Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

16 de noviembre de 2008

Si no quieres pensar en eso, no lo hagas.

La subida de ánimo duró menos que yo en una disco.
Ohhh, me parece que tres días se demoró esa sensación exquisita en comenzar a irse de mi cuerpo, a los siete días definitivamente se extinguió todo vertigio de la felicidad. Estaba sentada frente a una plaza, con gente que disfrutaba de la noche, ellos no estaban solos. Me senté tanto rato allí que las rodillas se me entumecieron y mis dedos buscaban algo en qué ocuparse. Pensé que si algún día yo llamaba a alguien para que me consolara, esta persona aparecería... Desde que la rubia se largó, yo perdí mi lugar para sentirme acompañada, recuerdo que la llamaba y a la hora que fuese, ella me respondía, me acuerdo que iba a su casa y siempre estaba para mi, esa es la razón por la cual nunca me sentí tan mal como a mediados de este año o esa misma tarde, enfrente de aquella gente que disfrutaba de la noche. Pensé que no merecía que la gente me acompañara porque yo misma era una mala persona, que el resto del planeta está ocupado con cosas más importantes porque una persona como yo no vale la pena, en serio deliré con un montón de razones muy rebuscadas, sentí que hacía frío y me fui a comer una papas-chip. Me senté un rato en la avenida, había mucha gente allí. Un tipo medio trastornado me ofreció un cigarro que había recogido del suelo, le dije que no quería, luego me preguntó si iba para arriba (ya que él buscaba locomoción y justo enfrente mio habían colectivos), yo le dije que si, que iba para arriba, pero al cielo, ese tipo trastornado no pareció entender y se fue. Esperé allí sentada un buen rato, hasta que el aburrimiento me impulsó a pararme. Había locomoción a mi casa a esas horas, hacía mucho frío, me dolían las piernas, muchas razones para ir a casa rápido. Preferí caminar, recordé que la oscuridad es algo que me reconforta de alguna manera, me acordé de aquellas veces en las cuales recorrí una o dos cuadras a las cuatro de la madrugada desde la casa de la rubia a la mia, recordé lo feliz que me sentía de haber pasado con ella esas horas. Ese viernes, más o menos un año después de toda esa felicidad, caminaba sola en la oscuridad. No estaba feliz, me sentía llena de angustia, con ganas de comenzar a llorar en medio de ese trayecto empinado que me pone de malas. Volví a mi casa después de caminar hasta que me dolieron los pies, después de sentarme hasta que me dolió el culo, después de maldecir hasta quedarme sin improperios. Pasé el sábado y el domingo encerrada en mi habitación, no puedo ni leer porque no me alcanzo a concentrar en las lineas frente a mi, a duras penas pude hilar y escribir esta entrada. Aún estoy sudando ira, una rabia muy mal contenida que no alcanzo a comprender, me siento triste, sola. Ahhhh ¡¡¡maldita sea!!!.

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