Antes de leer alguna entrada de "Cierto personaje acusado de alta traición":

24 de octubre de 2010

Los ojos tristes de mis compañeras de cama III

Todas mis heridas habían sanado y otro verano se acercaba, las muchachas comenzaban a sacar sus bikinis, mostraban sus piernas con bronceados recientes, sus brazos descubiertos enrojecidos por el abrasante sol del desierto y yo seguía con mi ropa dos tallas más grandes. Me preguntaba cúal era el motivo de mi desdicha ¿cómo haría para encontrar a una muchacha que me amara en realidad?, nadie quiere a una nena de aspecto descuidado, quizás la persona que estaba destinada a quererme ya había muerto ¿cómo saberlo?.
Verano, jodido verano. Mientras el calor se encargaba de hacerme sudar como un puerco al horno en año nuevo, las muchachas se veían cada vez más jugosas. En el desierto es fácil perder la cordura, punto.
Caí sobre el pavimento como un saco de harina, el calor había cobrado una nueva víctima. Las muchachas de la ciudad se acercaron al cuerpo y dejaron de pensar en ocultar su piel, yo podía ver todas esas entrepiernas recién depiladas enrojecidas por el calor y el roce de los calzones veraniegos; apenas pude levantarme todas las ganas de enamorarme habían desaparecido, me encerré en mi habitación hasta abril. Punto.

De conversaciones inconclusas [VIII]

¿Cómo debo actuar frente a la gente que me desagrada Caballero vagabundo?… allí sentados, bebiendo, estaba todo claro, me sentía protegida, fuerte, nadie podía tocarme ¿cómo es que terminé llorando sola mientras mis pies descalzos sangraban sobre la calle de los cantos nocturnos?. Me sentí mal cuando te dejé -¿cuántas veces van?-, pero si seguía allí pretendiendo ser alguien más, mis piernas comenzarían a temblar y ya no podrían sostenerme. ¿En qué tipo de noches miras al cielo y susurras mi nombre?. Caballero vagabundo ¿qué piensas en las noches de luna llena?.

De amor y paranoias [XIV]

¿Qué sucede conmigo mi querido caminante?, todas las cosas que existen me molestan, me dañan. Siento que las personas respiran como un ser gigantesco, me siento intimidada a sus pies, no puedo dormir tranquila porque siento que el monstruo me observa… ¿me seguirá si intento huir?. La solución es evitar salir de mi casa, encerrarme en la habitación que nadie conoce, acariciar a mi gato porque me da buenos consejos, mirar por la ventana esperando no ser encontrada y eso es todo. ¿Seguirás conmigo esta medianoche y la que sigue?.

21 de octubre de 2010

Los ojos tristes de mis compañeras de cama II

A la primavera siguiente me obligué a enamorarme perdidamente, no veía otra alternativa pues todo el mundo parecía feliz estando emparejado. Las cafeterías estaban llenas de adolescentes sonriendo y yo seguía mirando todo ese mundo color de rosa desde lejos, en ese tiempo vestía con ropas dos tallas más grande y tenía el cabello muy largo. Mi cabello negro tapaba mis ojos, no quería que nadie se fijara en mis ojos hambrientos de amor ¿qué sería de mí sin poder mantener contacto visual con la persona que me gustaba? ¿cómo accedería a ese acaramelado mundo si no era capaz de mostrarme tal cual era?. Al terminar octubre mis energías se habían ido con las señoritas a las cuales perseguía, no me había atrevido a enamorar a ninguna porque confiaba en que encontraría a la adecuada en el momento menos pensado. A las tres de la tarde de un día jueves de noviembre una mujer de largas piernas me subió a su automóvil porque en un descuido dejó de mirar al frente y mi cuerpo quedó inerte sobre su parabrisas, cosa curiosa porque yo no recuerdo nada de nada. La mujer me tuvo una semana en su casa. Un día soleado golpeó un florero lleno de lavandas contra mi cabeza, desperté mientras una viejita picaba mis costillas con un palo ¡es un milagro! ¡está viva!, todos gritaban y es que según la gente mi cuerpo había salido despedido desde un automóvil en movimiento. Me enamoré de esa mujer porque todo el tiempo que me tuvo en su casa se paseó desnuda frente a mí. Dejé de quererla cuando descubrí que había hecho lo mismo con, al menos, doce jovencitas.

9 de octubre de 2010

De conversaciones inconclusas [VII]

¿Qué sucede conmigo caballero vagabundo? te pierdes a veces y no tengo muchas fuerzas para permanecer a tu lado, solo puedo esperar a que te encuentres conmigo frente a la catedral y acaricies mi cabeza porque es lo único que me quita un poco la culpa de dejarte solo. ¿Qué será de mí? mi cuerpo no está respondiendo bien a todo esto, mis noches están llenas de sueños atemorizantes, caballero vagabundo no me abandones en las noches de luna llena.

De amor y paranoias [XIII]

¿Cuántas veces van ya? ¿cuántas no van a suceder jamás?. Las historias que te contaban cuando niño eran ciertas, mirabas al cielo y allí estaban tus deseos ¿qué piensas ahora de todo eso?. Pides que tu amante parezca otra persona, sienta de otra manera, te susurre distintas palabras al oído; caprichos de la muchacha de los ojos verdes, los cascabeles no parecen muy importantes ahora. Vagando en mis sueños he descubierto que ya no temo a las cosas que antes me atormentaban ¿a qué temo entonces? ¿cuál será mi límite si no tengo ambiciones, si no tengo miedo?.

Los ojos tristes de mis compañeras de cama I

"II.- Soy la amargura del café, del sexo. 
El calor del fuego del atardecer en los 
trópicos; el polo sexual de la tierra. 
Soy fuego, soy fuego en tu bosque ciervo."
Pía Ahumada ("Madrugada vagabunda")

Me gustaba Paloma porque tenía unos ojos verde-azulados preciosos, ella fue mi segundo gran amor.
Llegué a aquellas reuniones porque las opciones no eran muchas, en aquel tiempo no tenía el criterio para decidir qué hacer con mi vida. Cada cierto tiempo no podía evitar enamorarme perdidamente, la mitad de mi vida la pasé pretendiendo un imposible, era -y soy- presa fácil de esos ataques de amor platónico.
Mi cuerpo se había desarrollado tempranamente, por lo tanto mis deseos sexuales se desataron siendo yo apenas una chiquilla. Nada más acabar las reuniones me dedicaba a seguir a Paloma a través de la ciudad, cuando perdía de vista su cabello castaño detrás de la puerta de su casa, yo me regresaba medio camino para llegar a la mía. Un día se quedó esperándome en un callejón solitario y tuve que enfrentarla. Me dijo que sabía que yo la seguía, que podía sentir mi mirada profunda clavada en su espalda, no podía negarlo y acabé llorando, intenté explicarle que me gustaba, que ella era una maravillosa razón para gastar mi tiempo. Ella me dio vuelta la cara de una cachetada, no volví a seguirla, no volví a asistir a las reuniones.

4 de octubre de 2010

Los zapatos de tacón de mi madre IV.

Estas vacaciones de invierno mi madre me visitó, hace algunos meses que no la veía. Por discusiones familiares no pude conversar con ella sobre los asuntos que quería tratar -sexo y esas cosas- me fijé que hasta ese entonces nunca había hablado con ella de temas “serios”. ¿Cuándo perdiste la virginidad madre mía? ¿qué significaba para ti un “pololeo”? ¿qué te atrae de un hombre?. Cuando llevabas algunos días aquí me di cuenta de que nuestra conversación se aplazaría nuevamente, si la familia es de cinco personas es natural que quede alguien solo.
Querida madre, no hay caso ¡me rindo! ya no buscaré algún minuto para conversar contigo;sin embargo, si te tomaré como modelo, porque me encantaría ser alguien que puede hacer cualquier cosa que se proponga. Ten en cuenta que te superaré, ese será mi norte.

[Fin]

1 de octubre de 2010

Madrugada vagabunda.

I.- "¡Ay la sortija estaba rota!".

II.- Soy la amargura del café, del sexo. El calor del fuego del atardecer en los trópicos; el polo sexual de la tierra. Soy fuego, soy fuego en tu bosque ciervo.

III.- Caminar en la oscuridad como alguien que ha perdido sus ojos en el camino ¡y allá van rodando calle abajo!.