Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

3 de octubre de 2017

Me mandé una de las grandes.

Hace algunos días -creo que más de una semana-, mordí a alguien. Me he sentido fatal todo este tiempo, he querido hablar con alguien para contarle, pero no se ha dado la oportunidad. Te preguntarás por qué quiero hablar, si está hecho y no hay nada que puedas hacer al respecto; deseé que alguien me dijera "Pía, lo que hiciste está mal, lo sabes, lo sé. Yo hubiera solucionado así o así el problema, quizás hubiera actuado igual que tú." Como te habrás dado cuenta, no busco empatía, comprensión o nada de nada; busco que alguien me escuche.
Dos o tres veces me he visto en la obligación de hacer daño: morder, patear y golpear con puños, cuando no fui escuchada, cuando intentaron hacerme algo sin mi consentimiento y acabaron saliéndose con la suya -las tres, en ese orden-. Cuando actué así, no sentí culpa, sino rabia, demasiada como para detenerme a pensar en lo que hacía o sus consecuencias. Aquellos animales (no son personas, son bestias) que actuaron porque se les antojó hacerlo, sin pensar en si yo quería o no, sin preguntar o respetar mis negativas, merecían ese trato violento; fue el único modo de quitármelos de encima porque nadie más me ayudó o me apoyó cuando sucedió.
Ahora siento que hice mal, siento que fue algo terrible. 

No hay comentarios: