Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

14 de septiembre de 2017

Prefiero dejar de sentir.

El lunes pasado, en Los Viajeros del Mary Celeste, comentábamos sobre la construcción de personajes dentro de un cuento: siempre decimos (y estamos de acuerdo) con que debemos saber el cómo y para qué hacer un personaje, brindarle vida y credibilidad; además de otros detalles que son importantes, pero no vienen al caso. 

Actualmente estoy trabajando en tres proyectos literarios propios: 
El primero -si bien no es el principal, es el que lleva más "vuelo"- y publicado bajo seudónimo, se trata del libro "Petricor"; desde que me decidí a escribirlo y comencé con el mismo, estaba planificado como una trilogía. Por el momento tengo publicado "Diarios Químicos" y estoy trabajando en "The Celestial Toymaker", además de acabar de "cuadrar" la trama de una tercera parte. En un par de fragmentos de "Diarios Químicos" aparece un muchacho de cabello muy largo, es una parte bastante triste y fue escrita con una mano muy temblorosa, sentía que estaba sola y que debía incluir un fragmento dedicado a esa persona de pelo largo. 
El segundo -detenido hace más de dos años- y también planeado como una trilogía, se llama "Carta". Con quien tuve el tiempo e interés de explicar un poco de qué trataba y cómo había sido el proceso de escribirlo, sabrán que califico esta publicación como una experiencia bastante fuerte, potente y devastadora; me dejó agotada y fue doloroso escribirlo, incluso leerlo me provoca cierto rechazo, me comporto reticente cuando hablo de aquello. En la primera parte -publicada- hay tres personajes que están todo el tiempo dañándose, odiándose, tanto al otro como a sí mismos. Uno de ellos también tiene el pelo muy largo. 
El tercero es una exploración en un género distinto, el referencial (que agrupa los géneros: biografías, autobiografías, diarios íntimos, cartas y memorias). Me decidí por escribir sobre mis experiencias literarias desde el 2004 a la fecha, poniendo énfasis en el maltrato a autores jóvenes de parte de autores conocidos en la ciudad, la hostilidad del mundo literario hacia los autores emergentes y nuevos proyectos, la violencia y el acoso hacia las mujeres, entre otros temas; en el libro escribo hechos y los complemento con opiniones, reflexiones y juicios al respecto. Me pareció relevante darle espacio a quienes me acompañaron literariamente en algún momento y quienes aún lo hacen; si me conoces, será evidente que el tema "Revista Escarnio" esté presente. Mi historia con la revista está narrada en tres partes no consecutivas: "Hijo de la ignominia", "La incómoda discordia" y "Me pego un tiro", cada una dedicada a los tres editores más conocidos de la misma, incluyéndome. El segundo, practicamente en su totalidad, agradece a una persona, un joven de pelo largo. 

Ahora te preguntarás a qué viene todo esto, aquí está la respuesta. Yo estoy muy conciente de que no fui fundadora de Revista Escarnio, también sé que mis textos jamás fueron los mejores (evaluando mis textos y comparándolos con las publicaciones de autores locales y consagrados), también sé que las revistas que diagramé no fueron las más bellas, ni las que tenían menos errores; pero debo decir que fui la única que se ocupó de la encuadernación de la misma y fui la mejor mientras lo hacía. No es secreto que en febrero renuncié a la revista, tampoco es secreto que ahora trabajo completamente sola en Taller Me pego un tiro. No estoy en labor de negar lo que ya pasó. 

Hace más o menos un mes, el único editor original que queda en Escarnio, negó que mi trabajo con la revista fuera un proyecto conjunto, pues yo no la había fundado; al otro día entendí que jamás fui un "par creador" de este editor, sino una subordinada que se encargaba de las cosas que daban "lata" (impresiones, encuadernación, mail, facebook, blog, etc.). 
Hace más o menos tres días, a pesar de decirle que él era mencionado o habían referencias de él en muchos de mis textos; dijo no sentirse identificado, negó que fuera él. He pensado bastante, me he dado vueltas en la conversación y puedo descartar fácilmente su aparición en "Diarios Químicos" y "Carta", pues todo está permeado de opiniones, es poco claro e incluso ficticio; aunque debo decir que su mención en "Aguas pesadas" es bastante fiel a la realidad, les dejo el texto en bruto (sin correcciones, el mismo texto que él leyó): 

"II – LA INCÓMODA DISCORDIA
En septiembre de 2009 conocí a uno de los tres editores originales de la revista (al que me refiero extensamente en el texto “I – Hijo de la ignominia”), hasta el verano del año siguiente conocí a los otros dos y uno más, uno que nunca se consideró editor, pero a quien se agradecerá siempre el préstamo de su habitación y un computador para editar los primeros números de la revista, y la desinteresada “liberación” de decenas de libros (desde esos años, hasta el día de hoy).
El segundo editor que conocí fue el que primero abandonó el proyecto, según recuerdo no participó en más de tres ediciones.
El tercero era un muchacho joven, salido apenas del colegio; me fue esquivo algunos meses, me pareció arisco y malhumorado, demasiado serio para su edad. Este muchacho ha sido el único editor que ha acompañado a la revista durante sus sesenta y dos ediciones, a lo largo de siete años.
En un comienzo y a causa de los pocos recursos con que contaban los editores originales, les pareció buena idea pedir ayuda a la municipalidad de la ciudad por medio de algunos interesados en la literatura; ayuda que les fue entregada oportunamente. Jamás creas que las revistas literarias de nuestra ciudad no han recibido ayuda de parte de la municipalidad, autores (ya sean pasajes, ayuda financiera, etc.) y proyectos (con insumos y fotocopias); exceptuando las revistas del circuito universitario, quienes han amalgamado los modos de obtener recursos y financiar sus proyectos, entre apoyo de sus preceptores, venta a estudiantes más jóvenes y de sus bolsillos. Menciono este punto porque es común que en tiempos de feria del libro, se critique duramente la instancia, incluso se boicoteen algunas presentaciones o se increpe a ciertos autores, criticando su presencia en la misma feria; “vendidos”, “conformistas”, “¿no les molesta tener pendones de la municipalidad en sus presentaciones?”, “¿van a participar todos los años en esta instancia?”, “¿van a seguir eternamente sacando la revista?”.
Me han herido de muchos modos, siempre aprovechando una inocencia propia de la juventud, confiada y ciega fui engañada, me mintieron y hablaron pestes de mí; me he retirado a mi hogar, a trabajar en la literatura, en mi carrera de narradora y el único ser humano que desde el principio ha estado a mi lado, confiando en mis capacidades y criticando mis desaciertos ha sido este muchacho delgado, el único editor original que queda.
Se me hace terriblemente difícil escribir sobre él, pues fuera del apoyo que me brindado, se ha transformado en un maravilloso compañero en la literatura; reconozco en esta parte que me es imposible hablar desde el recuerdo. Es el encargado de exactamente la mitad del trabajo editorial en la revista, encargándose de la selección de textos poéticos para la misma, escribiendo editoriales que representan lo que ambos pensamos sobre la edición en particular, aportando ideas que con mi experiencia encuadernando podemos llevar a buenos resultados.
Le conocí joven e indeciso, le conocí leyendo y perdido en tiempos remotos, aprendiendo solo, llenando tres cuadernos que luego se reducían a dos o tres poemas. Si bien la disciplina rutinaria no es su fuerte, dedica cada momento de su vida a la literatura. Cuando alguien le pregunta a qué se dedica, con orgullo dice: “yo me dedico sólo a escribir”, al ver los rostros inquisidores desvía la mirada y continúa en su lectura. Mantengo por lo menos metro y medio de libros apilados, todos dejados en mi casa por este lector obsesivo.
Cuando gané un concurso editorial, me felicitó sin más. Cada vez que envío algún cuento, me desea suerte y me dice “no importa” cuando no he resultado seleccionada (cosa que sucede siempre).
Me pregunta cada lunes si iré a juntarme con “Los Viajeros”, siempre respondo afirmativamente. A veces regreso a casa sin haber visto a nadie, por la tarde comparte conmigo un té y me dice que la próxima semana aparecerán.
Ya no me regala libros, pues sabe lo que pienso al respecto –un autor que me regala un libro, pensando que hará bien a mi literatura, me guía según sus gustos, sin respetar mi crecimiento personal, mi instinto y mi ritmo−, sabe bien que recomendándome un cuento basta, ya lo leeré y aprenderé cuando esté lista, cuando lo necesitara.
Escucha cada idea que se me ocurre y tiene el valor que requiere decir “no creo que funcione”, no es complaciente conmigo porque soy mujer. Ha sido siempre respetuoso, su decisión de apoyarme o discutir mis ideas se basa en que cree que yo soy igual a él, somos pares creadores, igual de importantes y sabe que juntos como editores podemos ir más allá que cada uno por su cuenta.
Cada vez que decido publicar un plaquette, me desea lo mejor. Siempre es honesto, sea buena o mala su opinión al respecto del texto, pues sabe que lo publicaré de todos modos.
Permitió que me ocultara durante media hora o más, bajo la mesa de exhibición un día de la feria del libro, me avergonzaba que alguien se burlara de mi estado deplorable, llorando de impotencia porque habían intentado robarnos. Lloré de nuevo al año siguiente, me quedé bajo la mesa otra vez, durante más de una hora; antes había descargado mi rabia contra un poeta absurdo, mentiroso, tonto y flojo, lloré iracunda y este muchacho dejó que mitigara cualquier mal sentimiento, encargándose de todo, diciéndome que fumara un cigarro si eso me hacía sentir mejor.
Podría escribir páginas y páginas sobre este muchacho, pero acabaré este capítulo diciendo: Este muchacho que ha continuado defendiendo con dientes y puños la revista, ha sido un ejemplo para mí de constancia −a lo largo de toda la historia de la revista−."
Quien le conozca, sabrá que todo esto es cierto; o lo fue, hasta el año pasado, hasta el punto en que yo estaba segura de conocerlo bien. Pensé bastante en esto y alcanzo a identificar algunas ideas que creo pertinente expresar. 
1.- Negar esta parte, la descripción de él que escribí en un libro que he calificado dentro del género referencial, más específico en el género de memorias; me convierte en una mentirosa, convierte mi narración en una absurda maraña de mierda. 
2.- Si esto no se corresponde con la realidad, si no describe a esta persona; no tiene que ver con las ganas intencionales de mentir, sino por el hecho de que jamás le conocí lo suficiente como para describirlo de modo satisfactorio, de un modo en que él se sintiera identificado. 
3.- Si lo que escribí sí corresponde a la realidad, la persona descrita no quiere reconocer que tengo razón, que la descripción es acertada. 
4.- No será la primera ni la última vez que alguien dice algo sólo para vengarse, cuando las personas se sienten felices siempre dicen "está bien lo que haces", mientras que si están enojadas dirán "todo lo que haces está mal". 
5.- Cree que lo que digo es insuficiente para el verdadero mérito que tiene, lo que escribo no le hace justicia. 
¿Alguna le parece acertada? no se me ocurren más. 

Ayer (donde se mencionó todo este tema) y a propósito de un mensaje que escribí en facebook, comenzó con una frase que yo terminé con un "...porque siempre estuviste solo", me miró y me dijo que sí, que siempre había estado solo. Mucho después de esto, le dije: "¿Te das cuenta de lo que acabas de decir? Si dices, crees, piensas que siempre estuviste solo, me has reducido a nada". Respondió con un "No seas melodramática". Me pregunto qué significa entonces su sentencia de que siempre estuvo solo. ¿Acaso me imaginé todo? ¿acaso no vino a mi casa? ¿no se quedó jamás aquí? ¿no le apoyé? ¿no le "cubrí"? ¿no colaboré con sus proyectos? ¿no fui subordinada en la revista? ¿no trabajé con él? Lamento que, aún cuando he renunciado a todos los proyectos que amaba, él sienta la necesidad de negar que yo estuve a su lado en algún momento.  

Con esta entrada, prefiero dejar de sentir.  

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