Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

23 de enero de 2008

Nunca le digas a una mujer...

No, pues no soy la adorable niña que dejó la casa hace mucho tiempo. Y como ya me aburrí de toda esa "glamorosa" vida, hoy escribo como Saturno, lo que no me impide quejarme de la vida de una mujer. Supongo que desde siempre se busca algún tipo de equilibrio entre la debilidad y la fuerza. El punto exacto en el que tu vida avanza sin mayores problemas, claro, no se puede satisfacer a todo el mundo, me comporto como alguien fuerte, alguien que tiene su modo de vivir y no tiene planeado cambiarlo por un capricho, soy aspirante a ser un humano útil, características deseables según yo, aún así mi modo de ser molesta a mucha gente... ¿qué demonios piensa la gente?. El problema quizás no sea el comportamiento, ni la forma de decir las cosas, ni la ropa, ni los modales, ni lo que escribo, ni lo que pienso. El ser persona considera que uno se sienta a gusto como es, sin importar que la gente me llame insensible o frío. Percibo algunas palabras como una bala disparada al corazón, al instante esta muchacha desdichada comienza a llorar, no es por la persona que lo diga (puede ser cualquiera), lo que duele es que comportándome tal como soy o aparentando algo totalmente distinto, el mismo calificativo sale de esa boca y el mismo efecto tiene en la muchacha.
Las mujeres son seres sensibles, que guardan los problemas del mundo en sus calzones... ¿es justo que cada vez que pueden, alguien las haga llorar?. Nunca le digas a una mujer que es amarga, no cometas una error irreparable.

No hay comentarios: