Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

14 de marzo de 2011

Los ojos tristes de mis compañeras de cama VI

La amistad jamás ha sido mi fuerte, mucho menos con mujeres ¡esas maravillosas fuentes de amor!. Resignada a perder un mes más buscando una pareja estable mi amistad con Carola, una rubia de proporciones mayores , avanzó más rápido de lo que había podido adivinar. Como por arte de suerte, todas las cosas se dieron para que le propusiera arrendar una pieza conmigo, la economía de ambas se iba a pique, nos convenía a ambas compartir habitación, y así convencí a Carola de que viviera conmigo. Los meses no favorecieron nuestra amistad, de hecho la complicó, no hay nada más desesperante que tener a una mujer a tu lado y no poder atreverte a nada por temor a perder su amistad -que es lo único que posees en los momentos de escuchar su pausada respiración por las noche-, no es agradable pasar los días esperando sucesos que jamás sucederán. Esa muchachas rubia, mí rubia, era una de esas mujeres con eternos problemas con los hombres, que uno, que otro, que dos o tres corriendo detrás de ella; el encanto de una rubia risueña es difícil de ignorar, yo ya había caído en sus redes cuando escuché ciertos comentarios de parte de gente que nos conocía a ambas. De estar loca ¿yo?… quizás, de ser de trato difícil ¡sí!, de ser una ebria malagradecida. ¡Ella y sus jodidos problemas con hombres!. Desapareció de mi vida como la última hoja de otoño, ella jamás dijo algo al respecto aunque yo la valoraba y la quería como una amiga.

1 comentario:

F... dijo...

¡Ella y sus jodidos problemas con hombres! esa es la fuerza que se busca. Me doi el tiempo para saborear el fingido dolor. Pero el odio es verdadero y no fingido, Pessoa, ¡VAMOS!