Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

5 de enero de 2021

No sabía qué porras decir -en serio.

El año antepasado y en algunos años anteriores había agarrado la costumbre de mensajear media hora antes de año nuevo, pensé: ahora es fácil mensajear por voz y puedo grabar muchos mensajes para muchas personas. No me gustaba la idea de escribir algo porque es lentísimo y, weno, recibir un "ok" o un "gif" siempre es decepcionante. Creo que la voz tiene algo que un texto no puede entregar -emoción-, algo que se siente o que intuyes. Me pasaba que los primeros mensajes siempre iban con mucha alegría y los últimos eran emocionantes porque yo casi me dejaba llevar por esas palabras que les dejaba a otros. Si bien no me gustan mucho "las fiestas" (septiembre, días de personas x, navidad, feriados, "jalowines", incluso cumpleaños), me agrada el año nuevo: no tiene que ver con creencias, no tiene que ver con algo que sólo le pase a alguien o a un grupo de personas determinado, no tiene que ver con un ánimo en particular: puedes tomarlo como quieras y hacer "lo que quieras" guardando proporciones (hay muchos que escogen hacer cosas importantes ese día/madrugada). Vale, con ese ánimo terminaba y, de inmediato, comenzaba otro año -exactamente igual-, pero me permitía pasarla bien a mi gusto. Comenzar a mensajear a las 23:30; comer con mi familia; prender chispitas con mi hermana; reírme sin vergüenza; pasar a ver a algunas personas; pedalear más lejos que el resto del año; permitirme una cogorza bestia; dormir a lo loco o no levantarme el primero. Liiiiindo y "naisu" pa los japoamigos. El 2019 había encontrado la fórmula perfecta para disfrutar la única fiesta del año que me agrada celebrar. 
Si bien el nuevo año de 2019-2020 fue distinto (yo estaba destrozada porque acababa de morir "La Cuchinatta", sentía incertidumbre por mi pega y ya había decidido renunciar a continuar escribiendo), no fue algo que sentí malo o feo o catastrófico, nada pésimo, sino distinto. Este nuevo año 2020-2021 comenzó rarísimo. Me obligué a encontrarme con un amigo que estaba mal (en muchos sentidos) porque sentí mucha preocupación y, por fin, pude parlotear todo lo que pude con él; cosa que necesitaba hacer, pero que jamás el ánimo/tiempo permitía. Llegué tardísimo a la casa familiar, siempre tomando todo con caaaaaalma para llegar lo más tarde que pude -en navidad hice lo mismo-. En casa me resté de participar con buen ánimo, medio porque no lo sentí y medio porque estaba padeciendo dolor físico. Llegando las 23:30 no fui capaz de mensajear en voz, no podía hacerlo porque no sabía qué decir; a cambio, dejé algunos mensajitos breves a muy poca gente (preferí publicar algo en instagram). Cuando pensaba en qué escribir, me parecía absurdo comenzar con "feliz año". Cenamos y parloteamos, conversamos y bebimos té, tan aletargados que a tres minutos de las 12 nos dimos cuenta que debíamos servir el copetito pa brindar. En eso que hermana y madre preparaban un traguito que reemplazó la champaña (porque pucha la weá mala), ya tronaban los fuegos de artificio en la población vecina. Salimos con el copetín rosa en la mano y nadie se dio abrazo, nadie, a ninguno le tocó abrazo, nada de nada. Un brindis tímido y ¿con miedo? no lo sé. Salí a la calle, intenté llamar a alguien muy importante y no conectó la llamada, terminé por enviarle muchos mensajitos y ahí me emocioné un poco; como cuando agitas la mano mientras la persona se queda en el andén y tú sabes que lo extrañarás mucho tiempo. Pude quedarme en la casa familiar, pude salir a fumar a la cuadra y dormir ahí, pero puse de excusa mi dolor para irme a Las Compañías ("mamá, allá tengo mis cremitas y mis gotitas"); sí, pude haber aguantado, pero ni tenía ganas de aguantarme. 
Lo que más me mueve -ahora mismo- es acabar la pega que debo terminar de entregar y tener plata para no tener que preocuparme por algunas semanas. Lo que me sostiene -ahora mismo- no es un buen ánimo, no es el amor propio, no son los manuscritos inacabados o los textos inéditos, no es la pega por hacer o los proyectos por terminar, no es el aprecio por mi vida, no son las ganas de fumar incluso. 

Siento que estoy viviendo por otros, porque otros sí sienten lo que yo no puedo (ahora mismo).    

No hay comentarios: