Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

17 de abril de 2011

Los ojos tristes de mis compañeras de cama VIII

Su nombre era algo extraño -Jennifer-, su rostro era bastante particular, sus piercing, su cabello negro con algunos reflejos rojos, su vestimenta, su sonrisa. Unas cuantas veces me acerqué lo suficiente para excitarme con el olor a perfume que salía de su cuerpo, sus uñas siempre estaba pintadas de burdeo, sus párpados siempre lucían una sombra negra perfectamente aplicada. Las primeras veces que la visité en su casa pensé en seducirla, pero a cada visita era más difícil acercarme a ella; la timidez que desde el comienzo impidió acercarme hacía estragos en mi cuerpo, me sentí desvalida tirada en su sillón blanco. La vi dormir y embriagarse, la escuché maldecir contra el mundo, la observé atentamente mientras miraba televisión. ¡Oh, mi corazón palpitando!, sus manos, la delicada posición de sus piernas al sentarse, la calidez de su rostro al besar mi mejilla. No sabía en realidad de qué manera plantearle mis sentimientos, no sabía bien cómo dejar de desearla, no sabía su debía declararle mis sentimientos ¿se quedaría ella conmigo? ¿me odiaría el resto de nuestras vidas?. No me gusta hablar de ella porque siempre tendré que reprimir algo, un beso o una caricia, un pequeño detalle que ella y yo sabremos interpretar, algún texto que me permita enviarle en cartas, pequeños cuentos que la incluyan y que relaten un episodio en que me jura amor eterno. Ella sigue viviendo, ella sigue escuchándome cuando lo necesito; creo que ella es la única que me ha besado con amor. Desperté con el ligero roce de su mano sobre mi cabeza, una simple muestra de afecto que acabó por impulsar mi deseo de tenerla entre mis brazos y besarla sin miedo. Tiré de su brazo hasta que perdió el equilibrio y fue a dar sobre mi cuerpo, la rodee con mis brazos de tal modo que no pudo liberarse por más que lo intentó. Por favor, no me gustan las mujeres -dijo mientras se le escapaba un lágrima-. Lo sé -le dije mirándola a los ojos-, pero necesitaba abrazarte y decidir lo que siento por ti, es difícil ser amiga de una mujer como tú, tan bella, deliciosa. Nuestro encuentro acabó cuando un descuido de mi parte provocó su caída sobre la alfombra, me levanté a ayudarla y le besé por última vez.

1 comentario:

F... dijo...

Buena precisión en los colores que utiliza, dan un aspecto unitario.
La narración parte de un punto de vista vivencial, como un monólogo interior, ¿Woolf se pasea en el relato? ¡Imagina un relato maldito, desgajado, utilizando las técnicas de la corriente de la consciencia [stream consciousness]!
Sería una maravilla. Utilizaste unas anáforas que incementaron el ritmo como decayendo en la desesperación de no ver realizado lo que desea. Me pregunto ¿Cuanta distancia existe con el narrador? ¿Dónde quedó el ambiente? Te felicito por la movilidad del texto, pero tengo una sola cosa para hacerlo mejor: Que cambien los personajes, quizás en otro comentario pueda decir como es eso, sin decir que hay una sola forma.