Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

25 de diciembre de 2020

Conflictos que creí superados

Hace un montón de tiempo, en una tierra lejana, me quedé con una idea fija en la cabeza. No encuentro el sentido para contar la historia completa, por lo tanto dejaré las pistas mínimas para situarse. 

Cuando era menor de edad, mientras cursaba los últimos años escolares, papá proclamó algo que hirió mi corazón y mamá apoyó esa idea guardando silencio (y llorando mucho); en la mente adolescente -que tenía en aquel entonces- concluí que ambos compartían la misma idea y por eso ambos estaban del mismo lado manifestando algo que, en ese momento, terminó rompiendo mi corazón. En varias oportunidades posteriores (varias veces en varios años), manifesté mis emociones a mamá esperando que ella me escuchara, solo eso, no deseaba que me hiciera sentir mejor, que me aconsejara, que resolviera por mí, que me dijera algo motivador o que me diera la razón; insisto, sólo necesitaba que me escuchara. A los veintiocho -después de ingerir algo parecido al ácido-, decidí no volver a hablar sobre este tema con mamá (ya había descartado hablarlo con alguien más de mi familia) porque comprendí que siempre había recibido la misma respuesta y continuaría recibiéndola, decidí que era mejor dejar de insistir porque pensé que ella debía sentirse agobiada, cansada o molesta. Desde mis veintiocho no volví a siquiera mencionar el tema y después, cuando necesitaba hablar, lo escribía o lo comentaba a algún amigo (a la "pasá", livianito y riéndome para que nadie se sintiera responsable de algo así). Cumplí treinta y tres este año, pasé 16 años pensando que papá y mamá -ambos- pensaban igual, pasé 16 años pensando que la razón por la cual mamá no me escuchaba era porque no creía en lo que yo le decía, pasé todo ese tiempo escuchando la misma respuesta cada vez... se suponía que respondía lo mismo cada vez porque lo que me decía (respondía) era concordante con lo que ella pensaba. 

A veces, en casa, mientras conversamos después de almuerzo, salen temas varios: noticias, opiniones, asunto familiares. Hace algunas semanas, estaba yo preparándome un tecito y escucho a mi mamá decir: "oye, si nosotros tenemos historia familiar con esto... el tío x, el tío z, la tía k..." y me quedé escuchando un rato. Con la tacita de té en la mano, me quedé patidifusa: sentí algo que no pude identificar, tenía tantas ideas en la cabeza que era difícil enfocar una. Volví a la mesa y, minimizando hasta el ridículo mis emociones y pensamientos, salté a decir: "qué, si esas cosas son inventos, son weás que la gente se inventa, tonteras, paparruchas..."; papá salta de regreso y avala lo que yo acababa de decir; mamá -con el rostro muy muy serio- dijo: yo creo en eso.
Recuerdo que salí con mi hermana y no podía expresarme con claridad. En la noche continué sin saber bien qué estaba sintiendo. Días después pensaba contarlo a una amiga, pero decidí que "mejor no". Semanas después terminé conversando con mi amiga y tampoco pude decirle lo que sentía o pensaba al respecto. Ya ha pasado un mes o poco menos, no puedo ponerle nombre al sentimiento que me embarga, no puedo aceptar culpa o culpar a alguien, no puedo dejar de pensar en eso. 

Yo no puedo (no soy capaz de) revivir la pena que me provocó darme cuenta que mamá no me escuchó en 16 años; después de todo, en ese tiempo, yo era mayor de edad y, le dijera o no, era mi responsabilidad lidiar con eso. Quizás lo que me molesta o no me permite pensar con claridad es que lamento mucho que esa Pía menor de edad se quedó con una idea errada sobre mamá y ese asunto. En ese año, mamá también rompió mi corazón guardando silencio. 

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