ser una fumadora agresiva (por usar un término que no me deje como una adicta patética), he ido perdiendo al sensibilidad en el olfato y es algo que espero perder completamente en un par de años; a pesar de aquello, sentí, o más bien, olí la infección y no fue desagradable, sólo era tener un olor distinto dentro de la nariz, saliendo sin poder detenerse y diciéndome que podía disfrutar de aquello, pues era un signo de que pronto estaría sana y que ya no tendría que tragar un puñado de pastillas gigantes. Como entró, se fue; como llegó, desapareció. Creo que duró una semana y algo, puedo que un poco más. 
Desde ahí, dado que ya conocía todo el procedimiento y odio a los médicos, pasé a enfrentar las siguiente enfermedades con atención especial: todo signo de que pudiera infectarse mi rostro, era tratado con extrema precaución. Así pasó cosa de un año, hasta algunos abscesos después, hasta que mi rostro dejó de producir mierda que era capaz de destrozar mi paciencia. 

No hay comentarios: