Hay algunas experiencias que me brindan un profundo sentimiento de goce. Hace décadas (me encanta cuando puedo usar esta expresión), las buscaba forzándome a aguantar asuntos que no me gustaban para alcanzar una experiencia de goce, pero casi siempre terminaba tan exhausta que esa emoción intensa me duraba poquito -lo suficiente para sonreír, pero no para recordarla o disfrutarla-; ahí prefería volcarla o, mejor, transformarla en algo concreto como un cuento o una entrada en el blog. De este modo sería capaz de mantenerla en la memoria, aún si no alcanzaba a disfrutarla o entregarme completamente a esa experiencia; una descripción, una historia, una idea, cualquier prueba escrita de que yo lo había vivido. Hay un montón de entradas que quedaron "congeladas" porque pocas veces volví, no regresé a leer, no los modifiqué (o corregí), no las he buscado ni tampoco creo recordar la gran mayoría; ahí continúan. Hay otras tantas a las cuales regreso y regreso, vuelvo, uso, recuerdo, desempolvo, revivo y vuelvo a experimentar (aunque solo sea en la memoria, amablemente guiada por mis propias palabras que brindan al recuerdo una abreviatura del hecho que escribo). Es como ver el avance de una película, ver un "cortito" con el que piensas que quieres verla, pero no lo suficientemente bueno como para ir a verla; al final no es que no quiera verla, sino que no puedo verla... quizás no es un buen ejemplo.
Hoy, en particular, fui acogida por gente amable, fui oída como un igual, fui aceptada e integrada; todo sin esfuerzo, sin aguantarme cosas desagradables, sin estar buscando una experiencia de goce y la alcancé. Gracias.
¿Sabes? me siento muy enojada por un montón de cosas, pero siento más el enojo porque me ha tocado tragármelo aun sin quererlo... sintiendo también ganas de hablar de esto, pero sin tener a alguien que me escuche. Sé bien que me quejo re-mucho, pero necesito quejarme "pa juera", no así con mis asuntos felices, esos me los puedo comer bien y disfrutar en soledad (y sacarlos como cartitas sorpresa cuando quiero que alguien sienta culpa o se arrepienta de weás que ha dicho).
Desde el 2021 he sentido ganas de volver a reunirme con Los Viajeros y no necesariamente con los Viajeros que conozco, extraño mucho conversar con otras personas que quieran escribir cuentos porque siempre aprendo de los que conozco (sean jóvenes o mayores, hombres o mujeres, conocidos o no, tengan un largo camino escribiendo o apenas empiecen a hacerlo). Supongo que es el roce social, tener un tema común, aprender, conocer, conversar, desafiar a alguien, mirarlos a la cara y hacerlos sentir incómodos, que me odien y sigan yendo; me encanta y lo extraño. Ahora, eso de extrañarlos, me hace sentir un poco triste y poco más. Lo que me enoja bastante es la poca interacción o interés. No sé por qué siento tanta rabia cuando he oído a alguien decir "esto me encanta", "esto es mi sueño", "no dejaría de hacer esto", "quiero seguir", "¿cuándo volvemos?"... y después ni sé de ellos en años, desaparecen o hacen otra cosa y siento que me estaban mintiendo cuando los escuché. Pienso en el momento en que yo los escuché y me sentí feliz, sentí el corazón caliente porque ellos manifestaban abiertamente una decisión, una firme convicción, verbalizando un deseo intenso de hacer algo, mientras a mí me cuesta un montón tomar decisiones, decir "amo esto", "me gusta hacer esto", "este es mi sueño", "esto me apasiona". Creo que me enojo porque siento que se traicionan, dicen algo, luego hacen otra cosa y yo lo interpreto como una mentira porque siento envidia de la convicción que muestran otras personas, justo porque carezco de ese deseo intenso de hacer algo. Sé que es difícil de comprender, imagina lo que me tomó entenderlo y dejar de perderme en esas emociones; revisarlo y destriparlo para comprender. Ahora sé que no tiene sentido exigir a otras personas que mantengan fijos esos deseos porque las personas crecen y cambian, viven otras cosas y sufren otras cosas, no hay cosas "fijas". Yo me sigo enojando por weás, pero ahora no lloro por eso y tampoco lo hablo, tampoco termino odiando tanto a esas personas; ahora me lo guardo hasta que me dan ganas de quejarme acá.
Me demoré mucho escribiendo lo anterior y ya se me olvidaron las otras quejas. Santo remedio.
Un día, según yo del 2018, alguien me tomó una foto mientras presentaba en la Feria del Libro de La Serena (verano), en el sector café (no en el escenario principal) junto a Tomás y Guisela. En la foto salgo de pie y puede que las otras personas estén sentadas o de pie igual que yo, pero eso no lo recuerdo. Poquísimas veces me han tomado fotos de lado, no de frente, de lado, de pies a cabeza, completa, pero de costado. Veo mi cuerpo y se me hace extraño, aunque sé perfectamente por qué me veo tan extraña y por qué -en serio- estaba tan fuera de mí, con una forma nueva y extraña que no había tenido nunca en mi vida, incluso en mi juventud veinteañera o en mi etapa escolar. Además de esa figura trastocada, el vestuario ajustado y el color -gris y negro-, además de los tacones y la sobriedad de todo el momento (aunque no era solemne la presentación) me transmiten una sensación tétrica... además sé en qué andaba y por qué me veía así. Me sentía débil físicamente, me sentía quebrada y a punto de derrumbarme en el aspecto mental/psicológico. Por otro lado, percibirme delgada y usando la ropa adecuada (casi hecha a la medida del cuerpo que tenía en ese momento) que me hacía notar que otros me miraba "mucho", más que siempre, quizás demasiado y eso me brindaba un poquito más de seguridad en mí misma. Me sentía agradecida porque esas miraditas que percibí como agradables, me daban las fuerzas que me faltaban en ese momento. Durante la presentación miré el reloj varias veces, no podía excederme del tiempo asignado porque algún organizador puso esa presentación a las 18:00 y otra -ambas conmigo en escenario- a las 19:00... terminar a la hora una de ellas -la que acabo de describir-, disculparme y echar a correr para recoger mi mochila, medio esconderme detrás de un módulo y cambiarme la ropa, respirar y salir corriendo a dejar la mochila, correr al camarín, cruzar palabras con los músicos y salir porque era el momento. Apenas supe el programa de la feria, me pregunté cómo me las arreglaría para hacer algo a las 18:00 y terminar a las 18:45; comenzar lo siguiente a las 19:00 y terminarlo bien; el mismo día, la misma tarde, en la misma feria. Yo entiendo que no soy la participante más conocida de todas las personas que presentan en la feria (durante dos semanas en esos años), entiendo también que a alguien se le ocurriera agendarme dos presentaciones el mismo día porque 2x1 y ¿sale más barato porque tengo que pagar un solo pasaje?... no entiendo la lógica que usan para agendar las presentaciones de la feria del libro y debo declarar que los organizadores me conocen, saben que voy todos los días a la feria y que siempre he presentado a la hora y he cumplido con lo que he prometido hacer.
Me pregunté, en el momento, cómo es que me agendaron dos presentaciones, una después de la otra, el mismo día, y lo atribuí a un error o comodidad de la organización (o pensar "weno, los otros autores se acomodaron, ella igual")... este año me pasó de nuevo y ya parece webeo porque además de agendarme dos presentaciones (una en la mañana y una en la tarde), mi participación vino con lluvia, corte de luz y escándalo. Debes saber que la más mínima gotita, humedad excesiva o lluvia es catastrófica en las ferias del libro: la municipal, la del ministerio, la de la red, cualquiera; no podemos hacer las ferias con lluvia en esta ciudad. En la última feria del libro me agendaron dos presentaciones: una en la mañana y una en la tarde. La de la mañana se canceló porque cayó poquita agua y colapsó ¿todo? no lo sé, pero no había luz y me llamaron como dos horas antes para cancelar mi presentación. Llegué y tampoco tenía claro qué hacer, ya que pensaba que sería imposible reagendarla dentro de la misma feria (quedaban pocos días)... a darle, total, me imaginaba que asistirían súper pocas personas (como siempre) y que, me sintiera como me sintiera, tenía que hacerlo igual. Así y todo, hice lo que pude, lo que estaba dentro de mis posibilidades, lo que podía hacer después de tantos días y tanto correr por toda la feria. No le deseo a nadie que le toquen dos presentaciones el mismo día, tampoco con una hora de diferencia; hay demasiado que pensar, mucho que coordinar, detalles que se convierten en problemas y estupideces que podrían no ocurrir (pero pasan igual).
Después de todo, cuando ya estaba medio aliviada de mis tareas obligatorias (esas que no puedo delegar), me fui bien a la chucha. Alguien podría decir que me conoce, que sabe lo que hago, que está al tanto, que está pendiente y le diría que está mintiendo. Alguien también me podría cuestionar sobre mis labores públicas (a la vista de todos, pero no necesariamente que tengan que ver con presentaciones), sobre la urgencia que me impongo o el actuar apresurado, sobre mis momentos de descanso o mis segundos de ocio; le diría que me siento muy sola aunque esté rodeada de personas y que nadie me acompaña todas las horas del día que dura la feria (esa feria y las otras) como para decir algo -bueno o malo- al respecto. Por algunos asuntos que no elegí y otros tantos que sí, he estado acumulando una carga grande sobre mí (durante años); a veces, cuando muchos factores se acumulan y me siento sola y no he hablado con nadie y el tiempo no me permite ausentarme y pasan cosas que no deberían suceder; me colapso. No alcanzo a "verlo venir", no alcanzo a hacer algo. Me pasan treinta mil cosas en la cabeza y en el cuerpo, no puedo pensar, no puedo decidir bien, no puedo hablar bien, no puedo actuar bien. Me demoro bastante en recuperarme (horas, a veces días) y la vida sigue, la feria continúa, las personas no se detienen y yo tengo que seguir ahí porque me voy al cierre (aunque no tenga ganas, aunque no me sienta bien, aunque no quiera). Aunque me siento sola muchas veces, sé que no estoy sola; al irme a la chucha me ayudaron cuatro personas; cuatro personas me ayudaron en lo que podían y de la forma que sabían o podían ofrecer. Sin pensarlo, sin masticarlo mucho o intentar entenderlo, me ayudaron. Gracias, muchas gracias.