Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

16 de abril de 2008

El odio que me conduce a cometer locuras.

*Saturno de diez años, un adorable niño.

Un niño horrible lo hace enojar y el pequeño Saturno, valiéndose de un estuche, deja fluir su ira en un golpe certero en la mano del odioso niño que lo molesta. La profesora (no recuerdo su nombre, solo su rostro y sus palabras), ve todo en el climax del momento, el fuerte golpe, ella se acerca y le susurra unas palabras a Saturno: “Te quedas a hablar conmigo a la salida”. El pequeño Saturno comprende que se ha metido en apuros, en sus ojos se forma lo que podría ser una lágrima que nunca llega a caer. Pasan angustiantes minutos. Finalmente, cuando aquella clase a terminado, la profesora se queda a solas con Saturno.

-Si no te controlas, te voy a tener que controlar yo.

El pequeño Saturno nunca olvido esas palabras, aunque aún le intenta encontrar algún significado lógico.

*Saturno de once años, un muchachito solitario.

Dos grupos en el mismo patio de recreos, niñas y niños separados. Saturno practica algo con un balón, se debe aprender a tirar en la canasta, juegan baloncesto. Saturno esta parado en medio de la cancha con otra persona, de pronto se le ocurre tirar de sorpresa la pelota que mantiene firme en sus manos, dice algunas palabras justo al momento de tirar.

-¡Piensa rápido!.

Aquella persona no reacciona como debería, la pelota da un bote en medio de su rostro. Cuando el balón cae al suelo, algunas gotas de sangre caen con él. La persona va al baño con algunos testigos del accidente. Saturno se queda solo en medio del patio. La gente esta agitada, Saturno trata de parecer indiferente.
Esa niña lleva fuego en los ojos, dice palabras frías y Saturno le responde con la misma frialdad.

-La nariz no deja de sangrarle.
-Apriétale el tabique.
-Ya lo hicimos.

El grupo entero parece un panal con un núcleo colapsando. Todos nerviosos preguntando la razón del alboroto. El profesor quiere conversar a solas con el causante.
Ya a solas Saturno debe relatar todo desde el comienzo, le resulta difícil, le duele el corazón cuando recuerda que aquel balón salió de sus manos. Llega la hora de irse y hay muchas miradas sobre Saturno, todas de odio.
Al día siguiente asiste a clases normalmente. Cerca de las doce del mediodía, es sacado del aula. En medio del silencio, Saturno se retira. Ya caminando bajo el umbral de la puerta, se escucha la marcha fúnebre, la mayoría de los alumnos entona la particular tonada. Saturno llega y se sienta en un amplio sillón, frente a lo que parecen ser una psicóloga y la directora del colegio.
Esta nervioso, le piden que vuelva a relatar lo sucedido, él llora desconsoladamente, no quiere recordar aquello, pero debe hacerlo y contarlo a quien se lo pida. Antes de terminar con el relato, saca algunos chiches que lleva en la mochila, juega nerviosamente con ellos y acaba la historia casi sin poder hablar, recordar aquello le duele.
Saturno terminó suspendido un día martes, la profesora jefe le dio una tarea para que la hiciera ese día.
Saturno llama por teléfono, pide disculpas nuevamente, esta vez a la afectada.
Algunos días después, la chica del accidente va al colegio, quiere visitar a su curso. Todo el grupo la rodea, Saturno esta lejos, de pie en frente de un muchacho rubio.

-Oye, anda a pedirle disculpas.
-Ya lo hice por teléfono.

Se les acerca una muchacha de lentes.

-La nariz le quedó igual a como la tenía.

Saturno sonrió.

[Continuará].

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