-Tú no lo sabes
aún, pero no deberías meterte conmigo, no tienes idea de quién soy, de qué
represento, de qué estoy haciendo en el mundo, en realidad no deberías ni
mirarme ¡ey! trae otra chela.
-¿Nos conocemos?
–pregunté un poco desorientada, no había hecho más que sentarme en el único
banquillo vacío del bar, sin fijarme bien quién estaba de un lado u otro,
quería sentarme y beber, eso era todo.
-No, tú no me
conoces y es un error, tú deberías saber quién soy, deberías saludarme,
deberías sentir vergüenza de estar a mi lado sin reconocerme.
-No entiendo bien
lo que quieres decirme, ni debería hablar contigo, sólo quiero sentarme un rato
y beber, necesito unos minutos de tranquilidad.
-¿Conoces el New Yorker? ¿o la Black Parrow Press? ¿eh? ¿sabes algo de esto mujer?
-No, no sé lo que
significan esos nombres y no deseo saberlo, quiero beber algo tranquila, de
verdad, ha sido un día extenuante.
-“Extenuante” ¡tú
mujer diciendo la palabra extenuante! Si las mujeres no hacen más que
insinuarse a los hombres, tú debiste sentarte aquí porque sabes quién soy y,
haciéndote la tonta, quieres sacarme tragos gratis ¿cómo me los pagarás? ¿me
dejarás bajarte los calzones y mostrarlos a todos? ¿me besarás chupándome la
fama como todos lo que se acercan?
-No sé quien eres,
no me interesa –levanto la mano y me sirven inmediatamente lo que siempre
bebo–.
-Ah, te haces la
interesante, de seguro te has acostado con el tipo para que te sirva lo que
bebes y, además no te lo cobre. Yo soy mejor que tú, yo merezco más que tú, yo
existo para esto, lo he hecho toda la vida, pero estoy bebiendo al lado de una
mujer inútil, un parásito de buen cuerpo, tengo que aguantarlo porque aquí
nadie conoce publicaciones importantes.
Decido levantarme
con el trago, me acerco a una mesa, esperaba soledad, pero debo obligarme a
preguntar si puedo ocupar un asiento que recién ha quedado libre, ahí con
algunos desconocidos. El tipo comienza a gritar, le toman de los brazos y lo
sacan del local a rastras. Sigue gritando por la ventana.
-Yo he sido
publicado en todo tipo de revistas literarias extranjeras, Estados Unidos,
Francia ¡España! estos weones no
son capaces de
darme un miserable premio por el mejor texto que han recibido en años, no son
capaces de reconocer el talento que tienen en las narices.
Desde el local
alguien sale a conversar con el sujeto, veo que la rabia vuelve incandescentes
sus mejillas, golpea el vidrio casi quebrándolo, supongo que se larga calle
abajo. Alguien se acerca y me invita a su mesa, cinco jóvenes parecen ansiosos,
uno de pelo revuelto me dice “bebe todo lo que quieras, nosotros sabemos quién
eres y no te mereces la mierda de un escritorcillo resentido”.
Ejercicio para "Los Viajeros del Mary Celeste" - Tabla I Muerte.
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