Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

3 de agosto de 2008

Uy ¡este tiene mal de amores!.

Si se le puede decir a esto mal de amores.
Desde que me abandonó la muchacha de la rubia cabellera me he dedicado a odiarla, a recordar que disfrutaba un montón comer con ella arroz con limón y que me hace falta tener a alguien con quien hablar trivialidades. Acumular odio es hacer mal, lo sé perfectamente, pero no puedo evitarlo. Es mi modo de sentir la vida que me pasa por encima.
Soñé con un muchachito que hace mucho no veo, un compañero de colegio. Lo conocí en primero básico, cuando era yo una chuquilla risueña y agradable. Recuerdo que escribía cartas de amor que escondía debajo de la mesa del comedor. Eramos amigos y enemigos, eternos compañeros.
Lo vi en mi sueño recién salido de cuarto medio, lo miré un rato desde lejos ¡si! era él, tenía la misma expresión añiñada que recuerdo, la misma sonrisa. Me miró un rato también, me sonrío cuando se acercó a hablarme. Me dijo que estaba enamorado de mi desde hace mucho, que e encantaban mis ojos zafiro, que cuando hubo un desfile en Chuquicamata, habían fotografías de gente que salió del colegio, que la mía estaba más alta que el resto. Recuerdo mi sonrisa de niña.
Me hizo tan bien verlo otra vez, conversar con él, sentir que recuperaba ese gusto por la gente.

Mis ojos son verdes, no zafiro. Quizás no era yo en ese momento, en ese sueño, en ese instante, pero quien haya sido, me hizo feliz.

No hay comentarios: