Me tocó soportar a un hombre enojado, escuchar sus gritos
iracundos. Yo misma estaba muy enojada por todo aquello, por lo que dijo a
otras mujeres ahí sentadas; todos los presentes estábamos intentando pasar un
rato agradable. ¿Por qué quise participar en este evento? pues porque sentí que
debía probarme ante personas de otras regiones y ante las mujeres que conozco,
aquí en mi ciudad. En eventos anteriores conversaba con personas al azar, tres
de entre todos y les hacía las preguntas pertinentes. Ahora dije: me pararé
delante de todas esas personas que no conozco y presentaré lo que hago, lo que
escribo, lo que pienso. Evidentemente me planteé la posibilidad del fracaso
total, del rechazo, de recibir pésimos comentarios al respecto. No estaba
nerviosa, quién mejor sabe lo que hago soy yo, hablar de ello es fácil.
Reconozco que mi ponencia no fue del todo explicativa, me salté de una idea a
otra, estuve un rato dudando sobre algunos puntos [sonrisa] aún me perturba un
poco hablar delante de tanta gente. Al final de todo, sentí que mis ideas
fueron muy bien recibidas; ideas que para mí son de todos los días, para muchas
de ellas eran nuevas, accesibles e importantes. Alguien aparecerá y dirá
"te estás dando importancia que no tienes"; está bien, no soy la
única que ha hecho libros en La Serena; pero puedo decir que sí soy la única
editora de revista literaria que aplica nuevas ideas en la encuadernación de
las ediciones (y que, por supuesto, está trabajando ahora mismo en nuevas
ediciones). Volviendo al asunto del "hombre enojado": yo tenía un
discurso muy estudiado si alguien llegaba a interrumpir el evento en sí, alguna
ponencia o lectura... este incidente de odio se produjo mientras intentábamos
compartir un vino, fuera de toda formalidad, por lo tanto mis ganas de
intervenir eran nulas. Me dijeron "burradas", lo que pretendían ser
insultos los oí como chistes, me hacían reír. Personalmente me dio vergüenza
que aquel "hombre enojado" despotricara contra todo y todos, algunas
horas después de que se aprovechara de la concurrencia al evento para difundir
su trabajo con una sonrisa en la cara. Me lo imaginé mintiendo a todas las
mujeres a las cuales se acercó, sonriendo mientras pensaba que todas éramos
unas "weonas creídas" por participar de un evento en que nuestro
género sí era muy importante, en que nuestras visiones e ideas eran bien
recibidas, aceptadas y comentadas. Me parece que si alguien, quien quiera que
sea, va a hablar con tanta propiedad sobre un evento, por último debe estar
presente en gran parte del evento; no sólo en la inauguración (porque hay
cóctel) y en el cierre (porque hay vino).